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El aire se sentía pesado en la sala de estar, lleno de la tensión acumulada tras la discusión. Felix, furiosa, miraba a Hyunjin con los ojos llenos de lágrimas. La niñera de Eunchae había estado demasiado cerca de él, y eso la había puesto al límite. La imagen de Hyunjin sonriendo y riendo con otra mujer la consumía de celos y frustración.

—¡No puedo creer que no lo entiendas, Hyunjin! —gritó Felix, sus palabras llenas de rabia—. ¿Qué te hace pensar que estoy bien con esto?

—Felix, no es lo que piensas. Ella solo está cuidando a Eunchae —respondió Hyunjin, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba.

—¿Cuidando? —replicó Felix, cruzando los brazos con desdén—. Eso parece más como una excusa para que te acerques a ella. ¿Cuántas veces más necesito decirte que me incomoda?

Eunchae, que estaba jugando en el sofá, empezó a mirar a sus padres con confusión. El llanto de la niña hizo que Felix se detuviera por un momento, pero su enojo era más fuerte que el deseo de proteger a su hija.

—¡No puedes seguir ignorando cómo me siento! —exclamó Felix, acercándose a Hyunjin con un gesto desafiante—. Siempre es lo mismo, como si mis sentimientos no importaran.

Hyunjin frunció el ceño. —¿Sabes qué? A veces creo que te enojas sin razón. La niñera solo está haciendo su trabajo. No puedes esperar que me aleje de todos los que se acercan a nosotros.

Felix sintió cómo la ira le subía por el pecho. —¡No estoy enojada sin razón! —gritó—. Estoy harta de que siempre estés rodeado de mujeres. Nunca puedo sentirme segura de ti.

—¡Eso no es justo! —respondió Hyunjin, su voz alzándose—. ¿Acaso no confías en mí?

—Confío en ti, pero no confío en ella —dijo Felix, señalando hacia donde había estado la niñera, que ahora se había ido—. Eres tan encantador, Hyunjin. No puedo evitarlo. La gente se siente atraída por ti.

El tono de Felix había cambiado, y el dolor en su voz resonó en la habitación. Pero en lugar de apaciguar la situación, solo sirvió para que ambos se enredaran más en la discusión.

—¡No puedes seguir así! —gritó Hyunjin, frustrado—. No puedes seguir acusándome de cosas que no son ciertas. Yo estoy aquí, soy tu pareja, no ella.

Felix dio un paso atrás, sintiendo que el control se le escapaba. —¡No te estoy acusando! ¡Te estoy diciendo cómo me siento! —sus ojos se llenaron de lágrimas, pero estaba decidida a no dejarse vencer.

Eunchae empezó a sollozar, sintiéndose atrapada entre las voces de sus padres. —¡Mamá! —llamó la niña, sus ojos grandes y llenos de miedo.

La mirada de Hyunjin se suavizó al ver a su hija llorando. —Eunchae, cariño, no llores —dijo, agachándose para consolarla, pero Felix, consumida por el enojo, no pudo contenerse.

—¿Ves lo que haces? ¡Por tu culpa ella está llorando! —exclamó, señalando a Eunchae. Su corazón se rompía al ver a su hija así, pero la rabia seguía dominando su mente.

—¡Yo no soy el problema aquí! —gritó Hyunjin, sintiendo cómo la frustración se convertía en una tempestad. Se volvió hacia Felix, su mirada intensa—. Tienes que dejar de pelear. ¡Esto no es solo sobre nosotros!

Felix sintió que le estaban dando un golpe directo al corazón. —¿No? ¿Qué hay de lo que siento? —dijo, con la voz quebrada—. ¿Te importa?

Las palabras se dispararon entre ellos como balas, y cada uno sintió el peso de sus emociones. La discusión se intensificó hasta que Felix, incapaz de contener su enojo, golpeó a Hyunjin en el pecho.

LA OBSESIÓN DEL MAFIOSO//hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora