Capítulo 35: La marca

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—No—suelto en un suspiro.

Y es lo único que puedo articular con lo estoy viendo en este momento.

—No puede ser—digo con un hilo de voz.

Delineo con mis dedos el contorno del tatuaje.

Sin Don—susurro para mis adentros.

Sin Don...y todo por mi culpa.

Permanece con la cabeza gacha, ambos en silencio por lo que parecen ser horas, y eso es lo que más me mata.

—Anda di algo—por fin habla.

No contesto, porque no tengo la fuerza como para hacerlo, no podía creer lo que veía, había perdido su don, por mí. Más bien, por mi culpa.

—Lo siento—susurro.

— ¿Lo sientes?

Miro su tatuaje, molesta. Masajeo las letras con mi pulgar con la esperanza de que desaparezcan, pero no lo hacen, se quedan intactas, por más que restriegue mi pulgar en ellas, imborrables. No importaba cuanto lo intentara, aquello no era algo que desapareciera con agua y jabón.

—Sarah mírame.

No lo hago, su voz hace eco en la habitación y sus palabras vagan por mi mente. No podía ni mirarlo a la cara, no lo merecía, sentía vergüenza, odio hacia mí misma, me odiaba por hacerle esto. Debí dejarlo ir, jamás debí haber tomado el taxi hacia mi casa, no debí dejar que esto pasara.

¿Pero que iba a saber yo?... ¿Quién se iba a imaginarse que una miserable humana sería la responsable de la pérdida del don de Alex Pearson?... ¿Quién iba a imaginar que se enamoraría de mí?...

Posa su mano sobre mi mejilla, sus intentos de que lo mire a los ojos son inútiles ya que me mantengo la vista clavada sólo en el tatuaje de su muñeca.

— ¡Sarah!—repite esta vez más frustrado—. ¡Sarah!

Coloca sus dedos en mi barbilla, la levanta obligándome a mirarlo, y cuando lo hago, sus perfectos sus ojos azules perforan mi ser.

—Sarah...esto no es tu culpa—dice arrastrando las palabras.

—Claro que lo es—susurro.

—No, no lo es...yo decidí esto—levanta su muñeca—. Yo debo cargar con la ello no tú.

—Si yo me hubiera alejado nada de esto hubiera pasado, si hubiera ido con Tobías aquel día...—siento un enorme nudo en la garganta que me impide hablar, transformando mi voz en una quebrada y temblorosa.

Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pero la ola de emociones que se apodera de mí en estos momentos me impide concentrarme en una sola cosa a la vez. Debería estar feliz. Pero no lo estoy. No estoy feliz. La palabra felicidad no está en mi diccionario ahora, sólo puedo sentirme la peor persona del mundo, una completa, descarada y egoísta persona. Aquel día solo pensé en mí. No pensé en las consecuencias de mis actos, ni en lo que eso pudiera perjudicar a Alex, sólo pensé en lo que yo quería.

Ese no es un tatuaje.

Es la marca de mi egoísmo. Mi egoísmo humano.

—Si te hubieras marchado con Tobías aquella vez, eso solo habría causado que me diera cuenta desde antes lo mucho que me importas...—dice.

Pero aquello no me hizo sentir mejor. ¿Entonces no había forma de evitarlo? Me resulta increíble que incluso inconscientemente pueda dañar a las personas que quiero.

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