- ¡Eres un estúpido!
Una cosa llevó a la otra y acabaste discutiendo con el que era tu novio. Normalmente peleas bobas como la que desató el caos, no llevaban a gran cosa. Aquel día, sin embargo, ambos estallasteis.
- ¡Y tú una infantil!
- ¡Yo no soy la que se pasa el día en pijama!
Aquello pareció hacerle gracia pero se levantó de la silla del restaurante y te señaló la puerta.
- Vete.
- No me da la gana.
El restaurante estaba vacío. Era un local medio abandonado que abría en contadas ocasiones y aquel día, asombrosamente, había un empleado dentro de la cocina.
Mike entrecerró los ojos y te miró durante largos segundos, esperando a que tú apartaras la vista primero. Cuando vio que no lo hiciste, se marchó.
- ¡Te odio!- gritaste mirándole la espalda, alejándose de ahí.
Se paró. Dio media vuelta y negó.
- ¿Me odias? Vaya. Pues yo a ti te quiero.- estaba dolido y se notaba.
Antes de poder reaccionar se marchó.