Capítulo 38: Ella no está en el castillo

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Capítulo 38: Ella no está en el castillo.

“Fracasé como esposo y como padre, como cabeza de esta familia. Todos a mi alrededor mueren o traicionan, ahora mi amante y nuestro hijo fueron secuestrados. Mi pequeño muchacho debe estar aterrado”.




“¡La mujer muda desapareció!”.

Winterfell cayó en penuria, se rumorea por las calles que el Lord se encerró en su habitación hace días luego de una fuerte y violenta discusión con su hermana la señorita Sara, él terminó por enviarla a un cuatro de confinamiento furioso por su incompetencia.

El maestre Kevan proveniente de alto jardín se acomodó en su puesto esperando la visita del joven Lord quien sabe vendrá, su intuición fue correcta, él sí vino pero tenía una expresión tan oscura que intimidaba, esa aura pesada a su espalda puso nervioso al viejo.

—Mi Lord —saludó el anciano —. Está aquí de nuevo, ¿aún no hay noticias?

Sabe que no, tiene esa expresión tan furiosa en su rostro, ese aire de peligro hela a cualquiera, solo preguntó para romper el hielo.

—No, no han aparecido... todavía —respondió, su tono tan plano conteniendo las emociones violentas —. Vine a preguntarle para cuándo estaba previsto el nacimiento de mi hijo, quiero saber —soltó con seriedad.

“¿Previsto el nacimiento del niño?”, de por sí Kevan nunca confirmó la sospecha pues la mujer era pequeña y no tenía un gran vientre de embarazada, quizás su estado puede pasar desapercibido un par de meses, no supo cuánto tiempo tenía, todo lo dedujo según la lógica. Tampoco puede simplemente indagar acerca de los encuentros que el Lord mantenía con la joven mujer, de por sí los hombres norteños son celosos con sus mujeres, Lord Stark es más que eso, él realmente le guarda un cariño especial a esa extranjera.

—Le informo, en unos cinco meses —respondió, Lord Stark lo vio extrañado—. Puedo deducir que la joven ya tenía un embarazo muy avanzado, hay mujeres que no presentan síntomas o ven cambios significativos en sus cuerpos, quizás es una de esas mujeres y tendrá un bebé pequeño como ella.

Kevan esperó la reacción del hombre, mala como es de predecir, a ningún norteño le agrada la noticia que su hijo será pequeño y débil, todos son hombres de fuerza y fornidos, rechazan la debilidad.

—Bien —respondió el Lord y se marchó, por fin el maestre pudo respirar tranquilo, su cabeza está a salvo por el momento. Reza por la pronta aparición de la mujer o muchos sufriran terribles consecuencias.

“Todos son culpables”, había sentenciado el hombre el día que regresó y no pudo encontrar a su mujer e hijo por ninguna parte, Kevan siente la hoja de la espada al raz de su cuello.

Por otro lado, el amo del castillo caminó por el pasillo con su mente llena de dudas y su semblante estoico, a su paso los soldados se reverencian saludandolo, pero él no tiene tiempo ni energías para preocuparse por ello, lo único que ronda en su mente desde que regresó de su disputa en la capital es dónde demonios se había metido la mujer muda.

«Mi muchacho», pensó en él, desde que supo de su existencia aquella noche no puede evitar emocionarse por más de saber que es posible su deceso, la mujer estaba herida y tenía el cuerpo frío como un muerto cuando la halló en la habitación:

—¿Lord Stark? —había hablado desde la habitación interna la vieja voz del maestre Kevan, el viejo salió con su bata manchada con sangre.

Cregan se había acercado con precaución, la sangre en sus manos de la mujer le ardía, tenía también la mente muy confundida, ¿quién le había hecho esto a su amante?

La bruja cobarde (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora