Narra Israel: Los días siguientes fueron extraños. No había hablado con ____ desde la última vez que vi esa foto que me había dejado con tantas dudas. Quería escribirle, llamarla, pero cada vez que abría el chat, algo me detenía. Había un nudo en el estómago que no sabía cómo deshacer. Me quedaba mirando la pantalla del teléfono por minutos, pensando en mil formas de empezar una conversación, pero ninguna parecía la adecuada.
Había algo en el aire. Algo que me hacía sentir que ella también tenía algo que no quería decirme. Era como si, aunque estuviéramos tan lejos, ambos estuviéramos evitando la misma conversación. Esa maldita foto seguía rondando en mi cabeza, y a pesar de que intentaba no darle demasiada importancia, no podía evitarlo. ¿Quién era ese chico? ¿Por qué parecían tan cercanos?En el club, intentaba mantener la cabeza ocupada con los entrenamientos, pero era difícil. Mis compañeros lo notaban. Ale y Henry, sobre todo, me hacían preguntas sobre por qué estaba más callado de lo normal.
Ale: Oye, Isra, ¿todo bien? Estás más callado que de costumbre, bro.
Israel: Sí, todo bien. Solo cansado, supongo.
No me convencía ni a mí mismo. Después del entrenamiento, cuando los chicos se quedaban platicando, yo prefería irme temprano. No estaba de humor para socializar. En casa, las cosas no eran muy diferentes. Me ponía frente al televisor, con algún partido o serie de fondo, pero mi mente estaba en otra parte.
En más de una ocasión, tomaba el teléfono y me decía que ese era el momento para hablar con ella, pero cuando abría la conversación, simplemente no podía escribir. Sabía que había algo que ella tampoco estaba diciendo, algo que ambos estábamos evitando, lo que más me temía era que lo que no quería decirme tuviera que ver con aquel chico.
En la noche estaba tumbado en el sillón, con el teléfono en la mano. La pantalla del chat seguía en blanco y yo solo me quedaba ahí, pensando. ¿Debía preguntarle directamente sobre la foto? ¿O debía esperar a que ella me hablara primero? Me sentía atrapado en esta incertidumbre, y no era algo a lo que estuviera acostumbrado.
Israel (pensando): No tiene sentido seguir así. Si confío en ella, tengo que hablarle. No puedo dejar que una foto arruine lo que tenemos.
Pero, por otro lado, había esa extraña sensación. Esa intuición que me decía que ella también estaba evitando algo. No había sido solo yo. Los últimos días, ella tampoco había iniciado ninguna conversación, y cuando hablábamos, eran cosas superficiales, como si ninguno de los dos quisiera tocar temas importantes. ¿Estaba esperando a que yo dijera algo primero? O, peor aún, ¿era porque ya no le importaba? Esa idea me golpeaba cada vez que pensaba en ella.
Al final, la pregunta que me hacía a mí mismo era siempre la misma: ¿qué estamos evitando los dos? ¿Por qué de repente parecía que todo se había vuelto tan complicado?. Me sentía perdido, y lo único que sabía era que no podía seguir así mucho tiempo más. Tenía que hablar con ella, fuera lo que fuera. Pero no sabía cómo empezar.