El camino al altar

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Se que es loco, pero cuando desperte, lo primero que pense fue que necesitaba patinar, dude un momento si era o no lo correcto, pero los nervios se me clavaban como dagas al rededor del abdomen. Aun lo pense largo tiempo, pero cuando  volvi en mi ya estaba saliendo de la casa hacia la pista de patinaje.
Estaba nerviosa,ansiosa,  y solo la constancia del hielo podia devolverme a la que yo realmente era, a la yo que hoy uniria su vida al hombre que mas amaba en la vida.
-Sabia que estarias aqui...
Era Nana, que me miraba de frente con sus vivacez ojos en medio de su corrugado rostro. Segui patinando mientras me hablaba.
-No te asustes. Vine a hablar contigo.-Hizo una pausa que interprete como duda- Tu... ¿Estas segura de casarte?
Me indigno su pregunta, no habria aceptado la propuesta si no estuviera segura de ello. Yo queria a André, mas aun,le amaba... e iba a formalizarlo todo hoy.
-Si-Murmure masticando las ganas de mostrarle que no era la pregunta mas apropiada, mucho menos a horas de mi matrimonio.
Me fui tranquilizando a medida que mis patines iban de aqui alla en el centro de la pista.
-Hoy es un dia muy especial, mi niña. Seras... una mujer, la señora Accault.
Sonrei ante lo bien que sonaba, estaba contenta, efervescente en el interior. Pronto tuve que salir de la pista, para prepararme. Estaba proxima a la ceremonia del civil, el vestido, los zapatos, todo. Todo estaba listo cuando sali de la ducha, solo era cosa de secarme el cabello para sentarme mientras mamá y Nana se dedicaban a adornarme. Parecia una muñeca, de aquellas que vistes y peinas a voluntad... la verdad era que los nervios no me dejaban nisiquiera respirar tranquila, si la emocion aumentaba un poco mas mi pecho reventaria en coloridas mariposas.
Sali de casa radiante, con una sonrisa brillante estampada en los labios. Cuando llegamos al registro civil, estaban ya ahi los Accault. Decidimos que esto seria mucho mas intimo, por lo que solo estariamos ambas familias nadie mas, excepto Rosa y Maritza, que ya eran como de la familia, y la ama de llaves de los Accault.
André lucia tan guapo, en un traje negro, donde relucia una corbata burdeo, en medio de su pecho. Sus ojos brillaban y sus manos parecian temblar, en un acto de puro nerviosismo.
Respire con dificultad mientras caminaba hacia el. Envuelta en un vestido burdeo a combinacion, tratando de caminar tambaleante hacia la mesa donde mi novio me esperaba.
Sus ojos se fijaron en mi, y no solo los suyos, sino que todos me niraban como si se les hubiera olvidado como era mi rostro, como si hace años no me hubieran visto...
Cuando estuve junto a André nos tomamos de las manos mientras esperabamos que la ceremonia iniciara.
En menos de lo que esperaba, tuvimos que entregar nuestros documentos de identidad para formalizar la union, y firmar en un registro, mientras nuestros datos se estanpaban en una libreta que se nos entregaba como resultado del proceso civil de matrimonio.
-Señora Accault...-Susurro André, mientras se acercaba para besarme y sellar el compromiso.
Mientras el me besaba senti la electricidad recorrerme, la efervescencia, la emocion de ser la señora del maravilloso André Accault.
El almuerzo fue sencillo en un restaurant en la periferia de la ciudad. Era de ambiente frances y la comida me sabia a cielo, sobretodo si estaba tomada de la mano de mi flamante esposo.
El momento de tranquilidad duro solo por el almuerzo, pues luego del te (a causa que me negaron la posibilidad de postre, por culpa del vestido), nos dirigimos a la peluqueria donde Alejandro hizo maravillas con mi cabello y mi rostro.
No podia reconocerme como la chica sencilla que siempre habia sido, pero... mi imagen era wow, estaba impresionada. Alejandro siempre sabia que hacer, siempre me hacia ver la belleza que en mi habia, era una ventaja que Alejandro fuera homosexual, la comodidad se respiraba en el aire, mientras todo se convertia, como la oruga en su crisalida que de pronto, solo se encuentra volando rodeada de hermosos colores.
Cuando llegamos a casa ya eran las cinco de la tarde, solo tenia dos horas para estar en la iglesia, ahora los nervios afloraban mas que nunca y se incrustaban como agujas en mi abdomen, como si a casa momento la emocion fuera ahogandome un poco mas.
Ponerme la ropa interior no fue facil, para nada, pero lo logre sin ayuda, "es algo" pense mientras arreglaba el bretel que recorria mi hombro derecho en una cinta blanca cubierta de encage.
El vestido fue lo que mas me emociono, cuando me lo puse no senti nada especial, vamos, no es un efecto instantaneo. Pero, cuando me vi en el espejo... me senti, pues... como una novia.
Cuando mi padre entro a buscarme a las seis y media, me vio casi con lagrimas en los ojos, mientras me acercaba mi ramo de rosas blancas y lirios. Le abrace con la emocion que solo una hija unica puede darle a su padre... y aun sentia que se me hacian pocas las fuerzas para sostenerme abrazada a sus brazos que tanto tiempo me cargaron y me llevaron cuando mis pies no podian mas o me dormia en su espalda...
Los recuerdos de mi niñez se arrastraron a traves de mis mejillas en forma de lagrimas, no de tristeza... si no de emocion.

Subi al auto y en menos de lo que necesitaba estabamos llegando a la iglesia... pero nos mantuvimos a una cuadra, debido a que no me sentia del todo lista para llegar aun, los nervios no me dejaban respirar, pero las ganas de ver a André eran el impulso que gano la batalla y me llevo a la iglesia, cuando estuvimos seguros que todos los invitados y -obviamente- mi novio se encontraban alli.
Papá sonrio mientras me acercaba su brazo para comenzar a caminar al altar, nisiquiera supe que musica estaban tocando para marcha nupcial, ni cuantas camaras me cegaban con los flashes... solo me enfoque en el hermoso hombre que me esperaba al final de la alfombra color carmesi en la que caminaba.
Quise gritar, reirme, llorar, lanzarme a sus vrazos desesperada de estar ya a su lado, pero la mirada de todos puesta sobre mi, no me dejaba nisiquiera respirar, estaba agobiada en medio de tanta atencion.
No supe que hacer cuando llegue al altar, mi padre lo noto y me abrazo con fuerza para dejarme junto a Andre y tomar con fuerza la mano de mi novio.
La felicidad fue inexplicable, sus ojos puestos en los mios, brillantes, vibrantes. Su mano tomo la mia, la senti tan calida entre mis dedos.
El sacerdote inicio la ceremonia y el blanco de mi vestido se reflejo en todo, era como si Dios me hubiera enviado a este momento, si El estuviera aqui, si El... si estuviera exactamente donde debia estar.
Cuando llegamos a la parte de las objeciones temble como una hoja...
Pero me detuve cuando nadie levanto la mano, ni corrio gritando "yo me opongo" como pasa en las peliculas, suspirando mas relajada, dimos el si.
El tiempo se detuvo al final de la ceremonia, todo se detuvo... el tiempo... mi voz... mis pensamientos. Nisiquiera oi cuando el sacerdote dijo "puede besar a la novia".
Solo pude sentir el beso que, con tanta ternura planto André sobre mis labios. Solo pude responderle, mientras envolvia mis brazos alrededor de su cuello, rayos... estabamos casados... por fin.
Lagrimas quisieron rodar por mis ojos, pero mi ahora esposo las seco con una velocidad y ternura inmesurable...
-Me has hecho el hombre mas feliz de la tierra-Susurro mientras me miraba fijamente.
No pude responder, mi voz estaba ahogada en las lagrimas de felicidad que se agolpaban en mi garganta.
Salimos de la iglesia, con el arroz y los petalos de flores cayendo sobre nosotros con todos los buenos deseos de nuestros invitados.
Nos aseguramos de invitar solo personas que nos fueran agradables, sin nadie que nos molestara o arruinara nuestro dia.
Paseamos por la ciudad, fuimos ql muelle donde me propuso matrimonio acompañados del fotografo que guardaria estos recuerdos en albumes que pudieramos admirar una y mil veces.
Nos fotografio aqui, en la pista de patinaje-obviamente-, en algunos lugares emblematicos de la ciudad y otros dignos de admirar.
Llegamos al lugar donde se celebraria la fiesta, en un jardin enorme en medio de una reserva natural que mis padres lograron conseguirnos, alli me llevaban de pequeña... pude sentir ese amoroso gesto que traia mi infancia a mi boda... realmente lo agradeci, estaba mas que conmovida por el esfuerzo que habian puesto en hacer esto tan especial... de hacer de mi matrimonio el mejor momento de mi vida.
La fiesta inicio con nuestro vals...
Fue completamente magico...el suave movimiento,la ternura...
Papá hizo un brindis que jamas podre olvidar...
"Querida hija-dijo con lagrimas en los ojos- se que de entre todos aqui, he sido quien menos te he apoyado, pero ahora... te prometo que jamas dejare de apoyarte en lo que decidas en tu vida. Y hoy, que eres la señora Accault, felicito y en parte compadezco a André porque ahora tiene a una persona tanto valiente, como temerosa, independiente, y algo testaruda... pero es alguien muy especial que va a hacer lo posible por hacerte feliz y que espero, la hagas igualmente feliz, si no te las veras conmigo".
Quise llorar, y asi lo hice, mientras papá me abrazaba con el calor que solo el podria brindarme. Cuanto extrañaria vivir con mos padres...
La cena estuvo deliciosa, sobretodo el postre... fue un placer enorme sentir la suave consistencia del mousse y el intenso sabor a chocolate.
La fiesta se alargo entre bailes, saludos y felicitaciones.
El momento del pastel fue dulce- y no solo por el sabor del cheessecacke de arandanos que pedimos fuera- si no que cuando lo cortamos, nos dimos bocados mutuos que me supieron a paraiso... cuanto amor sentia por mi ahora flamante esposo.
Cuando nos hubimos despedido de todos... subimos al auto de André y nos pusimos en camino a nuestro nuevo hogar... o eso pense...

Huellas en el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora