Capítulo 57: Matarla de nuevo

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Dicen que al llorar por un difunto, no le permites descansar en paz, pero...¿Qué es lo que haces al escuchar esto?...Llorar, seguir llorando, no lloras por alguien a quien no quieres, lloras por la pérdida de alguien a quien amas. Así que, cuando escuchas que te dicen eso, y tú haces caso omiso...

¿Significa que estás pensando en ti mismo, y no en la otra persona?

Si estas palabras fueran ciertas, al llorar no dejas a esa persona tranquila, mas sin embargo tú sigues llorando, sin ponerte a pensar en el otro...

¿Aun en estos casos el ser humano se comporta egoísta y solo piensa en sí mismo?

Es triste.

La risa es la forma en la que se manifiesta la felicidad, pero también hay muchas otras formas de hacerlo, se puede llorar de felicidad, pero, ¿Se puede reír de tristeza?
Llorar es la manifestación de muchos sentimientos, principalmente la tristeza, pero también están el coraje, la desesperación y el miedo.

Cuando lloras por alguien a quien no verás más, alguien con quien compartiste muchos momentos de felicidad, que amaste, una de las pocas personas que tenías. Merece la pena llorar por eso.

Pero... después descubres que todo era mentira, y que las lágrimas que derramaste por alguien que creías muerto, en realidad no lo está... y es ahí, cuando todo se va al carajo.

―Sarah...Sarah...―una voz a lo lejos me hace ponerme alerta.

―Deberíamos despertarla―dice otra voz.

―¿Y qué crees que estoy haciendo?―responde―. Sarah...―sus susurros se oyen cada vez más cerca, hasta que logro sentirlos a pocos centímetros de mí.

Abro los ojos lentamente, la luz excesiva en la habitación me obliga a cerrarlos de nuevo, pestañeo un par de veces hasta que logro adaptarme a la iluminación y distingo a las personas a mi alrededor.

―Ya era hora―Adelí, que se encuentra sentada en un sofá, roda los ojos al verme para luego prestar de nuevo atención a la revista en sus manos.

―¿Qué pasó?―digo sin pensar. Mi voz se escucha frágil, como si no la hubiese utilizado durante mucho tiempo.

―Te desmayaste―me doy cuenta de que Alex se encuentra a mi lado, recargado en la cama en que me encuentro.

―¿Hace cuánto tiempo?―coloco una mano sobre mi cabeza al sentir una pequeña punzada.

―Un mes―le escucho decir a Scord. Al instante me sobresalto y mi corazón comienza a acelerarse. Pryscilla pone los ojos en blanco y le da un pequeño golpe a su novio―. Tres días―ríe.

Llevo una mano hasta mi pecho tratando de tranquilizarme. Me recuesto en la cama de nuevo y me quedo observando el techo, recordando.

«No se puede revivir a alguien que no está muerto».

Las palabras de esa bruja viajan por mi cabeza.

«La chica a la que buscan no está muerta».

Comienzo a inhalar aire excesivamente, siento la mano de Alex rodear mi brazo tratando de tranquilizarme.

¡Ella está muerta...La vi morir!

Los recuerdos comienzan a fluir como si aún estuviese ahí, frente a su cuerpo sin vida.

Está muerta.

Sarah...Sarah―le escucho decir a Alex.

¡Murió frente a mis propios ojos!

Sarah tranquilízate...Calma...―me sacudo entre sus brazos.

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