Capítulo 8: El último día de nuestras vidas

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Adelí
Mathews

―Alex...―comencé a decir un poco dudosa, era algo extraño, yo jamás me sentía así cuando le hablaba a un chico, aunque generalmente, eran ellos quienes me hablaban a mí―. Me preguntaba si tenías algo que hacer mañana después de clases―sin que mi cuerpo lo pidiera empecé a juguetear con mis dedos de manera nerviosa.

No sabía que era lo que me ponía más nerviosa, la respuesta de Alex a mi propuesta, o el que su odiosa hermana rubia oxigenada viniera a interrumpirnos y arruinarlo todo como suele hacer muy seguido. No le temía en lo absoluto, sino que la idea de armar un espectáculo frente a Alex discutiendo con su hermana hasta pisotearla podría no resultar atractiva para él. Pero eso no importa, pronto hallaría una manera de quitármela de encima, es por eso que ahora forma parte de mi demasiada extensa lista negra.

― ¿Mañana?―inquiere con voz temblorosa―. No puedo, es que vendré aquí al bosque con Sarah como todos los días.

Sarah.

Creo que el que se haya hecho repentinamente inseparable de Rihanna lo ha vuelto otro impedimento para mí, es obvio que Sarah está que se muere por Alex, y debido a que Rihanna me odia a morir―Lo cual es realmente fantástico―está del lado de ella, procurando que no me acerque a Alex ni un poquito.

Pero una rubia teñida no iba a impedirme nada. Yo siempre logro lo que quiero.

―Oh ya veo―murmuro entre dientes disimulando mi furia interna―. ¿Y qué harán...si se puede saber?

―Yo...―en ese instante, la sonrisa más bella que puede haber aparece en su rostro, y puedo notar como sus mejillas se tornan de un color rosado lo que le hace ver jodidamente tierno―. Pero prométeme que no le dirás―entrecierra los ojos.

― ¿Y cómo quieres que le diga si ni siquiera le hablo?―siento un nudo extraño formarse en mi garganta y la nostalgia aparece en cuanto pronuncio esas palabras.

No paro de acordarme de aquella discusión que tuvimos en su casa, sé que jamás debí haberle dicho eso, sé que estuve mal. La culpa no ha dejado de carcomerme desde entonces, algo que no solía sentir muy seguido.

Mi propia madre me lo había dicho antes, ella me llamó insensible, mi padre sólo había estado orgulloso, algo común en él, no era la persona más agradable del mundo aunque decían que yo era mucho peor, no le tomaba importancia. Claro que ninguno de ellos estaba enterado de todas aquellas veces que ponché las llantas de los coches de los maestros o introduje drogas en sus maletas para que los despidieran, sus reprendas sólo se limitaban a aquellas ocasiones que el director los mandaba a llamar porque había hecho llorar a algún alumno o padre de familia, algunas veces incluso no regresaban a la escuela debido a mí.

―Le pediré que sea mi novia―las palabras de Alex logran interrumpir mis pensamientos.

― ¡¿Qué?!―exclamo incrédula. Sentí una apuñalada en el estómago al escucharlo decir aquello.

Estúpida huérfana

Me faltaba el aire, no podía creer lo que había dicho, no podía ser cierto.

― ¡Cállense!―ordena Rihanna.

―Tú no me digas que hacer―me pongo a la defensiva. Estaba segura de que en ese momento podría arrancarle todos los cabellos de un solo tirón.

―Hablo enserio cállate―susurra, sin embargo ahora su tono de voz reflejaba miedo y angustia.

Es ahí cuando escuchamos unos pequeños ruidos detrás de nosotros.
Nos ponemos alertas y volteamos hacia el lugar de donde provienen, para encontrarnos con tres sujetos de pie a pocos metros de nosotros.

― ¿Quiénes son?―interroga Zack con firmeza.

Ellos no contestan, sino que permanecen de pie paseando su mirada por cada uno de nosotros. Uno de esos chicos se abalanza sobre Zack con una velocidad extraordinaria arrastrándolo por el suelo. Lo siguiente que hace me deja helada.

Lo estampa contra el suelo ocasionando un quejido de su parte y de un rápido movimiento se inclina para morder su hombro derecho.
Un grito desgarrador inunda el bosque, Zack se mantiene inmóvil mientras de su garganta salen gritos de dolor. Alex corre en su ayuda pero otro de los hombres lo ataca por la espalda colocando su mano en el pecho de Alex para después estrellarlo en el suelo con una increíble fuerza. Se escuchan gemidos de dolor provenientes de Alex, este se vuelve hacia nosotras y nos mira aterrado.

― ¡Corran!―grita.

El hombre que lo mantiene acorralado, se aferra a él y lo muerde en su pierna izquierda. Lo único que logro escuchar son los gritos de dolor de los chicos que yacen en el suelo. Fuera de eso no existe nada más. Una mano se aferra a mi brazo y tira de mi sacándome de mis cavilaciones, me pongo alerta y me vuelvo hacia la persona que forcejea para darme cuenta que se trata de Rihanna que me mira asustada.
Sin pensarlo dos veces cedo y ambas nos echamos a correr junto con el eco de los aullidos de sus hermanos.
Llegamos a un pequeño lago y nos dirigimos hacia el puente que lo cruza. Pero antes de que siquiera podamos llegar a la mitad de este, un hombre tira de Rihanna sujetándola con sus brazos mientras esta forcejea tratando de liberarse, el hombre deja salir un gruñido y entre tambaleos, ambos caen por el puente hacia el lago, hundiéndose en él.
Retrocedo con el corazón en la mano, corriendo hasta cruzar el puente, tropiezo al saltar una de las raíces de los árboles y antes de que pueda incorporarme y seguir, una mano se enreda en mi cuello elevándome.
El aire comienza a disminuir en mis pulmones y el dolor en mi garganta no hace más que aumentar con la fuerza aplicada por cada uno de los dedos que se encajan en mi piel. La mirada de mi atacante penetra en lo más profundo de mi alma, aquellos ojos inyectados en sangre que se clavan en mi persona como cuchillas afiladas. Sonríe de una manera realmente tenebrosa y en una fracción de segundo, siento como unos dientes se encajan en el lado derecho de mi cuello.

Las llamas dentro de mí emergen provocando un incendio abrasador, la sensación se extiende por todo mi cuerpo provocándome dolor, y nada más que dolor. A continuación el impacto de mi cuerpo contra el suelo, sólo se siente como un pequeño rasguño en comparación con lo que ocurre en mi interior. Y sólo logro ver fuego.

Fuego en todas partes

Consumiendo cada parte de mi anatomía. Los latidos de mi corazón son lo único escucho. Aquel sonido llegando hasta mis tímpanos provocando aún más dolor del que ya siento.

Y grité

Grite ya que era lo único que podía hacer.

Y lo hice como nunca antes había hecho, porque jamás había sentido un dolor tan grande como el que siento ahora.

Fueron segundos

Tal vez horas

Podría jurar que años

Y entonces todo se detuvo y sólo pude ver oscuridad.

The CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora