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Bufé de nuevo, rodé los ojos e imaginé que simplemente no me encontraba allí, era lo típico.

—¿Me estas prestando atención? —
Chilló mi madre.

—¿Acaso tú lo has hecho durante estos diecisiete años?

Una mirada de furia me fulminó y no tuve más remedio que asentir.

—Continua—Agregué indiferente mientras veía como sus finos labios rojos se movían y mis oídos no captaban ni una sola palabra.

Ya me estaba saliendo de mis casillas mientras ella hablaba como si su vida dependiera de ello y tan sólo patinaba sobre el mismo tema.

—Lo único que quiero es el bienestar de esta familia — ¡Bien, por fin un chiste!

—¿Acaso aún existe esta "Familia"? Porque si no ves esto está tan roto que apenas si parecemos conocidos—Refuté indiferente y a pesar de todo, esa mirada de desprecio y superioridad no desapareció.

No me culpen por mi actitud, pero si tuvieran a Vanessa como madre comprenderían mi martirio. Su mirada menospreciante era lo menos preocupante en ella, a pesar de que había aumentado con la muerte de mi padre y ahora yo era su sufrimiento diario.

¿Han escuchado la historia de Blanca Nieves? ¿Aquella en donde la malvada reina estaba celosa de la belleza de su hijastra? Bueno, papa solía bromear con eso, diciendo que mi madre veía en mi lo que ella siempre quiso ser: Una odiosa adolescente hormonal. Ah no, esperen... ¡Eso ya lo es!

Su odio hacia mí era irrefutable y prácticamente mi vida sería un plagio de aquella historia si no fuera por dos cosas:
Uno, ella no era ninguna madrastra, era mi legítima madre. La mujer que por obligación me cargó en su vientre por nueve largos meses...
Y dos, mi padre, en cambio, había llegado a nuestra familia cuando yo tenía tres años y había permanecido allí única y exclusivamente por mí, porque bueno, ¿Quién soportaría a la bruja de ojos grises que se hacía llamar su esposa?

Y es que con sólo mirarla cualquiera se preguntaba si se trataba de mi hermana o mi madre cosa que me había causado problemas en el instituto.

—Hay que pensar en el futuro—concluyó ella como si hablase para sí misma.

—Por lo menos tengo la satisfacción de que lo he hecho más de lo que tú lo hiciste—crucé los brazos esperando a que mostrara su verdadero ser, estábamos en público y esa faceta "Quiero tu bienestar y soy todo amor y paz" me estaba hartando.

La cuestión es que mi asombrosa madre me había tenido a los dieciséis. Y ya se podrán imaginar lo que significa tener una madre 34D, con complejo de Jessica Rabbit de tan sólo treinta y cuatro años.

—¡Haré lo que se me dé la regalada gana, Cinthia!

Tras el resueno de su voz sonreí con autosuficiencia y salí del instituto camino a casa.

Ni siquiera se molestaría en buscarme, probablemente ligaría un poco con mis compañeros y luego se dirigiría a casa en su hermoso auto mientras que yo tenía que caminar por un buen rato... Y saber que todo comenzó por una pequeña broma que le hice a la profesora... ¡No era para tanto, como si el cabello no creciera de vuelta!
El director llamó a Vanessa queriendo salvar a la niña problemas de quedar presa un día de esos... ¡Pero vamos! ¡Conociera a mi madre sabría que yo soy nada más que un angelito! Entonces ella decidió que algo hacía falta en nuestras vidas...
¡Y vaya que hacía falta! Aunque debo admitir que jamás me esperé su descabellada idea de adoptar un niño.

Sin reglas ni principiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora