14. || ¿Pregunta o responde? ||

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¿Cobarde? ¿Yo? Probablemente prefiero morir antes de lucir cobarde ante los demás.

Esa era la razón por la que me encontraba usando un fino traje negro y tacones mientras esperaba justo frente a la entrada, ganándome las miradas de todos los curiosos. No sabía a lo que me atenía y debo admitir que la adrenalina y el miedo causaban una extraña y peligrosa mezcla en mi sangre.

Vi llegar a Damian frente a mi levantando una de sus cejas y cruzándose de brazos.

—¿Qué? —pregunté provocando una sonrisa ladeada llena de superioridad.

Gruñí ante su actitud. Lo odiaba, odiaba a todos lo que tuvieran que ver con Ryan Evans. Es decir, ¡Se creían lo mejor!

Y aunque lo fueran, no tenían derecho de alardearlo enfrente mío.

—No está tan mal, tal vez esto pueda funcionar —le devolví una sonrisa llena de ironía.

—¿Exactamente qué va a funcionar?

Se agachó quedándose de cuclillas y viéndome desde esa altura.

—Creo que es momento de abrir tus ojos— alegó con algo de condescendencia — tu objetivo será señalado por Sue una vez estén allá. No es algo complicado ubicarlo, de hecho, ella se fijará en que sea el único con el que trate. Tan pronto como se retire, deberás ir por él. Hablale, coqueteale, haz cualquier mierda para que esta noche solo tenga ojos para ti. Quiero que utilices la misma técnica que aplicaste en Evans para que esté así de estúpido — hizo una pausa, mirando su reloj y señalando las manecillas para mi — Tendrás máximo una hora para lograr que te lleve a un lugar más privado. ¿Entendido?

Mi ceño estaba totalmente fruncido para el momento en que terminó de hablar. No sabía que era lo que me inquietaba más, qué dijera que Ryan estaba estúpido por mi culpa, Y no producto de su naturaleza, el hecho de tener que fingir una novela mexicana, no te ofendas México, podría vivir por tus novelas, o el hecho de estar ayudando una pandilla.

—Hey, ¿Entendido? —Asentí mientras él se colocaba de pie y me hacía una seña para que hiciera lo mismo—Entonces al auto, es momento de hacer tu aparición, princesa.

Comencé a caminar tras Damian hasta llegar a aquella puerta trasera que sospechaba debía tener el lugar, puesto que el movimiento de gente era constante y variado. Una vez abierta la puerta, un nuevo panorama se nos presentó, algunas personas caminando de un lugar a otro y cargando unas cuantas cosas, mientras otras, en puestos ambulatorios se encargaban de computadoras y unas finales terminaban de hacer los últimos arreglos a un auto de alta gama.

—¿Iremos en eso? —Damian negó señalando un auto blindado justo tras el otro. Uno que curiosamente había pasado desapercibido, a pesar de que no dejaba de ser ostentoso.

—Quizá ustedes lo hagan, pero Sue y yo utilizaremos ese.

—¿Ustedes? —Pregunté mientras veía como caminaba al auto blindado y abría la puerta del conductor.

—Si, cariño... Ustedes— Concluyó con su mirada justo atrás de mí.

Giré sobre mis talones algo extrañada para de inmediato sentir como mi mandíbula caía y por poco me babeaba por completo.

Lo de babearse no lo dudo...

Ryan Evans se encontraba junto al fino auto. Su cadera ligeramente recostada en él y uno de sus pies apenas cruzado frente al otro, mientras su mano izquierda descansaba en la parte superior de su traje, provocando que tildara de una manera casi imperceptible su cabeza hacia atrás, dándole mayor profundidad a su mirada.

Sin reglas ni principiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora