Una atmósfera muy pesada se sentía sobre la isla, una que para cualquiera solo podía significar algo malo.
Desde la torre más alto, en los aposentos de la reina, está miraba a través de una de las ventanas, observado a tres dragones acercarse a la isla, entre la oscuridad Rhaenyra no podía reconocer los dragones que se acercaba, pero sabiendo que ella había enviado a cinco, no cuatro..
Fuera de sus aposentos, las antorchas danzaban de un lado a otro entre los largos pasillos oscuros y fríos. Un guardia a su lado la escoltaba desde sus aposentos hasta el salón del trono.
Sus manos jugaban entre ellas detrás de su espalda mientras se acercaba cada vez más al salón. Sentía una extraña sensación, como si algo en ella faltará, como si se fuera ido.
Cuando estuvo frente a las puertas, ambas se abrieron y la reina pudo observar dentro del salón ya los miembros del consejo y otras personas más estaba ahí.
Las miradas de todos la siguieron mientras ella llegaba hasta el trono.
Los segundos pasaban como horas para la mujer que esperaba impaciente a aquellos que había enviado hace tantas horas a la guerra.
Sus manos jugaban sobre su regazo mientras su mirada estaba fija sobre la puerta esperado que está se abriera en cualquier momento.
-Relájese, majestad. Ellos estarán bien y vendrán con su victoria- susurro Rhaenys junto a ella.
Aunque sus palabras eran para calmarla, solo hicieron que está se sintiera aún más inquieta.
Cuando las puertas del salón fueron abiertas y los jinetes entraron a través de esta, la mirada de Rhaenyra buscaba de entre ellos a alguien, quien por alguna razón no podía ver.
Los pasos se los jóvenes resonaban en el salón cada vez que se acercaban más. Rhaenyra se sentía inquieta, no veía a jacaerys, por un segundo pensó en que tal vez se había atrasado, pero cuando el no llego cuando los demás estuvieron frente a ella, Rhaenyra supo que algo le había pasado.
La mirada de ellas estaba fija sobre Baela y Laerys quienes la evitaron, pero no pudieron hacerlo más cuando esta bajo del trono y se detuvo frente a ambos.
-Baela... Laerys ¿Dónde está mi hijo..?- cuestionó a mujer frente a ellos.
Ambos compartieron miradas nerviosa, miradas que fueron percibidas por Rhaenyra.
-¿Y bien..? ¿Dónde está el?-
Baela tartamudeo por algunos segundos, las palabras parecían atascarse en la punta de su lengua cada que está intentaba decir algo y esto solo causaba irritación en la targaryen frente a ella.
-Majestad... Su hijo, el..- Baela hizo una pausa, mirado detrás del hombre de la mujer frente a ella a su abuela a un lado del trono, como si buscará alguna ayuda, algún apoyo, pero no había nada.
-Majestad, el principe jacaerys murió. Los de la Triarquía lo emboscaron en una llovía de flechas causado su muerte- declaro el Velaryon junto a Baela.
Rhaenyra abrió sus ojos con sorpresa, pero en ellos estaba reflejados dolor. La targaryen negó repetidamente, como si quisiera creer, no querer aceptar la verdad frente a ella.
-No... Mi hijo no... El no pudo- el nudo en su garganta le impedía decir algo más.
-Lo sentimos, intentamos ayudarlo pero ya era muy tarde. Su cuerpo se perdió entre las olas, y aunque intentamos buscarlo fue imposible hacerlo-
Rhaenyra cerro sus ojos con fuerza como su quisiera evitar seguir escuchando algo más, pero las palabras del Velaryon frente a ella resonaban una y otra vez en su cabeza.
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Amor en guerra
FantasyAena targaryen era hija de Alicent, su lealtad tendría que estar con su familia pero con el tiempo está cambiará a la hora de enamorarse de uno de los negros