Capitulo 132

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Rodrigo

Acabábamos de ganar al Osasuna por 1-0, con un gol de Julián, y eso nos permitía recuperar el liderato de invierno, superando al Madrid

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Acabábamos de ganar al Osasuna por 1-0, con un gol de Julián, y eso nos permitía recuperar el liderato de invierno, superando al Madrid. Yo no había jugado mucho últimamente, pero Pablo sí, y me alegró mucho verlo en el campo, especialmente después de que en el último partido le dieran un golpe en el tobillo.

—¿Estás bien? —me pregunta, con una preocupación que no podía ocultar, nada más terminar el partido.

Levanto los hombros, intentando restarle importancia.

—Sí, bueno… no pasa nada. Hay otros chicos que se lo han ganado, ¿sabes? —respondo en voz baja, tratando de hacer que sonara más tranquilo de lo que realmente me sentía.

Él me mira, con los ojos llenos de preocupación, y suspira.

—Dios, me duele verte así... —dice, y me abraza con fuerza.

Su abrazo es un consuelo, pero también un recordatorio de lo difícil que había sido últimamente. No sabía qué más hacer para ganarme la titularidad, pero lo que más me dolía no era mi lugar en el equipo, sino ver a Pablo tan preocupado por mí.

A veces, todavía no podía creer que este hombre tan increíble fuera mi esposo y el padre de nuestros hijos. Parecía un sueño del que en cualquier momento iba a despertar, pero no… Esto era real, y la vida que habíamos construido juntos estaba llena de desafíos, alegrías y mucho amor.

—Te prometo que todo estará bien —dice él, apartando un mechón de cabello de mi rostro con ternura—. Yo estoy aquí para ti, siempre.

Sonrío débilmente, aunque dentro de mí todavía resuenan dudas sobre mi futuro en el campo. Pero al ver su rostro, tan lleno de amor y apoyo, me siento más fuerte.

De alguna manera, sé que todo esto tiene un propósito, y que no importa lo que pase, siempre podremos enfrentarlo juntos.

La vida, a veces, tiene maneras curiosas de darnos lecciones que no esperamos. Y no pude evitar pensar que todo lo que había pasado hasta ese momento entre Pablo y yo, la relación perfecta, la familia que habíamos formado, tal vez era más frágil de lo que pensaba.

Después del partido, mientras celebrábamos en el vestuario con los chicos, me di cuenta de que Pablo no estaba a mi lado. Miré a mi alrededor y lo vi, unos pasos más allá, con una chica que no reconocía del todo. Su rostro me era familiar, pero no lograba recordar de qué. Lo que sí veía claramente era cómo ella le pedía un autógrafo y él, sonriendo como solo él sabía hacerlo, se acercaba para firmar algo en su camiseta.

No pensé mucho en eso en un principio. Quizá solo un admirador, una fan del fútbol, nada fuera de lo común. Pero entonces, lo que ocurrió después me dejó helado.

Pablo, sin previo aviso, bajó la cabeza y la besó. Un beso rápido, pero real. Un beso que no podía negar que me había dolido, como una daga en el pecho.

El efecto [Pablo Barrios X Rodrigo Riquelme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora