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Nuevos Desafíos

El paso de los días se fue sintiendo más pesado para Felix, pero también más satisfactorio. A pesar de las dificultades emocionales de Eunchae y la constante atención que requerían los más pequeños, el amor que compartían como familia seguía siendo lo más importante. Felix sabía que, aunque las preocupaciones y los retos se presentaran todos los días, cada sonrisa y abrazo que recibían de sus hijos hacía que todo valiera la pena.

Un día, cuando los tres niños ya estaban en su habitación jugando tranquilamente, Felix se tomó un momento para revisar los detalles de la próxima reunión de trabajo. Aunque su prioridad era la familia, las responsabilidades laborales seguían siendo una parte importante de su vida. No podía evitar pensar en cómo encontrar el equilibrio entre ambos mundos.

Eunchae, al igual que muchas veces, estaba sentada frente a la ventana, mirando hacia el jardín. Aunque aparentemente estaba tranquila, Felix podía notar una pequeña tensión en su postura. Se acercó con cautela, no queriendo interrumpir su momento, pero también con la intención de saber cómo estaba.

—Eunchae, ¿estás bien? —preguntó suavemente, deteniéndose junto a la niña.

Eunchae giró la cabeza lentamente, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de pensamientos. A veces, a pesar de estar rodeada de su familia, sentía que una sombra se cernía sobre ella, una sensación de incomodidad que no lograba comprender del todo.

—Mamá, a veces me siento rara. Como si estuviera en un lugar donde no puedo respirar bien, como si no estuviera completa —confesó Eunchae en un susurro, mirando el jardín con un dejo de tristeza.

Felix se sentó a su lado, tomando su mano con suavidad. Aunque no sabía exactamente cómo calmar esa inquietud, su instinto maternal la guiaba hacia lo que más necesitaba: comprensión y tiempo.

—Es normal sentirte así a veces, cariño. Todos pasamos por momentos donde no sabemos qué hacer o cómo sentirnos, pero quiero que sepas que estoy aquí para escucharte siempre —dijo Felix con una voz cálida, dándole a Eunchae una sensación de seguridad.

Eunchae asintió levemente, sus ojos mostrando un atisbo de consuelo. A veces, solo el saber que podía hablar de sus miedos con alguien tan cercano la ayudaba a lidiar con ellos. Aunque el camino hacia el bienestar no fuera fácil, tenía a su madre y a su padre para apoyarla.

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En otro rincón de la casa, Hyunjin estaba revisando algunas tareas de trabajo cuando escuchó un suave llanto proveniente del cuarto de los niños. No era un llanto fuerte ni desesperado, pero era lo suficientemente intenso como para que sintiera que algo no estaba bien. De inmediato, dejó de trabajar y se dirigió hacia el origen del sonido.

Al entrar al cuarto, vio a Taeyang, que estaba llorando ligeramente mientras se movía inquieto en su cuna. Ahyeon, que estaba cerca, miraba a su hermano con una expresión preocupada.

—¿Qué pasa, Ahyeon? —preguntó Hyunjin, acercándose a la cuna.

Ahyeon le miró con ojos grandes, mordiéndose el labio en señal de ansiedad.

—Creo que Taeyang está teniendo hambre, papá. Pero no puedo calmarlo —respondió la niña con una mezcla de incertidumbre y cuidado.

Hyunjin sonrió con ternura ante el gesto protector de su hija. Aunque era joven, se preocupaba por su hermano menor con una devoción que él apreciaba enormemente. Sin pensarlo dos veces, Hyunjin levantó a Taeyang y lo acunó en sus brazos, tratando de calmarlo.

—Es solo que tiene hambre, cariño. No te preocupes —le dijo suavemente a Ahyeon, quien lo miraba con un brillo de curiosidad y algo de inseguridad.

A los pocos minutos, el bebé comenzó a calmarse en los brazos de su padre, y Hyunjin lo llevó a la cocina donde Felix estaba preparando un biberón. Cuando Felix vio a Hyunjin con Taeyang en brazos, sonrió y se acercó rápidamente.

—Te lo dejo, ¿verdad? —dijo Hyunjin, pasando a su esposa al bebé que, ahora tranquilo, ya no lloraba.

Felix asintió y comenzó a preparar el biberón mientras Hyunjin observaba cómo la conexión entre madre e hijo era tan natural. No podía evitar sentir una inmensa gratitud por su familia, aunque sabía que la vida nunca sería completamente sencilla para ellos. Pero el amor que se brindaban mutuamente les daba la fuerza para seguir adelante.

—Felix… —Hyunjin empezó, mientras observaba a su esposa alimentar a su hijo—. Me alegra mucho ver cómo crecen nuestros hijos. No importa lo difícil que se ponga, siempre encontramos una manera de superarlo juntos.

Felix levantó la vista de la tarea en manos y sonrió suavemente. Sabía que su vida estaba llena de desafíos, pero también de bendiciones que no cambiaría por nada.

—Sí, siempre lo hacemos —respondió Felix, mientras le daba una mirada llena de amor a su esposo.

Mientras tanto, Eunchae y Ahyeon seguían en su propio mundo, cada una lidiando a su manera con las emociones que surgen en la infancia. Los momentos de tranquilidad como ese les recordaban a los padres lo importante que era crear un hogar lleno de amor y comprensión.

La familia Hwang, aunque rodeada de incertidumbre y dificultades, estaba más unida que nunca. Y aunque el futuro podría traer más obstáculos, los lazos que compartían los harían lo suficientemente fuertes para superarlos.

LA OBSESIÓN DEL MAFIOSO//hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora