Te mueves en la cama sin parar, miras la hora por quinta vez, te destapas, suspiras, te tapas, vuelves a destaparte.
- Quieta.- se queja Ashton, soñoliento.
Te sientas en la cama y suspiras frustrada. Eres incapaz de dormirte. Sientes de tu cuerpo te pide a grito que saltes, corras o hagas cualquier cosa fuera de la cama. Te sientes totalmente llena de energía, hiperactiva.
Ashton alarga la mano y la deja sobre tu rodilla. Tiene la cabeza enterrada en la almohada y la manta le cubre allá hasta el bóxer.
- Dúermete.
- No puedo.
En cuatro horas tienes que levantarte. A este paso, irás a clase con ojeras.
Suspiró y se hizo a un lado, casi quedándose al filo de la cama. Abrió los brazos y cerró los ojos, cansados.
- Acurrúcate.
A pesar de no tener sueño, estar en sus brazos te relajó.