Capítulo 30: En las costas

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Capítulo 30: En las costas.

“Es como morir varias veces”.

En las costas que limitan el norte con el mar salado una gran lucha se desató, los militantes de su fe chocaron su acero con los hombres Norteños quines no permiten que avancen ni un centímetro.

Sobre su caballo un hombre alto y fornido empuñó una espada muy larga, ancha y reluciente de la cual todos huían, apenas ice es vista los invasores solo pueden salir del camino o ser degollados por Lord Cregan Stark.

Por un segundo entre la sangre salpicada y los cuerpos regados, el hombre creyó sentir una sensación muy fuerte en el pecho y se detuvo, no vio la flecha que derribó a su caballo haciendolo caer, al instante se paró bloqueando el ataque de dos hombres a la vez, con un empujón los tiró al suelo, apuñaló a uno y con su bota le pateó la cabeza al otro, el cuello del nacido del hierro quedó doblado ante tan impacto.

Los gruñidos de Blizzard rondaron llevándose por sorpresa a más de uno, es un animal escurridizo que muerde directamente a la cabeza.

—¡Por el norte! —se oían las exclamaciones, Cregan seguía sintiendo esa pesadez en su pecho, frunció sus cejas molesto.

“¡Malditos Botley, vuelvan a larmerles el culo a los Greyjoy!”, gritó un viejo guerrero, este se mantuvo cuidando la espalda del Lord al notarlo un poco ido, bloqueó varios ataques por él mientras el animal Blizzard marcaba territorio a su alrededor de igual forma.

—¡Mi Lord! ¡¿Se encuentra bien?! —El anciano se tomó dos segundos para sujetar del hombro al Lord, entre los gritos de los soldados no se oía claramente —. ¡¿Lo han herido?!

La caída del caballo fue vista por todos, es una dura caída, puede tener huesos rotos o heridas internas. Cregan asintió con la cabeza y se dirigió al centro donde la batalle se hacía más sangrienta ignorando así los consejos de sus allegados.

En cuanto un Lord desataba su ira contra los hombres ahogados con ferocidad, una joven bruja se deliró entre la vida y la muerte, se preguntó qué la retenía aún en la tierra si siente su alma desprenderse cada vez que parpadea.

El delirio mezclado con dolor abrumador la cegó, podía sentir una vara de madera saliendo por su pecho y eso le provocó un ardor impresionante.

Quiso tener voz un segundo para suplicar una muerte rápida, por alguna razón supo que si la tuviera en realidad diría: “Dile a Lord Stark que no acudiré a su encuentro nunca más, fue agradable conocer a un verdadero hombre, me hizo sentir una mujer hermosa. Siempre lo guardaré en mi corazón”, esa pequeña energía en su vientre se agitó vivaz negandose a abandonar el mundo con su madre, cual ancla se aferró al mundo mortal.

Cuentan las leyendas de brujos bendecidos con una inteligencia desde la cuna, su almas actúan sin conocimiento pero por instinto, la influencia más pura que puede existir pues solo poseen el entendimiento de su fuerza espiritual y lo dominan mejor de lo que lo haría un brujo adulto.

Los gritos de Johaan Blackwood se hicieron escuchar por el lugar, la cabeza de Tristán Rogare lo calló obligandolo a actuar, él tomó a Lyrias entre sus brazos y corrió hacia el castillo de nuevo, cuando llegó la batalla ya había empezado en las puertas: Norteños y hombres libres.

El acero chocó con el acero, las flechas venían en destiempo de cualquier parte, Johaan apretó el cuerpo ya frío de la joven contra sí mismo y huyó por los pasillos donde todos corrían de un lado a otro desesperados.

Con la llegada de la noche también se prendió el fuego, el castillo fue incendiado por toda una ala donde supo era el lugar de Lord Stark quien no estaba presente, pero sí el viejo caballero: “¡Escudero, qué llevas!”, exigió saber cuando lo vio, el anciano estaba herido y no tenía intención de ver un día más, no envió a Johaan al frente de la batalla sino que lo dejó ir al notar a una muchacha con el pecho atravesado entre sus brazos, Johaan lo miró con agradecimiento y corrió hacia la habitación interna, un lugar apartado que parece estar abandonado, no dudó en ponerla en la cama, pero no se animaba a sacar la flecha.

—Si lo hago la sangre no se detendrá —dijo Johaan, Tristán fue colocado cerca —. ¿Hay alguna manera de salvarla?

La vara no cruza por completo el cuerpo pero sí llegó hasta la mitad del camino, no quiso tocarla o todo terminará en segundos.

—Ahora no —respondió Tristán —. Solo podemos extender su vida, quizás unos días. Siempre que él nos ayude.

Pero necesitan algo, un sacrificio, Johaan se apresuró a buscar en el patio un salvaje quien iba huyendo del frente donde el viejo caballero ponía una resistencia formidable, Johaan se acercó usando su influencia, jamás lo había hecho antes, tomó de los hombros al hombre y lo obligó a caminar hacia dentro, pasó al lado de varios soldados pero nadie lo vio pues la ilusión se mantuvo, ahora puede sentirlo con más fuerza: la formación de la bruja cambiaformas se quebró.

Arrojó al salvaje a los pies de la cama y sacó su cuchillo de la funda, realmente no siente nada por estos hombres, antes quizás lo hacía, pero luego de hoy los detesta.

Los ojos de Tristán Rogare se abrieron quitando los puntos de hilos que cierran los párpados, son orbes rojizos similares a rubíes, un rasgo distintivo de los brujos macabros.

Las velas fueron prendidas al rededor, son las rojas sangre como el líquido que brota del pecho de la bruja, el finger creció rápido en la habitación detonando la hechicería, es la primera vez que Johaan Blackwood práctica el sacrificio humano, esto transgrede las leyes, los pétalos fueron teñidos de negro y con ello el aroma a veneno se extendió.

«No existe la hechicería oscura, existen las intenciones, la uso como venganza y para salvar la vida de un ser amado», se dijo Johaan levantando el cuchillo ante el rostro aterrado del hombre salvaje, puede ver pero no moverse.

La cabeza de Tristán Rogare recitó mantras en voz baja, su tono melodioso profundo llenó la habitación.

La bruja cobarde (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora