Hogar, dulce hogar

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Cuando estuvimos en el aereopuerto tuve que tomar una desicion: si irme ahora mismo a buscar mis cosas o si ir a casa y descansar alli. Pero la ultima vez que habia estado en casa era solo yo, Alice, no la señora Accault, se me haria tan dificil volver y dormir en mi habitacion de soltera en lugar de al lado de mi esposo.
André me lo habia dado a escoger antes de que el avion tocara tierra, aunque me lo habia planteado con esa tierna expresion que me daba a entender que solo queria que estuvieramos juntos en nuestro hogar.
Mis padres me vieron largo tiempo, esperando a mi resolucion. Cuando vi los ojos brillantes de la señora Accault, que me daban a entender lo que ya sabia: que debia acondicionar mi hogar, lo que ellos solian llamar "nidito de amor".
-Bueno, iremos al departamento a dejar nuestras maletas e iremos por las demas-Dije con cierto convencimiento, quizas mas para mi que para mis padres.
-Mi bebé...-Papá me abrazo con fuerza mientras atraia a mamá a sus brazos.
Nos fuimos en menos de lo que esperaba. El departamento estaba ordenado y tenia ese aroma a limpio que tanto me agradaba. Lorde habia sido llevado a casa de un amigo de André, por lo que solo seriamos mi marido y yo, al menos hasta la noche.
Descansamos hasta la hora de almuerzo, retozando sobre el sofa mientras veiamos peliculas. La pereza nos habia golpeado fuerte en cada musculo de nuestros cuerpos, tanto que tuvimos que llamar para pedir pizza para comer.
Jamas habia visto a André tan relajado, era obvio que esta era su zona de comodidad, y me hacia mas que feliz saber que yo formaba parte de ella.
Fuimos a casa para ir por mis cosas y mis padres las tenian ya empacadas en el salon, de alguna manera sabian que tendrian que dejarme ir asi, y durante los dias de mi luna de miel empaquetaron todo para no hacer mas dificil el momento.
Como no tenia mucho en especial las cajas no alcanzaron a ocupar el lugar que esperaba. Me despedi de mis padres con cierta sensacion de libertad, mas cuando me despedi de Nana senti un vacio, esos vacios que hacen que dejes un trozo de tu corazon plantado alli, para que cada vez que Nana pasara por la que fuera mi habitacion sonriera y supiera que esta era la mejor desicion.
Lo cierto era que estaba ansiosa por despertar en una habitacion completamente nueva, pero me tranquilizaba saber que era propio de la situacion y mas aun que me mantendria solo a unos minutos de la casa de mis padres, por lo que no sentia esa imperiosa necesidad de abrazarme a mis padres y dramatizar diciendo: ahora se hara tan dificil vernos, tomando en cuenta que en menos de diez minutos caminando ya estaria alli.
Volvimos al departamento para dejar las cajas y luego fuimos a un mercado para comprar uno muebles donde pudiera dejar mis cosas o si era posible las de André y las mias.
Lo recorrimos con cierta fascinacion, encontrando un ropero espacioso que serviria para ambos. Y otroas objetos de rutina que nos harian falta.
Cuando llegamos a casa esperamos al experto que se encargaria de armar el nuevo ropero y desarmar el antiguo. Luego fueron horas de trabajo duro ordenando todo.. para cuando terminamos, todo lucia tan distinto-en el buen sentido- como si estuviera acondicionado a nosotros.

Nos sentamos con cansancio sobre el sofa, ya la noche se asomaba por la ventana y nuestros estomagos gruñian con furia. Esta vez salimos del departamento y nos dirigimos a dar un paseo. Las plazas estaban llenas de parejas caminando, niños jugando, jovenes en skate, patines y biblicletas, padres que paseaban con sus bebé en sus carritos. La noche era calurosa y el paseo era una forma agradable de tomar el fresco.
Traia puesto un short de mezclilla ue se disimulaba muy bien por la blusa larga que traia encima de la camiseta. Se sentia agradable la brisa recorrerme, sobretodo con el trabajo que habia significado arreglar el departamento a nuestro capricho. Nos acercamos a un restaurante y tomamos asiento con cierta alegria efervescente que despertaba las mariposas que aun se mantenian en mi vientre.
Comimos con tranquilidad, mientras conversabamos sobre el departamento, ya degustabamos el postre cuando André tomo mi mano llamando mi atencion.
-Ahora es nuestro departamento, tenemos que encargarnos de hacerlo nuestro hogar.
Sonrei mientras daba un sorbo a mi jugo, en verdad estabamos contentos, se notaba en nosotros, en la conversacion, en el mismo aire.
-Es por eso que quiero darte esto-Dijo, enfocando su mirada azulada en la mia, mientras me acercaba la llave del departamento.
Quise reir, y de hecho lo hice, senti esa sensacion de sentirse realizada, como cuando daba saltos en patinaje y salian fluidos, hermosos.
Pronto volvimos al auto, pues la luna ya se erguia sobre el cielo. Estaba cansada y poco a poco el sueño fue cayendo sobre mis ojos, pestañeando pesadamente hasta que me dormi pesadamente.

Cuando desperte las calidas sabanas me rodeaban y André estaba alli a mi lado, viendo television. Me acurruque en su pecho, era la hora en que la madrugada comienza a aclarar la oscuridad absoluta de la noche.
-Gracias por traerme a la cama.
-Era ue podia hacer, parecias tan cansada.
Me abrazo con cierta ternura que no pude rechazar, queria mantenerme alli aun mas tiempo, pero André debia umir a la oficina al menos durante la mañana y yo debia aprender a moverme en este nuevi espacio. Al menos por hoy me quedaria en casa, ya que mañana debia ir a entrenar, segun Rosa se haria una competencia dentro de cuatro meses y debia recuperar mi forma para entonces y volver a la dieta que habia abandonado hacia lo que me parecia mucho tiempo.
Nos levantamos con pereza para desayunar juntos, la ultima comida libre que se me permitiria.
-Ten cuidado-Susurro- Intenta no incendiar la casa y si pasa cualquier cosa me llamas.
Nos besamos largamente para dejarlo ir, entonces volvi a la cama para descansar aun un poco mas antes de iniciar mi dia

Huellas en el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora