Emilio
—No pensé que fueras a tener este tipo de conflictos con ella, Emi, lo siento mucho.
Estoy a punto de resoplar con fuerza, pero si lo hago Brandon va a pensar que estoy más afectado de lo que le estoy diciendo. Me paso la mano por la boca, contemplando a mi colega del otro lado de la pantalla en la laptop.
—Faltó a dos de mis clases, creo que la conflictuada es ella.
Las cejas de Brandon se arrugan hasta formar una sola en el centro de su frente.
—Estás enojado.
—No con tu hermana —admito.
No han sido días fáciles en La Generala. El dinero que mi madre me dio pesa en mi consciencia como un plato de plomo. Confesarle estas cosas a Brandon nos llevará por el mismo camino de siempre.
Prefiero evitar tocar el tema lo mejor que se pueda.
—Si es por dinero...
—El dinero se puede obtener con la venta de La Generala.
—¿Y?
—Que no quiero vender La Generala.
Brandon intenta sonreír, pero en cambio dice—: Mimi está vendiendo mucho. Me dijo mi papá que quieren que le compongas otra vez.
Recargo la cabeza en la silla giratoria en la que me encuentro. Alguien toca a la puerta del despacho.
—Tengo que irme, te cuento después si Toni me perdonó.
—No es rencorosa —dice—. Cuídate, y no la llames Toni si no quieres empeorarlo.
Brandon corta la comunicación del video.
Después de que permito que entren, la persona que tocó a la puerta da unos pasos en el interior. Guardo el montón de facturas pendientes que tengo sobre la superficie antes de enterarme de que Gastón se ha sentado frente a mí.
—Pensé que no te gustaba sentarte aquí —mira alrededor con una sonrisa esbozada—. Cambias rápido de opinión, hermano.
Si me dijera de ese modo porque lo siente, estaría dispuesto a intentarlo. Pero nunca lo dice en serio. Lo dice para recordarme en qué situación estamos y la herencia tan sucia que nos dejó nuestro padre.
Carraspeo y cierro de un golpe el cajón, colocándole la llave de inmediato. Erguido ya, alzo las cejas porque no tengo la suficiente entereza para soportar esto. Hoy no. Estoy llegando a mi límite.
Pensé que no lo tenía, que por mi familia podía aguantar mucho...
—Me contaron que tuviste resaca el otro día —se arrellana en la silla—. Me acuerdo que mi papá bebía mucho mezcal también.
Hago una fuerte inspiración, sin saber de dónde me salen las fuerzas para no salir corriendo. A veces odio a mi padre. En ocasiones como esta, cuando sé todo lo que él hizo mal y todo lo que nosotros tenemos que pagar por ello.
—Deja de preguntar a la gente lo que hago o no —trato de relajar los hombros, pero las palabras me salen cortantes—. Si quieres saber algo me lo preguntas y ya.
—¿A cuál de las dos quieres llevarte a la cama?
Hago un mohín. Su cara tiene semblante serio, pero la mirada turbia que me lanza deja en claro que no se va a rendir, que cada segundo que yo permanezca aquí esta será la historia que estaremos escribiendo.
A pesar de todo, sé que Gastón no tiene la culpa. Es una víctima más de mi papá, y ni yo ni Lina vamos a poder reparar su situación.
—Preferiría que a las muchachas no les...
—Estoy bromeando, Emilio, sé lo incapaz que eres de copiarte de las cosas que hacía papá con cada jovencita con la que se cruzaba.
Si hay reproche en sus palabras, no lo distingo. La ventana está abierta y entra un soplido frío de aire. Aparto la vista y voy a cerrar.
Estoy tenso y disgustado, pero a Gastón no le importa nada de ello. Lo único que quiere es que estemos incómodos, quizá para sentir que su madre y él no fueron los únicos miserables.
—Te quería decir que ya llegó el pedido completo —dice a mis espaldas, al levantarse—. Y también que Antonia está en el salón de música hace rato.
No compruebo la hora porque no es necesario. Gastón se marcha sin decir nada más y me deja pensando que antes habló con Anto y de nuevo no sé lo que le dijo. Aparece una opresión en mi pecho cuando tomo un bloc con partituras para ir al salón, y no desaparece ni al desviarme hacia la cocina, donde me encuentro con Antonia.
Debería disculparme por lo que dije esa noche, pero sigo pensando que no necesita más problemas emocionales ahora.

ESTÁS LEYENDO
Todos tus secretos
RomantikaUn fracaso se puede interpretar de dos formas. Una, que algo se está terminando. Dos, que algo está por comenzar. Para Antonia, que estaba rozando la desesperación por no saber qué hacer de su vida, huir de las cámaras es exactamente aceptar que fr...