67

96 32 4
                                    


Antonia



Dejo el vaso sobre la encimera, con el pensamiento turbio y una sensación de vacío en el pecho. Me pongo la palma al nivel del corazón, y en ese momento Rosi tira de mi brazo.

—Anto, Gastón está en la puerta —masculla Rosi, agitada—. Dice que quiere hablar contigo, pero...

Sin pensarlo dos veces, la rodeo y camino hasta el recibidor.

El rostro de él se ve demacrado, parece que no ha dormido bien en días, y eso me provoca un poco de ansiedad.

Emilio no dudó en decirle que se quedaría con él si se lo pedía. Eso me tiene confundida y un poco... decepcionada.

—Hola —no sé qué otra cosa decirle.

Mimi se incorpora en uno de los sofás, las cejas enarcadas. Luego Rosi se coloca a su lado y ambas se ven incómodas.

Yo también lo estoy, pero en lugar de demostrarlo, me guardo las manos en el pantalón y espero.

—Quería preguntar si Emilio le dijo algo a... a ella.

Busco a mis amigas con la mirada, pero lucen igual o más confundidas que yo.

Lo sopeso unos instantes.

—Hasta a ti te trata con más decencia que a mí, ¿por qué? ¿Por qué incluso lograste que Emilio se fuera?

—Oye, idiota —Rosi camina directo a él, apuntándole con un dedo—, será mejor que te vayas o...

—Respóndeme. ¿Cómo lo convenciste de dejarnos?

Siento cómo se me hiela la sangre. Aturdida, apenas logro escuchar lo que Rosi comienza a gritarle a Gastón, hasta que no soy capaz de quedarme callada ni un minuto más.

Sonrío, quizá por impaciencia, quizá porque no creo que nadie llegue a tener nunca ese control sobre Emilio.

—Por favor, lárgate de aquí —suspiro.

—Que no se te olvide que esta también es mi propiedad —murmura, la voz enronquecida—. Tú eres la que no tiene nada que hacer aquí.

—¿Y todavía te extraña que tu hermano quiera irse? ¿Crees que no está cansado de ti? —le digo.

Se relame los labios, una sonrisa escéptica en el rostro.

—¡Quiero que te largues de mi hacienda y que no vuelvas a poner un pie aquí!

Asiento, sin cambiar mi expresión. Elevo el mentón y doy un paso hacia él.

—Eres una carga para tu hermano, es natural que quiera alejarse de ti si solo le causas problemas.

Finalmente, logro que guarde silencio. Sus reclamos son un sinsentido. Sé que lo sabe.

—Gastón —la voz de Emilio surge desde el umbral de la puerta—, ven afuera.

Le hace una seña a su hermano y cuando éste obedece como un cachorrito, asiente en mi dirección.

Pierdo de vista a Gastón, pero no a Emilio.

Ni Mimi ni Rosi emiten sonido alguno, y cuando él se aproxima a mí, algo en su mirada ha cambiado. No siento la misma calidez de cuando estábamos en la terraza ni el deseo de hace unas horas en el estudio, así que dejo de intentar leerlo.

—Confié en ti porque pensé que podías entender todo lo que esto significa para mí, pensé que la línea era clara, Antonia. —Entorna los ojos—. No hacía falta que le dijeras nada de eso.

Incrédula, miro a través del marco de la puerta. Siento un hoyo en el estómago, y en el pecho un dolor que no había experimentado jamás.

—¿Al menos me vas a preguntar qué fue lo que pasó?

—Te voy a decir qué sí me causa problemas: las personas que creen que saben cómo me siento. Eso sí que me fastidia la vida.

Niego con la cabeza.

—Lamento que tengas que oírlo de mí, pero Gastón y tú tienen una relación muy dependiente.

—Y me lo dices tú, ¿no? —Cierra los ojos con fuerza.

Entreabro los labios y respiro con agitación, conteniendo las ganas de echarme a llorar. Emilio aparta la mirada y sin decir nada más se va.

Trago saliva. No soy consciente de lo que pasa a mi alrededor hasta que los brazos de Rosi me rodean.

—No te preocupes, se va a arrepentir más pronto de lo que piensas. —Me da un beso en la mejilla y sale por la puerta también.

Permanezco estática en el mismo lugar. Cuando Mimi me acomoda el cabello detrás de las orejas, trato de concentrarme en su gesto y sus ademanes cariñosos.

—Estoy segura de que lo dijo sin pensar el tonto.

—Y aun así no lo puedo justificar.

Me giro lentamente y voy a mi habitación, convencida de que necesito estar a solas.

Todos tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora