Capítulo 75

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Domingo 19 de mayo de 2027

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Domingo 19 de mayo de 2027.

Narrado por Amelia:

Mientras Isabel baja mis cosas del auto, entro a casa, ...y todo se siente extraño. Familiar, pero ajeno al mismo tiempo. El aire tiene ese olor a madera vieja y lavanda que siempre me ha gustado, pero después de tres días en el hospital y dos meses en el infierno, parece como si no perteneciera del todo aquí. Como si fuera una intrusa en mi propio hogar.

Doy un paso más y el suelo cruje bajo mis pies. Es curioso cómo se puede extrañar hasta ese sonido insignificante. Escucho el golpeteo apresurado de unas patas pequeñas. Roz baja las escaleras a toda velocidad, su pelaje esponjado y su cola levantada como una bandera de bienvenida. Se frota contra mis piernas y maúlla con desesperación, como si quisiera confirmar que de verdad estoy aquí.

—Hgola, cariño —murmuro, y me agacho para acariciarla. Su ronroneo es inmediato, como si quisiera darme a demostrar. Cierro los ojos y respiro hondo. Al fin estoy en casa.

—¿Te ayudo a entrar? —pregunta Isabel desde la puerta, con las llaves aún en la mano.

—No, ya estoy bien —respondo, aunque no sé si es verdad.

Miro alrededor. Todo sigue igual: la manta gris doblada sobre el sillón, la planta junto a la ventana medio seca, el reloj de pared marcando las 5:17. Pero yo... yo soy distinta.

Roz salta al sofá y me observa con esos ojos verdes llenos de curiosidad. Me quedo de pie, mirando la habitación. A pesar del cansancio, sé que esta es la primera vez en mucho tiempo que me siento realmente... en casa.

Mientras subo las escaleras pienso en mi embarazo, el doctor nos dijo que mi embarazo es de alto riesgo, con una alta probabilidad de nacer prematuro o simplemente no sobrevivir. Lo que me tiene aún más preocupada, mi mente esta echa un caos, mi cara esta por todos los medios de televisión y todos están especulando cosas.

Pese a todo lo ocurrido estoy feliz por haber salido de ese infierno. En el momento en que Daniel me iba a disparar en lo único que pensé fue en Isabel, en todos nuestros momentos jutas, en lo mucho que la amo y en la vida junto a ella que me perdería. Pensé en la vida que llevo dentro de mí y en lo mucho que deseo criar a nuestro hijo juntas.

Al llegar a nuestra habitación inmediatamente siento una enorme paz dentro de mí, Isabel deja el bolso con mis cosas sobre una silla y se acerca a mí.

—Puedo abrazarte? —me pregunta deteniéndose frente a mí sin llegar a tocarme.

No le respondo verbalmente solo la atraigo más hacia mí y la abrazo, sintiendo como todos mis miedos desaparecen entre sus brazos.

Isabel me envuelve con cuidado, como si temiera romperme. Su calor, su olor, su respiración contra mi cuello... todo me recuerda a que ya no estoy allí, que he vuelto, que estoy a salvo.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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