Capítulo 18: Peces Caprichosos y Aturdidores

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—Jamás me perdonaría si te hiciera daño—comienza a caminar y me apresuro para alcanzarlo.

Nadie dice nada más, solo permanecemos en silencio, escuchando los sonidos de la noche.

Me pregunto cómo los escuchará Alex. ¿Cómo los escuchará un vampiro?...Yo creo que tendría una terrible jaqueca debido al abundante ruido...O tal vez... ¿Cómo se sentirá ver lo que hay a kilómetros de distancia?...O tener mejores reflejos...No tener que respirar...Poder identificar cualquier aroma a kilómetros...Correr a gran velocidad...Defenderte de cualquier cosa con tu increíble fuerza...No envejecer y tener un atractivo fuera de este mundo.

Pero también me pregunto qué se sentirá no poder acercarme a ninguna persona con el temor de dejarla sin vida...

Alimentarme únicamente de sangre...

Ser una asesina...

Un demonio.

Sacudo la cabeza para borrar esa perturbadora idea de mi mente.

Llegamos a lo que parece ser un lago, el reflejo de la luna se aprecia en el agua cristalina, que está cubierta de flores flotantes y en el suelo alrededor del lago hay pequeñas flores de diversos colores pastel. Por un momento creo que este es nuestro destino, pero me sorprendo al ver que Alex aún sigue caminando. No voy detrás de él, sino que me detengo a ver la belleza del paisaje, estoy a punto de sentarme en el suelo a menos de un metro del lago cristalino cuando su voz me detiene.

— ¡Espera!—escucho gritar a Alex que llega a mí velozmente—. ¿Qué?—exclamo.

—Siento una mala vibra—se pone a olfatear como si fuese un perro a lo que suelto una risita, él me mira desconcertado y yo me echo a reír.

Sabía que lo hacía a propósito, los vampiros no tenían que olfatear de esa manera para saber que había algo cerca.

—Mira lo que tenemos aquí—escucho a una voz suave y femenina proveniente del lago, no me giro para ver quién es, sólo me quedo con la vista fija en Alex.

—Maldita sea—maldice en voz baja, lo que hace que el miedo se acumule dentro de mí y me pregunte quien es la persona a mis espaldas—. ¿Incluso aquí?—se queja ahora hacia la mujer.

—Qué casualidad encontrarnos—dice entre risas, unas agudas y aturdidoras risas.

No logro identificar de quien viene la voz.

— ¿Pueden dejar de reír? Me romperán los tímpanos—Alex masajea sus orejas haciendo una mueca de dolor.

Y era algo que comprendía, yo hubiese querido estar muerta en su lugar que oír aquellas voces agudas a un volumen excesivo. Entonces esas feas risas vuelven a escucharse, y caigo en la cuenta de algo.

¿Dijo... pueden?

Me armo de valor y giro sobre mis talones quedando de frente al lago. Me quedo boquiabierta al descubrir de quienes se tratan...

Son sirenas...

Comienzo a recordar todas esas terribles historias sobre ellas que estaban escritas en R.
Resultaba que, tan sólo una de cada diez sirenas era de buen corazón y las sobrantes no eran más que maldad pura. Doy un respingo al verlas y me aferro a Alex de su camiseta.

—Tranquila chica, solo cazamos varones—dice una de ellas al darse cuenta de lo asustada que estaba, cabello color blanco con mechones azul cielo, enormes pestañas y unos ojos incluso más bellos que los de Alex.

¿Acaso eso era posible?

Al parecer en el mundo sobrenatural, todo era posible.

— ¿Me imagino que sería del galán de Alex si aún fuera humano?—habla otra llamando mi atención, al verla en el lago, llegué a creer que se trataba de "Ariel la sirenita", era idéntica, desde el cabello rojizo hasta cada una de sus facciones.

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