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Una Noche de Reconciliación

La casa estaba en silencio, con solo el suave susurro del viento pasando por las rendijas de la ventana. El día había sido largo, lleno de conversaciones difíciles, pero también de pequeños avances hacia la reconciliación. Felix y Hyunjin, aunque con corazones aún cargados de dudas, sabían que estaban en un camino incierto, pero juntos.

Esa noche, después de poner a las niñas a dormir, ambos se quedaron en el salón, el ambiente cálido con la luz tenue de la lámpara y las sombras largas que se alargaban por las paredes. Hyunjin la miraba desde el otro lado del sofá, su mirada más suave de lo que había sido en días.

Felix, aunque aún tenía miedo, no podía evitar sentirse atraída por la sinceridad que emanaba de él. Sabía que las palabras que habían compartido antes no habían sido vacías. Hyunjin había dicho que iba a estar allí para ella, y en sus ojos, Felix vio la promesa de que no la dejaría sola.

Hyunjin se levantó lentamente y se acercó a Felix. Sin decir una palabra, se agachó frente a ella, tomando sus manos con suavidad. El contacto físico, aunque simple, le dio una sensación de calidez que, por un momento, aliviaba el peso del miedo y las inseguridades que había estado cargando.

—Felix, —dijo con voz baja, temeroso de que sus palabras no fueran suficientes—, no sé qué más decir. Pero sé que te amo, y eso es lo único que puedo ofrecerte.

Felix lo miró, buscando en sus ojos una verdad que la calmaría. Ella también lo amaba, más de lo que las palabras podían expresar, pero el miedo seguía allí, una sombra que no podía ignorar. Aun así, la gentileza de Hyunjin la hizo querer arriesgarse una vez más.

—Yo también te amo, —respondió ella, su voz temblando ligeramente—, pero tengo miedo de volver a fallar.

Sin soltar sus manos, Hyunjin la levantó suavemente, guiándola hacia él. —No vamos a fallar, Felix. Te prometo que no.

El espacio entre ellos desapareció rápidamente, y antes de que pudieran pensarlo, sus labios se encontraron en un beso lento y lleno de emoción. No era solo una expresión de deseo, sino una búsqueda de seguridad, de certeza en medio de la tormenta interna que ambos sentían.

Felix, dejándose llevar por la sensación de cercanía, respondió al beso con una pasión renovada. Su cuerpo se tensó por un segundo, recordando las veces anteriores, las que habían sido marcadas por dudas y miedo, pero luego se relajó, permitiendo que la calidez del momento los envolviera.

Hyunjin, con sus manos en su cintura, la acercó más a él, sintiendo cómo el latido de su corazón se aceleraba. No era solo deseo lo que sentía por ella, sino también un profundo anhelo de redención, de enmendar lo que había estado roto entre ellos. La suavidad de su contacto, el roce de sus cuerpos, le dio el coraje para seguir adelante, para no permitir que el miedo siguiera controlando su vida.

Felix, con una mezcla de vulnerabilidad y deseo, respondió con intensidad. Cada beso, cada caricia, parecía ser un paso más hacia la sanación de sus corazones. En ese momento, todo lo que existía era el uno al otro, y el pasado ya no parecía tan presente.

Cuando finalmente se separaron, ambos se miraron a los ojos, sus respiraciones pesadas pero en sincronía. La tensión que había estado presente durante tanto tiempo se desvaneció, reemplazada por una paz que, aunque frágil, era real.

—Estoy aquí, Felix. Y no me iré. —Hyunjin susurró, abrazándola con fuerza.

Felix, con lágrimas a punto de caer, asintió. —Lo sé. Y yo también estoy aquí, con todo lo que soy.

Esa noche, no fue solo una reconciliación física, sino un renacer emocional. Hyunjin y Felix, a través de su amor y su deseo mutuo, comenzaron a reconstruir lo que había sido dañado, ladrillo a ladrillo, con cada beso y caricia.

Y aunque el futuro aún era incierto, sabían que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentarlo.

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Un Tercer Embarazo Inesperado

La casa de los Hwang había retomado una calma que hacía meses parecía inalcanzable. Las risas de las niñas, la complicidad entre Felix y Hyunjin, todo parecía estar encajando nuevamente. Sin embargo, la vida tenía una manera de sorprender, de traer cambios en momentos en los que menos se esperaban.

Felix, ahora más tranquila y segura en su relación con Hyunjin, estaba disfrutando de su día a día. Había comenzado a sentirse más conectada con sus hijas, con él, y con la idea de un futuro en el que ambos pudieran ser la familia que siempre soñaron. Pero lo que nunca anticipó fue lo que su cuerpo comenzaba a decirle en silencio.

Una mañana, después de haber estado tomando un poco más de descanso debido a un ligero mareo y algunas náuseas que había experimentado en los días anteriores, Felix se sorprendió al ver que su periodo estaba retrasado. No era algo raro para ella, pero había algo en su interior que le decía que esta vez era diferente.

Decidió hacerse una prueba de embarazo, a pesar de que no quería darlo por hecho. A veces, su mente jugaba trucos con ella, sobre todo cuando las emociones se habían desbordado últimamente.

El resultado fue claro. Dos líneas rosadas.

Felix se quedó mirando la prueba en sus manos, el sentimiento de incredulidad apoderándose de ella. Su corazón latía con fuerza mientras sus pensamientos se agolpaban rápidamente. Un embarazo... otro bebé. Y de nuevo, estaba llena de sentimientos encontrados. Aunque tenía claro que amaba a sus hijas y que quería a su familia más que nada, el pensamiento de una nueva vida en camino la llenaba de incertidumbre.

No solo se trataba de las dudas que siempre la habían perseguido sobre si sería una buena madre, sino también las complicaciones emocionales que siempre acompañaban a la maternidad para ella. La relación con Hyunjin había sido un viaje tumultuoso y lleno de altibajos, y aunque ahora estaban más unidos, las cicatrices del pasado seguían presentes.

—¿Cómo le contaré esto a Hyunjin? —se preguntó a sí misma en voz baja.

El día pasó lentamente, la ansiedad apoderándose de cada minuto que pasaba. Cuando finalmente Hyunjin regresó de su trabajo, Felix estaba sentada en la cocina, con la mirada distante y el pensamiento atrapado entre el miedo y la emoción.

Al verlo entrar, sus ojos se encontraron, y algo en el aire cambió. Hyunjin, al notar la quietud de su esposa, se acercó rápidamente, preocupado.

—Felix... ¿Estás bien? —preguntó, notando su actitud inusual.

Felix no respondió de inmediato. En su lugar, se levantó lentamente, con la prueba de embarazo en la mano. La mirada de Hyunjin se suavizó cuando la vio, y al ver la expresión de sorpresa en su rostro, no pudo evitar una leve risa nerviosa.

—No... no puede ser... ¿Otro bebé? —susurró Hyunjin, asimilando la noticia.

Felix asintió, sin poder contener las lágrimas que empezaban a formarse en sus ojos. No sabía si reír o llorar, si sentirse feliz o asustada.

—No sé qué pensar... —dijo en un susurro. —Es... inesperado. Después de todo lo que hemos vivido, no sé si estoy lista para más.

Hyunjin, en su usual forma protectora, se acercó rápidamente a ella, tomándola entre sus brazos y susurrando con ternura.

—Felix, ya hemos pasado por tantas cosas, y aún estamos aquí. Juntos. Y lo más importante es que no estamos solos en esto. Yo estoy aquí, y nuestras hijas están aquí. Si este bebé viene a nuestras vidas, lo recibiremos con todo el amor que tenemos, ¿verdad?

Felix no pudo evitar aferrarse más a él, dejando que sus emociones se desbordaran en silencio. Las lágrimas comenzaron a caer, pero no eran solo de miedo, sino también de alivio. En ese momento, con el apoyo de Hyunjin, supo que, aunque el embarazo era inesperado, no era un obstáculo, sino una bendición.

—Te amo, Hyunjin... —dijo entre sollozos—. Estoy asustada, pero también... feliz.

—Yo también te amo, Felix. Vamos a ser una familia aún más grande. Y lo haremos juntos.

El peso del miedo y la incertidumbre comenzaba a desvanecerse, reemplazado por una sensación de calma que solo la presencia del amor incondicional podía traer. Aunque el futuro era incierto, una cosa estaba clara: estaban juntos, y eso lo hacía todo más fácil.

LA OBSESIÓN DEL MAFIOSO//hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora