Sin reglas ni principios

22. Black Pershing

Chillé con una eufória que no era de mi ser y de inmediato Ryan me miró esbozando una sonrisa.

—No sé por qué, pero han parado al comienzo de la calle. ¡Se han rendido!

Mi alegría desapareció una vez escuché su profunda risa burlona y apretando mis labios lo miré expectante.

—Tal vez simplemente no son tan suicidas como nosotros.

—¿A que te refieres?

Hizo una seña con su cabeza provocando que mi mirada diera directo contra la gran estructura blanca de una de las agencias de policía federal más imponente en el país.
—¿No es más efectivo colocar el arma en tu cabeza y disparar?— pregunté tragando en seco pero aún con la adrenalina activada tras el último encuentro.

—No sería tan divertido, además no deseo morir. Tras lo que ha ocurrido necesitamos protección — Hizo una pequeña pausa dedicándome una sonrisa maliciosa y luego de que mis ojos alcanzaran el blanco total continuó —como decía, necesitamos nuevas y mejores armas y un par de chalecos antibalas.

—¿Y pretendes entrar y pedirlos prestados? ¿Por que no también les pides el control de la nación?

Bufó deteniendo el carro a un lado del edificio y apoyándose en el espaldar me miró.

—Pretendo dejarte empeñada a cambio de un buen par de cosas.

Levanté las cejas viendo una increíble expresión de seguridad e incluso de disfrute y sin decir nada abrí la puerta del auto y luego de bajar camine hacia la puerta principal.

—No te lo tomes tan apecho,Sinny— comentó intentando no soltar una carcajada mientras me seguía el paso.

—¿Que tienes planeado Ryan?

—Tal vez llevarte a cenar, luego a un Motel...—se detuvo tan pronto como mi codo dió en su costado—¡Ah, te referías a esto! Bueno, yo voy a hacer lo mio mientras tu pasas desapercibida ¿Crees que sea una misión imposible? — indagó adelantándome para abrir la puerta antes de que yo lo hiciera.

—Para mi nada es imposible—Alegué cruzándome de brazos y llevando su mirada a mi pecho.

—Eso dices ahora— concluyó entrando como si fuese el dueño del lugar.

Imité su acción buscándolo con la mirada y encontrándolo apoyado en la mesa de recepción.

La oficial aunque notablemente mayor que nosotros comenzó a reírse y a mover su cabello mientras lo hacía, Ryan me miró de reojo soltando una sonrisa traviesa y acercándose un poco más a la mujer mientras le hacía una seña para que lo imitara.
La tipa se acercó y mientras él tomaba un mechón de su cabello y le susurraba algo al oído ella no podía ocultar sus coquetas carcajadas, nuevamente le indicó que se acercara y cuando lo hizo pronunció un par de palabras.
La mujer miró a su alrededor mientras yo me límite a permanecer apoyada contra la pared contraria mirando como Evans buscaba nueva madre.

Finalmente ella le pasó un papel y anotando un par de cosas lo colocó en el cuello de la camisa de mi... ¿De tu que?... Del idiota de Ryan.

Él sonrió una última vez repitiendo su rutina y guiñándole un ojo antes de dejarla babeando sobre el escritorio y acercarse a mi.

—Vamos, no es como si me fuese a acostar con ella, relajate—comentó con deleite.

—No estoy...—me interrumpió llevando unos segundos su dedo índice a mi boca y luego abriendo mis puños que ya se encontraban blancos.

—¿Decias?— Bufé sin saber exactamente cuando había reaccionado así y lo miré expectante—Ya está la primera parte—Alardeó con el pequeño papel entre dos de sus dedos.