Corres a la cocina de puntillas, sin encender la luz. Son las tres de la mañana y Ashton ronca en tu cama. Pese a que pensaste que era buena idea dormir con él, sus continuos ronquidos, abrazos, patadas y carcajadas no te dejan descansar. Es como dormir con un niño pequeño despierto.
Abres la nevera y das un saltito de alegría al encontrar el bote de helado sin acabar. Solo de imaginar lo rico que está, se te hace la boca agua. Sin esperar a que se descongele, coges una cuchara y te sientas en el suelo, junto a la mesa.
- Por Ashton.- murmuras.- Por sus ronquidos.
Sonríes por la broma que acabas de soltar, y comienzas a comer.
Dos horas después, no hay helado en ese gran bote de 4 kilos de la heladería.
Te sientes tan gorda que te ves capaz de rodar por el suelo y llegar a la cama en forma de rollito. ¿Deberías probarlo? Puede ser divertido. Riéndote, te tumbas, recoges las piernas y te impulsas por el pasillo.
- ¿Qué haces?
Ashton para tus vueltas, mirándote de brazos cruzados.
- Estoy rodando como una pelota.
- Por favor, dime que no te has comido lo que creo que has comido.- susurra, mirándote asustado.
Sin poder evitarlo, eructas.
- Es que el helado está riquísimo.
- ¡No puede ser!
Ashton da una patada a la pared, asustándote. Se lleva las manos al pelo y suspira muy fuerte, controlándose.
- Eres un desastre.- te dice, corriendo a la habitación para buscar su chaqueta.- ¡Eres un desastre!
Mientras tanto, tú sigues en el suelo, tumbada, mirando al trozo de pared que acaba de golpear con muchísima fuerza. Es la primera vez que le ves de esa forma. No te gusta nada esa faceta de él. No quieres volver a ver esa faceta de él.
- ¿A ti qué narices te pasa, Ashton?- reaccionas, poniéndote de pie.- ¡Casi rompes la pared!
Ignorándote, se calza los zapatos y sale de la habitación, dirigiéndose a la puerta de salida.
- Estoy cansado ya de tu actitud de niña chica. ¡Te dije que no te lo comieras! ¡Te rogué que no lo comieras sin mi!
Sin mirarte, sale dando un portazo de tu casa.
¿Tan dramático es tener una novia golosa?
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