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Las semanas pasaban rápidamente, y Felix comenzaba a sentir que cada día traía nuevos retos, pero también nuevas alegrías. Estaba en el sexto mes de embarazo, y aunque a menudo sentía que su energía flaqueaba, había una fuerza interna que la impulsaba a seguir adelante. La pequeña Eunchae, con su curiosidad y entusiasmo, parecía absorber toda la vitalidad del hogar, y Hyunjin, siempre al pendiente de su familia, encontraba la manera de equilibrar sus responsabilidades laborales con su rol de esposo y padre.

Una tarde, Hyunjin organizó una pequeña sorpresa para Felix. Sabía lo importante que era para ella tener momentos de tranquilidad y felicidad en medio de las rutinas y los cambios que traía consigo el embarazo. Por eso, se las arregló para llegar temprano a casa y preparar algo especial. Cuando Felix, quien estaba en la sala leyendo un libro a Eunchae, escuchó el sonido de la puerta principal, levantó la vista y vio a Hyunjin entrar con una sonrisa luminosa y una cesta de picnic en la mano.

—¿Qué es esto? —preguntó Felix, sorprendida y con un brillo en sus ojos que Hyunjin adoraba.

—Es una tarde de picnic en el jardín, solo para nosotros —respondió, acercándose y depositando un beso en la frente de Felix—. Pensé que te vendría bien un poco de aire fresco y un descanso.

Eunchae aplaudió emocionada. —¡Picnic, picnic! —gritó, saltando de alegría mientras tomaba la mano de su madre para jalarla suavemente.

Felix no pudo evitar reír. Hyunjin siempre tenía una forma de hacerla sentir especial y cuidada, y esta vez no era la excepción. Con cuidado, se levantó y tomó a Eunchae de la mano mientras Hyunjin las guiaba hacia el jardín trasero de la casa. El sol de la tarde bañaba todo con una luz dorada, y una suave brisa hacía que las hojas de los árboles se mecieran con un ritmo apacible.

En el jardín, Hyunjin había dispuesto una manta de cuadros sobre el césped y colocado cojines para que Felix pudiera recostarse cómodamente. La cesta de picnic estaba llena de frutas frescas, bocadillos y una jarra de limonada recién hecha. Todo estaba pensado para que fuera un momento sencillo pero lleno de significado.

—Es perfecto —susurró Felix mientras se sentaba con cuidado y acomodaba a Eunchae a su lado—. Gracias, Hyunjin.

—Siempre, mi amor —respondió él, sentándose a su lado y pasándole un vaso de limonada fría.

Pasaron la tarde hablando, riendo y disfrutando del aire libre. Felix notó que Eunchae se divertía corriendo detrás de una mariposa que revoloteaba cerca, mientras Hyunjin la observaba con una mirada de pura devoción. Había momentos en los que, al ver a su familia, Hyunjin se detenía a pensar en todo lo que había cambiado en su vida desde que Felix llegó a ella. Solía estar inmerso en un mundo de trabajo, eventos y obligaciones que le dejaban poco tiempo para él mismo. Pero desde que Felix y Eunchae se convirtieron en su todo, había descubierto una nueva dimensión de la felicidad.

En medio del picnic, Felix sintió un fuerte movimiento en su vientre. Sonrió y tomó la mano de Hyunjin, poniéndola sobre su barriga.

—Mira, se está moviendo mucho hoy —dijo con un brillo de emoción en sus ojos.

Hyunjin se inclinó y acarició el vientre de Felix, sintiendo las pequeñas patadas que parecían saludarlo. —Hola, pequeño guerrero. Estamos esperándote con todo el amor del mundo —susurró, inclinándose aún más para besar el vientre de Felix.

Eunchae, curiosa, se acercó y miró a su padre con una mezcla de asombro y travesura. —¿Está saludando, papá?

—Sí, cariño. Quiere conocernos a todos —respondió Hyunjin, tomándola en brazos y abrazándola junto a Felix.

El resto de la tarde se llenó de juegos y risas. Hyunjin persiguió a Eunchae por el jardín, haciéndola reír a carcajadas mientras Felix los miraba desde la manta, acariciándose el vientre y disfrutando de la tranquilidad del momento. El amor que sentía en esos instantes era tan profundo que parecía envolver todo el jardín en una cálida sensación de plenitud.

LA OBSESIÓN DEL MAFIOSO//hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora