28: Quiebre total

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A las 12:30 ya estoy en la cafetería esperando a Zad. Durante toda la mañana estuve en el hospital conversando con Sisly y su madre, luego las llevé a su casa debido a que a Sisly le dieron de alta. También tuve el placer de conocer a su bebé, una hermosa niña, tan distinta a su difunto padre, creo que será mejor para ella vivir sin él y no recordarlo. Estoy tan sumergida en mis pensamientos que no me fijo cuando Zad se sienta en la silla que está del otro lado de la mesa.

-¡Buenas tardes! -Exclama alegremente.

-Hola. -Respondo, y le brindo una suave sonrisa.

-¿Tienes mucho rato esperando? -Un mesonero se acerca y toma nuestra orden.

-No, acabo de llegar.

-Ah... mi nombre es Zad. -Extiende su mano.

-Mucho gusto, mi nombre es Wanda. -Contesto estrechando su mano y no puedo evitar reírme.

-Soy un tonto, no nos habíamos presentado. -Se ríe y yo hago lo mismo -Pude ver en tus papeles que eres de España. -Afirmo con mi cabeza -Pero lo extraño es que no tienes el acento español.

-Eso es porque en la zona donde vivía los habitantes no hablan con ese acento.

-Y lo más raro aun, es que una mujer tan hermosa como usted no esté casada.

-No es raro, los hombres que he conocido no dan la talla. -Digo riendo y Zad también se ríe cuando termino la oración.

-Ah... Buscas un príncipe azul. -Se inclina hacia atrás y se coloca sus manos en la nuca.

-No busco un príncipe, busco a un buen hombre. -Hago unos gestos con mi mano.

El mesonero llega con nuestra orden e interrumpe nuestra conversación. El menú es tortillas con miel y café con crema de leche.

-¡Buen provecho! -Exclama Zad al retirarse el mesonero.

-Gracias, igual para ti. -Sonrío.

Luego de nuestra merienda, salimos de la cafetería y caminamos hasta una plaza que queda a pocas calles de allí. Zad arranca una flor y me la entrega, yo la acepto fingiendo que me encanta. En realidad me gustan las flores, pero depende de quien me las regale. En mi mente los recuerdos de las flores y la pradera que me regaló Bod comienzan a fluir haciendo que una leve sonrisa se dibuje en mi rostro. Nos sentamos en unos banquitos que se encuentran en el medio de la plaza, Zad compra unos helados e iniciamos una plática sobre las cosas que nos gusta hacer, claro, que las mías son una total mentira.

Después de casi 30 minutos, a lo lejos veo la silueta de alguien a quien no esperaba ver, Bod. Viene acercándose lentamente a la plaza, trae algunas bolsas en sus manos y me aterra la idea de que me vea sentada aquí con este idiota, así que me apresuro y le digo a Zad que debo irme debido a que tengo una reunión muy importante. Zad al principio no entiende y luego solo me da una pequeña tarjeta con su número de teléfono y me pide que lo llame. Al terminar de despedirme, camino rápidamente en otra dirección, evitando que Bod me vea. Camino hasta donde dejé mi auto estacionado y justo antes de subir al auto una voz me detiene:

-¡Wanda! -Volteo y veo a Bod acercándose a mí rápidamente. Ya cuando está delante de mí, dice: -Te vi salir de la plaza y quise venir a saludarte.

-¿Me viste? -Pregunto un poco aterrada.

-Sí, bueno, solo vi que salías de la plaza. ¿Estabas en la plaza o solo pasabas por allí? -Su voz es tenue.

-Solo pasaba por allí...estaba a dos calles de allí visitando a un cliente.

-Oh... andas en horas de trabajo. No fue mi intención molestarte. -Se encoge de hombros.

-No molestas. -Hago un gesto con mi mano -¿Y tú a dónde vas o de dónde vienes?

-Eh... estaba comprando unas cosas y ahora voy a visitar a mi hermano -Dice mientras observa sus bolsas.

-¿Vive por aquí cerca?

-Sí, en la calle Real, a dos cuadras de la plaza. Le llevo algunos medicamentos y otras cosas que necesita. -Responde tímidamente.

-¿Está enfermo? -Pregunto arqueando mis cejas.

-Está en cama, sufre de tetraplejia a causa de un accidente en su adolescencia. -Su voz se escucha quebrantada.

-¡Oh! -Exclamo encogiéndome de hombros -Pobre. ¿Qué edad tiene?

-Tiene 26 años, es un año menor que yo. -Se queda un poco pensativo -Es mi único hermano.

-¡Lo siento mucho! -Le digo dándole unas palmaditas en el hombro.

-No te preocupes, ya me acostumbré. Él ya tiene 10 años en cama y así seguirá hasta que...muera.

-Que difícil para él y para sus familiares, y veo que a ti te importa mucho tu hermano. -Uso un tono de voz consolador.

-Sí, yo amo a mi hermano. Pero... -No termina la frase y sé que es porque le hace daño lo que me va a decir.

-Bueno, espero algún día conocerlo. Ya debo irme.

-Sí, ya lo conocerás. -Me brinda una leve sonrisa -Nos vemos pronto. Que tengas una excelente tarde. -Me planta un beso en la mejilla.

-Gracias, tu igual. -Sonrío.

Subo a mi auto, lo enciendo y conduzco hasta mi casa. 

Al llegar me dejo caer en el sofá de la sala y descanso por unos minutos. Luego camino hasta la cocina, me preparo algo para comer y me siento a observar las noticias en el televisor que se encuentra en la cocina. Al parecer aún no han encontrado ningún rastro de los dos hombres que presumen secuestrados, las autoridades permanecen investigando y mejor aun, no han encontrado el cuerpo de Pedro. 

Después de comer me encierro en mi habitación y busco un álbum que era de mi madre, me siento en la cama y comienzo a ver las fotos: casi todas son mías, pocas son de mi padre y al verlas siento un gran vacío dentro de mí y el vacío aumenta cuando veo las fotos de mi madre. El vacío se hace tan grande que me lleva al quiebre total... llorar hasta que ya no me queden lágrimas, eso es lo único que deseo en éste momento.



Disculpen si hay faltas ortográficas.
¡Gracias por leer!

La Venganza de Samantha ✅🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora