Capitulo 30: Lo Siento ¿Me Perdonas?

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Narra Quino

Cuando me desperté estaba solo en la habitación o eso pensaba. Al mirar al frente vi a mi rubita nadando en la piscina. De reojo mire la hora, eran las 5 de la tarde ¡Joder! Pues sí que había dormido. Me senté en la cama observándola. Nadaba genial. Recordé cuando fuimos a la playa, a Matalascañas cuando se tiro de la roca esa y nadó más rápido que yo hasta la orilla. Reí sin querer. Con paso lento para no entorpecer su concentración me senté en el bordillo. Su espalda ancha pero a la vez fina me fascinaba, todos sus músculos estaban prietos, sus hombros cuadrados. Lo reconozco, me tenía hechizado. Sentí un ligero empujón de mis pies y al no poder estabilizarme, acabe cayéndome al agua. Al salir a la superficie note como mi rubita se enganchaba a mi espada apoyando su mentón en mi hombro izquierdo. Su respiración me daba de lleno en mi cuello. Sus manos estaban entrelazadas en mi cintura, instintivamente las uní con las mías por debajo del agua, ella comenzó a jugar con mis dedos tocándomelos, quitando mis anillos de plata y poniéndoselos en sus dedos. Eso me hizo recordar algo.

Cogí su mano izquierda y la bese –¿Y este anillo? –Pregunté. Noté como tragó saliva fuertemente. Me giré para estar de frente. Apretaba la mandíbula con fuerza, creo que no pensó que me daría cuenta.

-Lo encontré en la maleta –Sus ojos mojados resplandecieron  aun más su verde esmeralda –Lo pusiste tu ahí. –Asentí –El otro día…me lo puse. Me lo fui a quitar pero –La vi tener su propia batalla interior y decidí hablar

-Lo puse porque me lo encontré. Cuando… -Hablar de nuestra ruptura siempre era difícil para los dos –Saliste de mi casa, lo tiraste por el pasillo. Una vecina lo encontró y lo guardé –Siento si te molestó.

-No importa –Era el anillo que le regale el día que fuimos al parque y sellamos nuestro amor, el que indicaba el inicio de nuestra relación. –Creo que debería quitármelo –Dijo sin mirarme. Admito que me dolió pero pensaba respetar sus decisiones. Se dirigió a la cama y lo guardo de nuevo en la maleta después se volvió a meter en el agua –Oye rubita, ¿Tu por casualidad no viste nada de lo que paso en el club? –Le interrogue. Ella me puso cara de póker y no supe porque pero intuí que pasaba algo

-No ¿Por? Me entere que alguien lo hizo explotar –Dijo mirándome a los ojos. Entrecerré los míos, una corazonada me hizo saber que mentía

-Ajam así fue. ¿Entonces ese día no fuisteis al club?

-No –Dijo jugando con el agua meneando las manos a los lados como si fuera un barco

–Es que veras…allí estaba lo de Galván. Lo descubrimos porque Ian, nos lo dijo. Y cuando nos soltaron fuimos a por ello pero la sala estaba vacía.

-No sé nada Quino –Dijo bruscamente. –No me interrogues como si fuera una de esas personas que te debe algo –Dijo con enfado

-Vale, vale –Dije alzando las manos en son de paz –¿Qué te parece si les decimos a Miriam y a Raúl que vengan a la habitación para bañarse con nosotros? –Le dije. Tenía que hablar con mi amigo con urgencia

-Okis. Te espero aquí –Antes de irme le bese.

Llame a la puerta de la habitación de Miriam. La chica me abrió con unos short cortos blancos, una camiseta de tirantes gris y una gran sonrisa de satisfacción, se notaba que se querían pero sobre todo que habían hecho el amor. Vi a Raúl que se estaba calzando el bañador

-Hola tío –Dijo riendo, definitivamente mi amigo estaba perdidamente enamorado de la chica –¿Que tal con Helena?

-Bien –Dije sonriendo escondiendo que tenía que hablar con él –Oye Miriam me ha dicho Helena que vayas a bañarte la piscina –Dije mirándola, ella asintió y se fue dejándonos solos

Un Disparo a mi Corazon 2: Solo Tu (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora