What I think when the aphobia hits me.

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La última vez que te vi escuché a mi corazón partir.

Dejó mi pecho y te siguió seguro de que al verlo rogando por tu amor lo tomarías entre tus manos y lo aceptarías como parte de tú yo.

Y vaya que lo tomaste con cuidado, lo envolviste en tus manos y le depositaste un beso que me dejó volando.

Lo guardaste con cariño y te alejaste, sin darte cuenta de mi caída aterrorizante.

Desde ese día camino sin sentido intentando escuchar los latidos de mi corazón perdido.

A veces lo siento cerca, en ocasiones extraordinarias, pero pronto me doy cuenta de que es solo un efecto fantasma.

Lo que tenía a tu lado jamás se ha repetido, mis últimos verdaderos sentimientos se quedaron en ese corazón que partió felizmente contigo.

Ahora son borrones, transparencias, visiones sin sentido y recuerdos mayormente perdidos.

Fuiste la última persona que me permitió sentir algo y desde ese momento en adelante todo en mí se quedó congelado.

Me he inventado amores y cosas que no siento.

He escrito poemas e historias a personas que no siempre entiendo.

Todo con el fin de que mi corazón lata tan fuerte que en algún punto de tu vida te des cuenta de que te quedaste con algo que no te pertenece.

Que despierte tu vergüenza y tu empatía, que regreses mi corazón desangrado para que nos llenemos mutuamente de vida.

Esa vida que dejé a los quince años con tu partida, esa vida que todo lo que me provoca es melancolía.

Yo sé que en su momento te pedí con la mirada que te lo quedarás como recordatorio de nuestra vida, pero no sabía los estragos que al bifurcarse nuestra historia causaría.

Tienes dos corazones que laten bajo tu pecho.

Dos corazones completos que saben que es el amor, mientras que de este lado yo tengo que aprender a diferenciar los tipos de atracción.

Solo lo quiero de regreso.

Aunque sé que nada cambiará con eso.

Cartas sin destinatario y otros poemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora