19. || Secretos expuestos ||

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Cerré mi abrigo nuevamente, sintiendo como mis dientes castañeaban por el frío. Llevaba un buen par de minutos sin saber qué hacer, simplemente pensando a la luz de una luna cubierta por espesas nubes.

Suspiré profundamente, tallando mis ojos y mirando lo que en el día eran diversas aulas, pero en la noche parecía una perfecta escena de terror y, finalmente, me puse en pie dispuesta a irme.

—¿A dónde se supone que vas?

Sonreí irónicamente. Justo cuando creía había tomado una decisión aparecía, como si hubiese estado esperando todo ese tiempo por que la duda me carcomiera.

— A casa— Solté dando una vuelta sobre mis talones y mirándole un poco enfadada.

— ¿Y aún te empeñas en mantener esa mentira? ¿Acaso alguna vez fue tu hogar? — cuestionó con arrebato y bastante seguridad en su voz como para ser una pregunta.

— Mira Evans, no eres quien para venirme a decir cuál es mi casa y menos que debo dejarla— Gruñí. Podía estar en lo correcto cuanto quisiera, pero por el simple hecho de que lo dijera de esa manera me sentía en la necesidad de defenderla.

Soltó una arrogante carcajada mirando la maleta que descansaba en mi espalda.

—¿Y entonces por qué se supone que has venido?

Rodé los ojos apretando los labios y luego mirándolo con autosuficiencia.

— Porque no te dejaré irte si no me dices que sucedió el sábado.

Me dedicó una sonrisa ladeada y caminó lentamente hacia mí, sujetándome de los hombros y mirándome directamente a los ojos.

— No eres buena mintiendo— Musitó en un tono grave— es bastante claro que has decidido irte conmigo...

—¿Ah sí?

Levanté una ceja dudosa, quitando lentamente cada una de sus manos y luego acercándome a su rostro lo suficiente como para acelerar mi corazón.

— Entonces mira cómo me voy— Susurré ganando su mirada justo en mis labios para finalmente alejarme. Hacía unos segundos atrás el frío me había hecho entender la locura que estaba a punto de realizar.

Intenté voltearme, pero su inmediato agarre en mi muñeca me lo impidió.

—¿Vas a secuestrarme? — Indagué con una picardía que ni siquiera yo podía explicar.

— Conozco tu secreto, si quisiera te tendría arrodillada pidiendo perdón— amenazó con una expresión asesina.

—No sabes nada, Knight— Enfaticé en la última palabra. Puso los ojos en blanco y me hizo una seña para que me acercara.

Lo miré con recelo mientras chasqueaba con fastidio.

— No tenemos toda la noche, debemos salir del pueblo y alejarnos lo suficiente para la madrugada, así que si deseas colaborar acercarte que estoy a punto de contarte un verdadero secreto—Hizo una pausa con una expresión de superioridad— Uno que supera un apellido que no significa mucho para algunos.

Bufé acercándome aún con duda, pero justo cuando Ryan soltó la palabra posando su mano en mi cintura, un grito nos separó.

— Mierda, que gente tan inoportuna— Rugió mirando el chico que se acercaba.

— ¿Mike?

— Lo lamento, Thia— gritó desde su distancia — pero no te dejaré ir hasta comprobarlo yo mismo.

Sin reglas ni principiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora