El despertador te despertó pero no tenías intención de levantarte. Alargaste la mano para apagarlo y volviste a cerrar los ojos. Con un leve bostezo, te juntaste a tu derecha, donde Ashton había estado durmiendo toda la noche. No estaba ahí.
- ¿Ash?
No pudiste ni levantarte porque sus manos te lo impidieron. Apareció justo detrás tuya, recién salido del cuarto de baño. Tenía el pelo mojado y tan solo un bóxer le cubría. Se tumbó encima de ti, escachándote, dejando suaves besos en tus hombros desnudos mientras se reía.
- Hola, preciosa.
Estabas desnuda, con apenas una fina sábana tapándote.
Jugueteó con tu cuello y, en un movimiento rápido, se metió junto a ti, bajo la sábana.
- ¿Cómo dormiste?- murmuró pegándose a ti.
- Genial.
Despertar junto a un chico perfecto, desnuda, con su olor en tu almohada, es mejor que nada.
- Te quiero, Ash.
Después de lo que pareció un millón de besos y caricias, murmuró junto a tus labios:
- Y yo a ti, preciosa.