Narra Quino
Habían pasado cuatro días desde que destrozaron el local del viejo George y no encontramos nada sobre lo que buscábamos. Tanto Raúl como yo nos tirábamos de los pelos y para colmo ni Helena ni Miriam nos cogían los móviles y tampoco nos abrían la suit cuando íbamos a verlas. Ya no se nos ocurría que hacer, en serio. Estábamos desesperados incluso llamamos a Galván para decirle que abortábamos la misión pero nos dijo que ni se nos ocurriera o nos la veríamos con él. Eso no me solo muy bien, sino todo lo contrario, a una amenaza en toda regla.
-Tío deberíamos intentar volver al hotel de la chicas –Dijo Raúl –Quizás ellas oyeron algo
-¡Pero si no quieren abrirnos la puerta! –Dije desesperado
-Lo se
Estábamos en la terraza de la suit fumando unos cigarrillos para intentar tranquilizarnos. Desde nuestra vista se veía el hotel de ellas. Intente divisarlas pero no lograba ver nada.
-Está bien. Vayamos y arreglemos esto de una puta vez –Solté el humo y tire el cigarro al suelo para después pisarlo.
Con paso decidido fuimos de nuevo al hotel, estábamos esperando el ascensor cuando las vimos entrar por las puertas de la piscina, ambas reían con sus características melodías mientras iban agarradas de unos tíos fornidos y musculosos. Espera ¿¿Qué??? Ah no, por eso no pasaba. Di un paso y fui agarrado por Raúl. Me gire con enfado pero al ver como asesinaba con la mirada a los chicos que acompañaban a nuestras “novias” me di cuenta que tramaba algo.
-Vamos a ver hasta dónde llegan –Dijo serio
Narra Raúl
¿Con que esas teníamos no? Muy bien Miriam, si tú juegas yo también puedo hacerlo. Desde la distancia seguimos a las dos rubias. La piscina en forma de gota de agua resaltaba reflejando el sol de la mañana y calentando demasiado el recinto, las hamacas de color azul verdoso junto con palmeras haciendo sombra dejaban una imagen muy exótica. Las chicas se situaron en unas alejadas de la entrada, nosotros al no ser del hotel nos medio escondimos para no ser vistos ni por ellas ni por el de seguridad. Extendieron las toallas y se sentaron en las hamacas, de pronto Miriam, dejo caer su pareo para mostrar un bikini que me dejo sin aliento.
El color azul cielo con pedrería en plata resaltaba el perfecto cuerpo de mi novia llamando la atención de cualquier hombre cerca de ella. Rabie de celos. Quino me miro de reojo. No estaba acostumbrado a verme de ese modo. Normalmente era Helena el que le provocaba y yo el que intentaba tranquilizarlo pero esta vez me tocaba a mí. Pensé que solo se quedaría en eso, por desgracia me equivoque. Las dos rubias se metieron en el agua con el grupo de machitos rodeándolas, haciéndolas reír. Uno de ellos, moreno con ojos…¿Verdes? Creo que eran verdes, se puso a la espalda de Miriam y comenzó a hacerle un masaje. Mierda. Como siguiera mirando me lanzaba al agua ahogando al musculitos.
-Vamos a hacer que se arrepientan –Dije con enfado. Quino esperaba a mi lado también aguantando el impulso de saltar sobre el rubio que ahora mismo toqueteaba la cintura de Helena.
Agachándome con mi amigo siguiéndome, fuimos hasta las cosas de las chicas. Antes de cogerlas nos cercioramos de que no estuvieran mirando, a continuación, las arrastramos escondiéndolas detrás de una palmera lo suficientemente escondidas para que no las viera nadie pero para que ellas sí. Rebuscamos hasta dar con la tarjeta de la suit, Quino se la guardo en el bolsillo. Una parte ya estaba hecha ahora faltaba la que más me gustaba, joder a los musculitos. Solo llevaban las toallas pero mira por donde, uno de ellos dejo el móvil escondido. Rece porque no tuviera código ni patrón ni de esas mierdas y Voila! Si es que tanto musculo atrofia las neuronas. Me fui directamente a galería.
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Un Disparo a mi Corazon 2: Solo Tu (PAUSADA)
AksiSecuela de Un Disparo a mi Corazon. Es recomendable leer la primera parte para entender ciertas situaciones que viviaran los personajes. Después del final tan traumatico por parte de Quino y Helena ambos han tomado caminos diferentes. Sus vidas han...