Capítulo 20: Día mundial del Punk

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—Debo dormir—digo con ligera incomodidad, tumbándome en la cama con la decisión de ignorarlo por completo.

— ¿Qué?—no contesto, en lugar de eso, me tapo con las sábanas hasta la cabeza y esbozo una sonrisa burlona.

Espero un momento hasta que me aseguro de que se ha ido y cierro los ojos.

***

—No te acerques a ella—escucho decir a Rihanna mientras toma a Adelí del brazo y la aleja de mí.

La pelirroja antes de irse, me sonríe con malicia siendo sujetada ahora por los brazos de Zack, como si se tratase de alguna criminal.

— ¿Qué es lo que pasa?—pregunto mientras observo como se la llevan de la escuela en uno de los coches de los Pearson.

—Se niega a tomar sangre desde hace un mes—dice Alex en voz baja—. Debemos llevárnosla antes de que algo malo suceda...por favor no te le acerques, puede que no sea su intención, pero un vampiro no sabe lo que hace cuando tiene sed, y ella la tiene desde hace tiempo y hoy ha llegado al punto de no soportarla—me explica, yo sólo asiento sin poder evitar preocuparme por mi amiga.

Como si no supiera lo que eso significa. Todo esto es grave, Adelí Mathews no es la mejor persona del mundo, para ser específicos, en mis diecinueve años de vida, es la chica más cruel que he conocido, con ese rostro de supermodelo que a cualquier chico logra engañar y a cualquier chica de la escuela causar envidia. Aunque era de esperarse, es la hija de Robert Mathews, el tipo más egocéntrico y frío.

Su hija es aún peor.

Y no lo digo sólo yo, lo dicen también todas esas chicas que han intentado meterse con ella, incluso las que no, han sido pisoteadas por la hija del alcalde.

En pocas palabras. Adelí Mathews puede hacerte la persona más mierda si ella quisiese.

Y ahora siendo un vampiro, con toda aquella personalidad insensible y perversa intensificada, incluso se podría creer que carece de un corazón o hasta de humanidad. Aunque eso es en lo que uno se pone a pensar cuando conoce a Adelí, es técnicamente imposible, sólo un vampiro Selecto puede apagar su humanidad. Funciona como un interruptor, que se apaga y se enciende. Apagarlo es fácil, sin embargo encenderlo de nuevo es demasiado complicado, se necesita un ancla, algo a lo que aferrarte, una razón para sentir. Y Adelí Mathews, no tiene ninguna.

— ¿Y a dónde la llevan?—digo observándola, yacía recargada en la ventanilla del coche, su mirada oscura clavada en mi persona.

—Al bosque, lejos de las personas, a ver si se resiste tanto como para no cazar una ardilla que se encuentre en el camino—mira hacia un punto detrás de mí—. Bueno...debo irme, te espero en el auto—dice entre dientes mientras se aleja por el estacionamiento.

En el auto...

Alex se me llevaría a casa, en su auto, él y yo...solos. Quería gritar y saltar como una niña pequeña, pero la mirada extraña que tenía antes de subir a su coche me hizo girarme hacia donde miraba hace unos segundos, me encuentro a Tobías detrás de mí con una mueca en su rostro. De repente siento unas ganas inmensas de abrazarlo en estos momentos, sin embargo su expresión de seriedad me dice que no es buena idea. Así que me limito a esbozar una sonrisa contenida.

—Tobías lamento tanto no haber ido a tu casa—me acerco a él suplicante.

—No te preocupes, ya vi que estabas ocupada—mira a Alex a lo lejos—. Solo quería preguntarte si habías hecho ya la tarea de Química, me faltaron dos preguntas de anotar y...

— ¡La tarea de química!—exclamo al recordar que la habían encargado ayer y es para mañana—. No tuve tiempo de hacerla, lo siento.

—Parece que estuviste tan ocupada atendiendo otros asuntos que ni siquiera recordaste la tarea de química—dice en un tono de enfado.

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