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Pasaron dos meses desde aquella memorable cena, y la vida en el apartamento de Felix había florecido en una rutina cálida y acogedora. Cada rincón estaba lleno de recuerdos de los momentos compartidos con Hyunjin, y la alegría de su compañía contrastaba con la tristeza que se avecinaba. La inminente partida de Hyunjin a Rusia con Yeji y Lisa se acercaba rápidamente.

Esa mañana, mientras Felix preparaba café, su mente se llenaba de recuerdos. Había disfrutado de días llenos de risas, de caricias suaves y de conversaciones interminables, pero la sombra de la despedida se cernía sobre ella. Había aprendido a amar a Hyunjin de maneras que nunca había imaginado, y ahora enfrentaba la perspectiva de perder esa conexión, aunque solo fuera temporalmente.

Cuando Hyunjin llegó al apartamento, la expresión en su rostro era una mezcla de nostalgia y determinación. Felix sintió un nudo en el estómago al verlo, pero también una oleada de gratitud por todo lo que habían compartido.

—Hola, hermosa —dijo él, sonriendo mientras la abrazaba con fuerza.

—Hola —respondió Felix, tratando de mantener la voz firme, aunque la tristeza comenzaba a asomarse.

—Debo hablar contigo sobre algo importante antes de irme —dijo Hyunjin, su tono volviéndose serio.

Felix lo miró con curiosidad, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que este momento había llegado, pero no estaba preparada para enfrentar la realidad de la separación.

—He dejado las llaves de mis mansiones para ti —dijo Hyunjin, sacando un llavero que brillaba con la luz del sol—. Quiero que tengas un lugar al que puedas volver siempre que lo necesites.

Felix frunció el ceño, sorprendida.

—¿Por qué? —preguntó, sin poder ocultar su incredulidad—. ¿No deberías guardarlas para ti?

—No. Quiero que sepas que siempre tendrás un hogar aquí. —Su mirada se suavizó—. Y hay algo más.

Felix lo miró atentamente, sintiendo que su corazón se aceleraba.

—Cuida de Kkami por mí. —dijo, señalando a la perrita que descansaba en el sofá, mirando con ojos brillantes. —Es importante para mí que esté bien cuidada.

—Claro, la cuidaré —respondió Felix, sintiéndose conmovida por la responsabilidad que le estaba entregando.

Hyunjin se acercó a Kkami, acariciando su cabeza con ternura. La perrita movió la cola, disfrutando de la atención de su dueño.

—Recuerda que, sin importar dónde esté, siempre estoy contigo —dijo Hyunjin, volviendo a mirar a Felix. Su expresión era intensa, llena de promesas.

Los dos se acercaron y, en ese momento, el mundo a su alrededor se desvaneció. Se abrazaron, sintiendo la conexión palpable entre ellos, como si el tiempo se detuviera. Pero, inevitablemente, la realidad de la despedida volvió a entrar en la escena.

—Prométeme que cuidarás bien de ti misma —dijo Hyunjin, su voz llena de preocupación.

—Lo prometo —respondió Felix, sintiendo que su voz temblaba.

Se separaron un poco, mirándose a los ojos. Felix vio la tristeza en los ojos de Hyunjin, pero también la determinación de regresar.

—Voy a echarte mucho de menos —dijo Felix, sus ojos comenzando a brillar con lágrimas no derramadas.

—Yo también. Pero sabes que esto no es un adiós, solo un hasta luego. —dijo Hyunjin, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

Finalmente, la hora de partir llegó. Con un último abrazo, Hyunjin se marchó, dejando a Felix sintiéndose vacía pero al mismo tiempo llena de amor. Mientras miraba cómo se alejaba, una parte de ella se sentía segura: su amor era fuerte, y eso era suficiente para superar cualquier distancia.

Esa noche, mientras se acurrucaba con Kkami en el sofá, Felix acarició las llaves que Hyunjin le había dejado. Sabía que, aunque su camino los llevara a lugares distintos, el amor que compartían los mantendría unidos. La vida continuaría, y ella estaba lista para enfrentar cada nuevo día, con la promesa de que Hyunjin volvería.

Felix se quedó en el sofá, con Kkami acurrucada a su lado, mirando la puerta por donde Hyunjin había salido. La soledad la envolvía como un manto pesado, pero sabía que debía ser fuerte. Con un suspiro, se levantó y comenzó a limpiar la mesa, tratando de distraerse. La cena que habían planeado para esa noche estaba en el refrigerador, esperando ser calentada, pero la idea de comer sola no le parecía atractiva.

Decidió llamar a Jisung, su amiga más cercana, para que viniera a hacerle compañía. Siempre había estado ahí para ella, y en momentos como este, lo necesitaba más que nunca.

—¡Hola! —respondió Jisung, con su voz alegre y enérgica—. ¿Qué pasa, Felix?

—Hyunjin se ha ido a Rusia —dijo Felix, intentando sonar más fuerte de lo que se sentía.

—Oh, cariño… lo siento mucho. ¿Quieres que pase por ahí? —preguntó Jisung, su tono ahora lleno de preocupación.

—Sí, por favor. Necesito hablar con alguien —respondió Felix, sintiéndose un poco aliviada.

En cuestión de minutos, Jisung llegó, acompañada de Seungmin y Jeongin. Las tres entraron al apartamento, y la atmósfera pesada comenzó a disiparse con sus risas y energía.

—¡Felix! Te traje unos snacks y unas películas! —anunció Jisung, mientras dejaba una bolsa sobre la mesa.

Felix sonrió, sintiéndose agradecida por su apoyo. Las cuatro amigas se acomodaron en el sofá, con Kkami saltando de alegría al verlas.

—Así que, ¿qué tal estuvo la despedida? —preguntó Seungmin, mientras comenzaban a calentar la cena.

—Difícil. Pero creo que fue lo mejor. Nos prometimos que esto no es un adiós, solo un hasta luego —respondió Felix, tratando de convencerse a sí misma.

Jeongin, que siempre había sido la más comprensiva del grupo, se acercó y le tomó la mano.

—Te entiendo. A veces, el amor significa soportar la distancia. Pero siempre estarán conectados, ¿verdad? —dijo, con una sonrisa reconfortante.

Felix asintió, sintiéndose un poco más tranquila. Sabía que sus amigas estaban ahí para apoyarla y eso la ayudaba a sobrellevar el dolor de la despedida.

La noche continuó entre risas y charlas, y aunque la tristeza seguía presente, Felix comenzó a sentir que no estaba sola en esto. Había construido una familia elegida a su alrededor, y eso le daba la fuerza que necesitaba.

Más tarde, mientras la película giraba en la pantalla, se recostó en el sofá, con Kkami acurrucada en su regazo. En su corazón, sabía que Hyunjin volvería, y que cada día sería un paso más en su historia juntos. La vida seguiría, y ella estaba decidida a hacer que cada momento contara.

Mientras se sumergía en la calidez de la compañía de sus amigas, Felix sonrió al pensar en el futuro. Aunque Hyunjin estaba lejos, su amor era lo suficientemente fuerte para superar cualquier distancia.

LA OBSESIÓN DEL MAFIOSO//hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora