31: Almuerzo

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Me acerco a Zad y le planto un beso en la mejilla dejando una marca de labial la cual limpio suavemente con mi pulgar derecho.

-No hubieses limpiado la marca de tus labios. -Sonríe -Estás más bella de lo normal.

-Gracias. Tu estás muy guapo. -Se enrojece.

Entramos al restaurante y nos sentamos en una mesa que está justo frente de una pecera que cubre casi toda la pared. El mesonero nos trae la carta del menú y se aleja unos pocos metros de nosotros.

-Es un poco romántico aquí, ¿no crees?

-Eso era precisamente lo que buscaba. -Lo veo enrojecer nuevamente.

-Eres una mujer decidida, eso me gusta.

Ordenamos ensalada César como entrada, paella como plato principal acompañado de una botella de vino tinto y de postre pedimos torta de chocolate. El mesonero se marcha con nuestra orden.

-Quiero besarte. -Le digo cuando toma un sorbo de agua. Lo observo toser y no puedo contener la risa.

-¿Quieres besarme? -Pregunta perplejo.

-Sí, he dicho que quiero besarte. ¿Está mal que quiera hacer eso?

Niega rápidamente con su cabeza y observa:

-No está mal, para mí sería un honor besarte.

Ruedo mi silla hasta quedar a su lado y me acerco lentamente hasta solo estar a pocos centímetros de él y cuando lo voy a besar llega el mesonero con nuestras entradas. Entre risas comenzamos a comer sin decir nada más mientras cenamos. 

Cuando nos traen el postre, Zad rompe el silencio y dice:

-Está delicioso, ¿no crees?

-Extremadamente delicioso. -Afirmo. 

-¿Nos volveremos a ver luego de esta agradable noche?

-Sí, y quiero que sea mañana en mi casa, haré un almuerzo, ¿quieres? -Lo miro interrogativamente.

-Por mí, encantado. ¿A qué hora? -Dice contento.

-¿A las 13:00 horas te parece bien?

-¡Excelente!

Anoto la dirección de la casa del abuelo en una hoja y se la entrego.

Al terminar el postre salimos del restaurante y Zad me acompaña hasta mi auto. Nos despedimos y cuando me va a dar un beso en la mejilla yo volteo la cara y lo beso en los labios, él corresponde inmediatamente pero  al paso de unos segundos yo me aparto dejándolo desear más. Me doy media vuelta y sin mediar palabras subo a mi auto y me pongo en marcha en dirección a mi casa.

Ha sido un largo día y necesito descansar, mañana será un gran día y estoy ansiosa porque llegue rápido, disfrutaré cada momento al torturar a Zad. De todos los asesinatos que tenía planeados, este ha sido el más anhelado por mí y ya mañana lo voy a realizar.

Al llegar a casa me tiro en mi cama y no alcanzo ni siquiera quitarme los zapatos del agotamiento que tengo. Es cuestión de segundos para quedarme dormida.

.............................

Despierto y diviso el reloj que está en una mesita justo al lado de mi cama, son las 06:17 horas. Me levanto y me doy una ducha. Al estar lista salgo de mi casa, subo al auto y conduzco hasta un restaurante del centro de la ciudad, compro comida para llevar y emprendo el recorrido a la casa del abuelo. 

Durante el camino solo puedo pensar en las cosas que quiero hacerle a Zad.

La casa del abuelo se ve tan sombría como siempre, y eso me agrada. Estaciono el auto y bajo con las bolsas que contienen la comida, me dirijo a la cocina y ordeno todo en la mesa. Escarbo entre algunos gabinetes de la cocina y consigo unas velas, las tomo y las acomodo en la mesa, todo está ordenado por esta parte, ahora me dirijo a la cueva, pero antes voy hasta la habitación que era del abuelo y reviso las mesitas que se encuentran a los lados de su cama.

-¡Aquí está! -Exclamo en voz alta con una maliciosa sonrisa en mi rostro.

Entro a la cueva y dejo el valioso instrumento en la mesa, es un corta tabacos de mi difunto abuelo, me va a ayudar mucho en la tortura de Zad. Extiendo un plástico en el piso de la cueva y ordeno bien mis instrumentos. Cuando la cueva está lista me aseguro de que en la mesita que está en la sala estén las gasas y que el cloroformo esté bien acomodado. Ya con todo listo me acuesto en el sofá de la biblioteca a esperar que llegue mi anhelada visita.

 Después de casi dos horas escucho el pito de un auto, me pongo de pié y camino hasta la puerta principal de la casa. Zad ya ha estacionado su auto al lado del mío y se baja lentamente. Camina hacia la entrada donde yo lo espero con una sonrisa hipócrita.

-¡Hola! -Exclama ansioso -Qué hermosa casa tienes. Es bastante alejada de la ciudad.

Le planto un beso en la mejilla y contesto:

-Gracias. Me gusta un poco la soledad de mi casa, es bastante acogedora. -Zad solo hace una afirmación con su cabeza.

Lo invito a que entre a la casa y lo dirijo hasta la cocina donde se encuentra en gran banquete, que se supone que yo preparé. Zad toma asiento y al destapar las bandejas deja escapar una exclamación:

-¡Wao! ¿Todo ésto lo preparaste tú?

-Sí, absolutamente todo. -Sonrío.

-Déjame felicitarte, porque esto se ve realmente apetitoso. -Se saborea los labios.

Comenzamos a comer y platicamos un poco sobre la cultura de nuestro país y sobre otras estupideces que no vienen al caso. Al terminar nuestro almuerzo invito a Zad a la biblioteca para mostrarle la gran colección de libros de mi abuelo, Zad acepta encantado sin saber lo que le espera en unos minutos. Entramos a la biblioteca y nos sentamos en el sofá, él admira el gran estante de libros y se pone de pié para tomar uno de los libros mientras que yo lo observo relajadamente

-¡Me encantan todos los libros que están aquí! -Exclama con gran regocijo.

-Voy por un vaso de agua. -Me pongo de pié -Puedes escoger uno, yo te lo voy a regalar.

Zad se voltea y me observa con sus ojos brillantes.

-¿De verdad?

-Sí, puedes escoger el que quieras. -Le brindo una sonrisa.

Salgo de la biblioteca y doy unos pasos hasta la mesita donde se encuentran las gasas y el cloroformo. Tomo una gasa y la mojo con mucho cuidado con el cloroformo. Camino lentamente hasta la biblioteca, escondiendo la gasa a mis espaldas y encuentro a Zad observando los libros.

Disculpen si hay faltas ortográficas.
¡Gracias por leer!

La Venganza de Samantha ✅🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora