Capitulo 9: Noche de drogas, tarde de diversión

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Al día siguiente era domingo con lo que tuve que ir a trabajar pero antes acompañe a Quino a ver al hombre que se negaba a pagar a Galván…la verdad poco pude hacer ya que alegaba no tener dinero y resulto ser mentira con lo que termino con una paliza en su cuerpo. Por la noche estaba inquieta ya que esperaba al nuevo inquilino de la banda de Galván, durante la noche me encontré con Raúl prácticamente ni me miraba, pasaba de mi. Admito que me dolía pero estaba enfadada con el por su forma de faltarme el respecto. Le vi tontear con Miriam, yo me limitaba a servir las copas pero más de una vez estuve a punto de llamarla la atención por descuidar su puesto. Una de las veces que subí al reservado yo sola, estaban todos hasta Ray…que ni sabía cómo había llegado sin que le viera.

-Helena –Me dijo Di Matteo. Al girarme para verle me quede sin palabras…la cara la tenia llena de heridas por suerte parecían todas superficiales. –Quiero hablar contigo –Sin darme opción se levanto cogiéndome del brazo y salió conmigo fuera del reservado –Sobre lo de ayer…

-Quiero que siga igual –Solté, el me miro sorprendido –Quiero que le quites la deuda a mi cuñado y tengo que…

-No Helena. Si lo hacemos…tendremos que poner límites…bueno ponérmelos yo. –Dijo molesto –He hablado con Galván.

-Ya lo sé pero me da igual, esto es entre nosotros no quiero que nadie más se meta de por medio. –Dije seria y segura –No me importa tener que drogarme y luego acostarme contigo si con eso consigo mi objetivo.

-Lo sé –Sonrió de medio lado con picardía –Dentro de un rato te doy un toque al móvil y hablamos –Acaricio mi mejilla –¿Quieres? –Asentí seria. Con lentitud acerco sus labios a los míos y me beso con violencia tanta que al separarme me mordió la lengua con fuerza haciéndome daño, me queje y el rio –Luego nos vemos.

Me dejo sola en mitad del pasillo, parpadee varias veces porque no estaba segura de lo que estaba haciendo pero luego me di cuenta de sí. Baje a la barra en donde la gente no paraba de entrar y pedir chicas a las cuales yo daba la carta y cobraba, siempre en metálico era una forma cobarde de no declarar ese dinero ni tampoco dar explicaciones a sus esposas o novias. Eran cerca de las 8 cuando Di Matteo me dio el toque, sin pensarlo le dije a Fabiola, ya que Miriam estaba todo el rato pendiente Raúl, que me reclamaban en el reservado. Mientras subía las escaleras mi cabeza iba a mil por hora…nada más llegar este me acorralo entre su cuerpo rodeándome con sus grandes manos, su lengua hizo fuerza para entrar en mi boca y no me pude resistir. Saboreo toda la cavidad como le dio la gana, tengo que reconocer que besaba bien pero no tanto como Quino incluso como Ray o el propio Raúl. Me hacía sentirme un poco guarrilla pero estaba dispuesta a todo con tal de que no involucraran a mi hermana en sus sucios negocios. Cuando se separo para coger aire me miro con el deseo prendido en los ojos…sin dejarme respirar volvió al ataque mientras sus manos subían mi camiseta rosa de palabra de honor y la tiraba a saber donde, yo pose mis manos en su camisa negra que tengo que decir como dato que le quedaba de lujo, deshice cada botón con rapidez y se la quite repasando sus voluminosos hombros bajando por sus brazos bien definidos y la tire al suelo del reservado.

-Oh Helena –Susurro. Me alzo de manera que mis piernas rodearon su cadera y nos sentamos en el sofá de cuero rojo cantoso. Movía sus manos por todo mi cuerpo con un poco de violencia y me hacía daño, me quejaba y el reía. –¿Te hago daño ragazza? –Dijo en plan gracioso, me cogió del mentón para que le mirara a los ojos –Tu cuerpo ha cambiado en estos dos años para bien –Volvió a besarme con insistencia metiendo la lengua hasta el fondo sin dejarme opción para respirar –Galván no me deja que te drogue pero he pensado que como me has dicho…esto es una cosa entre nosotros. –Se quedo mirándome serio –Lo haremos pero de otro modo, cada noche te meterás 3 rayas –Me tense bajo sus piernas –A cambio yo restare deuda, tampoco follaremos –Esto lo dijo con enfado –Pero no me privare de tocarte –Sonrió de medio lado -¿Estás de acuerdo? –Que decir… no me gustaba drogarme pero tenía que cumplir mi palabra así que asentí. –Sabía que no me fallarías. –Su mano izquierda se poso en mi espalda y desabrocho el sujetador dejando para su vista mis pechos, me sonroje. Sus ojos me miraron mientras sonreía de forma maliciosa, su boca juguetona chupo uno y luego otro robándome quejidos de placer, él no paraba de mover la cadera haciendo contacto con mi sexo que estaba caliente, note como su miembro se ponía duro. –Quítate los pantalones –Ordeno.

Un Disparo a mi Corazon 2: Solo Tu (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora