Si existieran premios para las personas ordenadas, tú no ganarías.
Removías los cajones de tu armario, buscando un par de bragas que no se trasparentaran con la falta blanca que pensabas llevar puesta. Estabas histérica porque sabías que Luke estaba esperando por ti en el salón, junto a tus padres. Nunca antes se habían conocido y estar tanto tiempo juntos no sería una buena ocasión para no estar incómodos.
- ¡Por favor!
Lanzaste todos los pares de calcetines al suelo y buscaste al fondo de todo el desorden. A último remedio tendrías que cambiar la falda pero te gustaba demasiado y querías sentirte guapa en la cita.
Corriste al baño de tu habitación, dejaste la toalla que te estaba tapando el cuerpo y volviste al cuarto para empezar a vestirte. Cuando miraste todo el desorden, te diste cuenta de que aun no tenías bragas blancas.
- ¡Venga ya!
Te agachaste para poder ver debajo de la cama. Nada.
Por una vez en tu vida entendías que tu madre te obligara a ordenar la habitación. Estaba hecha un desastre.
Corriste de nuevo al baño y miraste en la cesta de ropa limpia que tendrías que haber doblado hacía días. Nada.
Volviste a revisar, desnuda, los cajones.
Justo cuando creías que tendrías que vestir con los mismos vaqueros de siempre, encontraste una.
- Me están matando a preguntas.
La braga se cayó al suelo y probablemente, cayó con tu dignidad.
Luke estaba en la puerta de tu habitación, mirándote totalmente rojo. Probablemente, más rojo que tú. Intentaste taparte con las manos pero no sirvió de mucho.
- ¡Fuera!- gritaste con la cara ardiendo.
Asintió como diez veces pero no se movió. Estaba paralizado. Toda su cara, manos y orejas estaban tan rojas como la pared de tu cuarto.
Corriste hacia el baño y gritaste cuando cerraste la puerta.
Las bragas seguían en el cuarto.
Unos vaqueros y punto.
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Aleave
