Jamás había experimentado lo que es minar, o al menos eso supongo que hago al recolectar Vamperus, ya que es casi lo mismo que estar en una mina en busca de diamantes.
Lo peor, es picar la piedra para obtener el Vamperus, es la parte más difícil de todas, y la más cansada por supuesto ya que no hay manos de vampiros que puedan ayudarnos.
-Estoy harta-digo exhausta-. Esto es peor de lo que imaginé-me recargo en la pared de la cueva.
-Llevamos aquí quince minutos-dice Richard.
-¿Qué?-exclamo incrédula.
-Tal vez, si recolectaras los que no están incrustados a la pared, la cosa no sería tan complicada.
Me vuelvo hacia las enormes pilas de diamantes y suspiro profundamente.
-Sí, podría ser-digo antes de ponerme en acción.
-¿Cómo les fue?-le escucho decir a Alex cuando ya hemos subido.
Se encuentra echado en el sillón mirando la televisión, pero esta estaba apagada por lo que supuse que antes de que llegáramos estaba sumido en sus pensamientos, como últimamente le sucedía, era como si por un momento se escapara de este mundo, de todo lo que está sucediendo. A veces me gustaría poder hacer eso también. Escapar.
-Bastante bien de hecho, acumulamos un par de pilas de Vamperus...no gracias a Sarah, claro-dice Richard.
-La minería no es una de mis cualidades-digo con diversión.
-Querida eso se nota a leguas-responde Jennifer colocando un saco pequeño sobre la mesa.
-Andrew ¿Sabes prepararlo?-interroga Adelí, observando el Vamperus a distancia.
Resultaba extraño y a la vez divertido que los vampiros, criaturas abominables y los depredadores más peligrosos del mundo; tuvieran como debilidad a una simple piedrecilla transparente. Estaba la luz de sol claro pero eso sólo resultaba doloroso para ellos, en cambio el Vamperus podía matarlos.
-Por supuesto-dice con seguridad.
-De acuerdo. Manos a la obra-doy un aplauso animadamente que indica que todos pueden retirarse, lo cual hacen enseguida.
***
-Creo que te saliste con la tuya.
Me vuelvo de un sobresalto hacia la persona que está detrás de mí. Alex, me mira desde la puerta con los brazos cruzados, la pose de la vanidad. Clásico de Alex Pearson.
-Así es-digo.
Esto era lo nuestro ahora, hablarnos como si fuéramos dos adultos, compañeros de trabajo y discutir como madre e hijo, como si nada más hubiera pasado antes. Como si nunca hubiéramos significado nada el uno para el otro.
Tenía una estúpida banda color rojo alrededor de su muñeca, cubriendo su marca supongo, o tal vez ya había desaparecido y simulaba tenerla para no hacerme daño.
Y por un momento, la idea de que todos los sentimientos que Alex sentía por mí desaparecieran, me aterraba.
-Creo que...¡Bienvenida!-este da un paso en mi dirección, siempre con la mirada en alto.
Sus ojos azul zafiro daban pequeños destellos, aquí en Mellow Ville estaba casi siempre nublado. Es por eso que a los vampiros les encanta esta ciudad, así pueden mezclarse, pasar desapercibidos.
Alex esboza una sonrisa de aprobación, algo que muy pocas veces se ve en él.
De acuerdo, esto es raro.
ESTÁS LEYENDO
The Creatures
VampirosSarah Cooper creyó que su vida como estudiante en la Universidad de Mellow Ville estaría repleta de café, noches sin sueño y proyectos mortales, sin embargo, las cosas resultan diferentes al conocer a un chico de ojos azules del cual siente una mist...