Capitulo 42: Control

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Había pasado casi dos horas recostada mirando hacia el techo, el silencio abundaba dentro de la casa, lo que indicaba que Monique aún se encontraba en el hogar de los Pearson. Me había preguntado mil veces si debía decirles lo que había sucedido esta tarde con las brujas, sobre la deuda de Elízabeth conmigo, y el como aquel traumático momento me había hecho sentir, pero una parte de mí me impedía hacerlo, ya que eso sólo preocuparía más a Alex y por ahora en lo único que debía preocuparse era en no drenar a alguien, y admito que en algún punto, creí que no sería capaz de tener el control, pero hasta hoy se le ve bastante bien.

El tono de mi celular logra interrumpir mis pensamientos, rápidamente llevo mi mano hasta el bolsillo de mi pantalón esperando a que el nombre de Alex aparezca en la pantalla, pero me sorprendo al ver que no se trata de él, sino de Rihanna. Tardo dos segundos en contestar llevando el teléfono hasta mi oído.

-Sarah...-su tono de voz sonaba con urgencia desde la otra línea.

- ¿Rihanna que sucede?-comenzaba a preocuparme, Rihanna me llamaba al menos dos veces por semana, y era sólo para decirme que le pasara la tarea de química.

Usualmente sólo se aparecía detrás de mí cada vez que algo ocurría o simplemente por venir a verme, lo cual era todo el tiempo; pero algo me decía que esta vez, la razón por la que ella no viniera hasta aquí era grave, algo que le impedía salir de su casa.

-Debes venir a la mansión, debes venir ¡Ahora!.

Había acabado de pagarle al taxista que me había traído al hogar de los Pearson, esquivo el auto de Alex y camino hasta la entrada. Apenas entré a la casa, Rihanna apareció frente a mí, su mirada reflejaba histeria total, mezclada con terror.

-Rihanna, sonabas muy alterada al teléfono ¿Qué ocurre?-digo acercándome hasta que ella me detiene elevando su mano, indicándome un "Alto".

-Llegué hace unos minutos, solo habían pasado un par de horas desde que me fui y...-se escuchaba nerviosa, desesperada.

-Rihanna calma...-sigo caminando hasta llegar a ella y coloco mi mano sobre su hombro tratando de tranquilizarla-. ¿Qué sucedió?

-No pude detenerlo...-su mirada se aleja de la mía para volverse hacia la estancia.

Lentamente, le sigo para mirar hacia donde ella mira. Casi se me cae el alma a los pies al ver lo que se encuentra frente a mí.

Bolsas de sangre vacías, esparcidas por todo el lugar, desde la sala hasta la cocina, incluso subiendo las escaleras, el lugar era un desastre, un terrorífico desastre. No tuve que analizarlo mucho para entender la situación. Entonces se me heló la sangre.

No...

-Se suponía que estaría llamando a la mesa de postres de mañana, ni siquiera hemos ido a recoger nuestra ración semanal de bolsas de sangre con Sandra-estaba aterrada, tan aterrada como yo lo estaba.

- ¿Dónde está él?-inquiero ligeramente desesperada

-Ese es el problema, ya no está.

- ¿A qué te refieres con que no está?-digo ahora histérica

-Se fue, y eso no es lo peor...-clava su mirada en mis ojos-. Fui a la cochera, se llevó su auto.

-Su auto aún sigue en la entrada-le digo recordando haber pasado junto a él hace un momento.

-Oh no, no hablo de ese auto, hablo de él auto-hace énfasis-. El auto que usaba para correr.

¿Qué?

- ¿De qué estás hablando?

-En su vida pasada, Alex ya se había metido a otro mundo, un mundo del cual realmente le costó salir-me toma de los hombros sacudiéndome un poco-. ¡No puede volver!

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