Capitulo 134

40 6 1
                                    

Rodrigo

Matías me miraba con esos grandes ojos llenos de inocencia mientras se alimentaba, ajeno a todo lo que sucedía a nuestro alrededor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Matías me miraba con esos grandes ojos llenos de inocencia mientras se alimentaba, ajeno a todo lo que sucedía a nuestro alrededor. Su pequeño cuerpo se acomodaba contra mi pecho, buscando consuelo, mientras mi mente seguía atrapada en el caos que había estallado entre Pablo y yo.

Pasé una mano suavemente sobre su cabeza, tratando de calmar mis propios pensamientos. Este era nuestro momento, el de Matías y mío, y no quería que nada lo empañara. Pero era imposible.

La traición de Pablo, o lo que creía que había sido, seguía dándome vueltas en la cabeza. Había querido confiar en él, había querido creer que nuestra relación era lo suficientemente fuerte como para resistir cualquier cosa. Pero ahora… todo parecía tan frágil.

¿Cómo llegamos a esto?

—Papi.

Mi corazón se detuvo por un momento al escuchar esa pequeña voz.

—¿Qué has dicho, pequeñito? —pregunté, apenas susurrando.

Matías abrió y cerró sus manitas de nuevo, mirándome con esos ojos llenos de inocencia, y volvió a intentarlo.

—Papi...

Una sonrisa emocionada se apoderó de mi rostro, y las lágrimas que llevaba reteniendo todo el día finalmente comenzaron a caer. No de tristeza, sino de una felicidad tan pura que parecía borrar todo lo demás, al menos por un momento.

Lo abracé con cuidado, mi corazón latiendo con fuerza.

—Eres increíble, Matías… Mi pequeño campeón.

Mientras me sumía en ese instante mágico, escuché la puerta de la casa abrirse. Me tensé al instante. No hacía falta mirar para saber quién era. Pablo había llegado.

Se quedó de pie en el umbral de la habitación, su mirada fija en mí y en Matías. Sus ojos estaban rojos, claramente había estado llorando, pero había algo más en su expresión: una mezcla de esperanza y miedo.

—¿Rodrigo? —preguntó en voz baja, como si temiera romper el momento.

Yo no respondí al principio. En lugar de eso, miré a Matías, que parecía fascinado por la nueva presencia en la habitación. Extendió sus manitas hacia Pablo, repitiendo su nueva palabra con emoción.

—Papi...

Pablo se llevó una mano a la boca, visiblemente conmovido, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¿Dijo… dijo "papi"? —preguntó con la voz rota, dando un paso hacia nosotros.

No podía negar que ver su reacción me tocaba. A pesar de todo lo que había pasado, este era un momento que ninguno de los dos podría olvidar jamás.

—Sí —respondí finalmente, mi voz más suave de lo que esperaba—. Su primera palabra.

Pablo se quedó inmóvil, como si no supiera si podía acercarse o no. Sus ojos se encontraron con los míos, llenos de arrepentimiento y algo que parecía ser desesperación.

El efecto [Pablo Barrios X Rodrigo Riquelme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora