Era sábado por la tarde mis padres ya habían cogido el vuelo a Nueva York. Yo me ponía un vestido blanco que me regalo mi hermano por mi cumpleaños hacia un mes. Me encantaba como me quedaba porque me realzaba el pecho y las caderas me las hacían más pequeñas. Me maquille un poco y me dirigí al garaje a por mí Audi TT, me lo había comprado en Nueva York y mi hermano se encargo de todas las transferencias para que me lo trajeran a España. Ese coche me encantaba y lo mejor es que era mío. La fiesta era por la tarde en uno de los barrios más caros de Madrid, todo césped, casas grandes con piscinas y jardines. Aparqué. Mire a mi alrededor, casi todos eran coches de gama alta, mi hermana tenía un buen trabajo y su novio trabajaba en una gran empresa de coches, Mercedes. Con lo cual derrochaban el dinero por doquier, en cambio yo era más cabeza loca, podía haberme quedado con mi hermano y ganar una gran pasta pero decidí regresar a casa. Anduve por el césped enmoquetado mirando a todos lados intentando divisarlos pero no los encontraba, estaba sacando el móvil para llamarla cuando una personita muy chiquitita me abrazo la pierna. Era Carlita mi sobrina. Ya tenía 2 años apenas había estado con ella desde que nació…pero aun así me adoraba.
-Hola preciosa –Dije cogiéndola en brazos, después le di varios besos – ¿Donde está mama? –La niña señalo un banco. Allí, sentada mí hermana con su pancita de 7 meses hablaba con dos mujeres rubias.
Estaba nerviosa por reencontrarme con ella después de tanto tiempo, varias veces me había echado en cara que no fuera a verla más de seguido pero yo me excusaba diciéndole que tenía mucho trabajo en Nueva York. Mi relación con ella se enfrió durante estos años, yo me aleje de todos, me despoje de mi antigua personalidad endureciéndome aun más. Con paso lento me acerque hasta el banco, la niña seguía en mis brazos callada como esperando a ver qué hacia su tía.
-¡Helena! –Exclamo mi hermana. Torpemente se levanto del banco y se quedo mirándome con cariño pero también con una mirada acusatoria. Me abrazo yo le respondí el gesto, le había echado de menos pero nuestras vidas eran diferentes, siempre lo fueron – ¿Acabas de llegar? –Me interrogo, yo asentí – ¿Te quedaras toda la noche verdad? Tengo que enseñarte la casa además necesito que te ocupes de Carlita, Carlos está hablando con todos ya sabes que es muy sociable y yo no puedo moverme mucho. –Me estaba echando la bronca a su modo. Yo no pude más que aceptar.
-Tata vamo jugar –Me dijo la niña. No tenía muchas ganas pero quería apartarme de la mirada de reproche de mi hermana. Cogí a la niña en brazos y me dirigí a los columpios.
-Tata suelo. –En cuanto la baje empezó a correr –Tata cógeme –Yo le sonreí, esa niña era encantadora igual de tierna y cariñosa que su madre y de energética que su padre. Corría más que yo aunque con tacones tampoco podía hacer mucho. Cuando la cogí por detrás dio un gritito de sorpresa y empezó a reír mientras le hacía cosquillas, sus pequeños dientecillos blancos asomaban por su pequeña boca.
-Tata ota ve. Ota ve –La deje de nuevo en el suelo. Comenzó a correr hacia atrás
-Carlita que te vas a caer –Le advertí pero mi sonrisa no desaparecía y esa niña era la culpable –Te voy a pillar –Corrí un poco y se acelero. Dio un gritito mientras le perseguía riendo, me sentía bien después de mucho tiempo. Tenía ganas de gritar que era feliz, que me daba todo igual, que era libre. Mis pulmones se llenaban de aire, aire limpio proveniente de esa felicidad que me llenaba por dentro y por fuera.
La niña corría de nuevo hacia atrás. Yo me agache como una boba mientras le sonreía. –Carlita, te vas a tropezar –Le dije. Había un grupo de hombres hablando y se chocaría si no hacia algo, pero fue tarde, se dio con una de las piernas y se cayó al césped. Me acerque corriendo porque estaba a punto de llorar.
-Tata pupa –Dijo con ojos vidriosos
-Te lo dije peque, ven que no es nada. Además le has dado al señor, hay que pedirle perdón. –La cogí en brazos mientras la niña se limpiaba los ojos, me dirigí al hombre. Pero antes de decirle nada él se giro. Todo mi mundo se tambaleo, dio un giro de 360º. Otra vez no…mi pasado de nuevo luchando por entrar en mi presente, me quede en shock tanto que no podía articular palabra, la sangre se me helo, el aire no llegaba a mis pulmones, me notaba pálida y fría como el hielo. Mis manos empezaron a temblar, bueno todo mi cuerpo. No sabía lo que hacer, ni cómo reaccionar, pero fue la niña la que hablo por mí.
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Un Disparo a mi Corazon 2: Solo Tu (PAUSADA)
ActionSecuela de Un Disparo a mi Corazon. Es recomendable leer la primera parte para entender ciertas situaciones que viviaran los personajes. Después del final tan traumatico por parte de Quino y Helena ambos han tomado caminos diferentes. Sus vidas han...