Capítulo 17: Imánes

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Toco la puerta de la entrada un par de veces y me dispongo a esperar.

Debe de estar, no habré tomado la decisión equivocada.

No lo habré dejado ir...

Sólo espero que esté haciendo lo correcto. Solo espero que algún día me perdone.

―Pasa―La puerta se abre mostrándome el rostro de una chica que parece estar realmente enfadada.

Carraspeo.

― ¿Esta él?―digo dudosa. Aún no estaba segura de esto.

Aún no sabía por qué hacía esto...

Quería salir corriendo lejos de aquí, huir de toda esta situación. Pero no podía.

Estaba esa sensación...

―Te espera en la sala―la chica hace un ademán para que pase.

Entro a la casa y me dirijo hacia la sala, no sin antes ver como la chica sube las escaleras rápidamente dejándome sola. No se escucha ni un solo ruido, el lugar permanece en silencio absoluto, al localizarlo, le veo sentado en un sillón frente a la chimenea, pareciera que son kilómetros los que recorro hasta llegar hasta él.

Cuando lo miro, observo que tiene la mirada perdida, parecía una bellísima estatua. Sin mirarme, hace un ademán para que tome asiento.
Me coloco en un sillón frente a él, poniendo las manos sobre mi regazo, permanecemos en silencio durante unos minutos, mirándonos, como si no necesitáramos palabras para comunicarnos, porque ambos sabemos lo que pasa, trato de averiguar si hay algún rastro de enfado en sus ojos, pero lo único que veo en ellos es cariño y entendimiento. Lo único que veo es a él.

Carraspeo cuando el silencio ha empezado a ponerme algo nerviosa, se da cuenta de ello y se incorpora levantándose del sillón. Sube las escaleras lentamente hasta que para en seco, no sé por qué hasta que me doy cuenta de que quiere que lo siga, entonces lo hago.

Entra a la habitación cerrando la puerta cuando ya he entrado yo, se recarga en ella y me mira pensativo.

― ¿Cómo te encuentras Sarah?―da un pequeño salto y camina en mi dirección quedando a un metro de distancia.

― ¿Bi...en?―hago una mueca de confusión...Esto es el colmo ahora no sé ni lo que digo.

― ¿Segura?―da un paso al frente.

Cuarenta centímetros...

―Sssí―paso una mano por mi cabello con nerviosismo―. Digamos que hoy no ha sido un buen día―comienzo a mecerme levantando mis talones.

―¿Por qué?

Treinta centímetros...

―Las personas que creí que conocer ahora son...diferentes―muerdo el interior de mi mejilla.

― ¿Y yo sigo siendo el mismo?―su cercanía hace que la piel se me ponga de gallina.

Veinte centímetros...

―No lo sé―susurro sin apartar la vista de sus ojos.

Diez centímetros...

―Te aseguro que no he cambiado nada―da un paso más ―. Al menos yo no lo he hecho...y necesito que me digas si tú...has cambiado.

―Alex―agacho la cabeza, ahora que estamos a pocos centímetros me siento un tanto incómoda, él es al menos diez centímetros más alto que yo, pero aun así me sonrojo al estar tan cerca de su rostro.

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