Sin reglas ni principios

21. Nuevo libreto.

Y entonces disparé, tomé a quien sea que habían puesto frente a mi de la camisa y con la otra mano apreté el gatillo... Jamás sabré si tan sólo fueron sus trucos manipuladores, pero en realidad me hicieron creer que era importante, que debía salvar mi vida de un peligro inexistente.

Y el frío de la pistola dió contra la cabeza de quien tendría mi edad y el sonido sordo logró que todo el mundo me mirara. Éramos seis, yo era la menor y aún así era la primera que se había atrevido a matar.

Estaba harta de sus hipocresías, ya no deseaba más y poco a poco lograban lo que querían. Cuando el chico cayó al piso, desbordante de sangre y sin una gota de vida supe que debía escapar, supe que cinco meses en un lugar como ese habían hecho que asesinara y más aún que si duraba un día más terminaría arrodillada alabándoles.

Así que me dispuse a irme, a volver a la casa que no se molestó en buscarme y si era necesario a escapar con esta.

Entró la noche aquella vez y ya sabía los códigos de seguridad, estaba lista para irme, pero una mujer entró a la habitación... Y me llevó con ella porque al parecer ya había llegado al límite que ellos deseaban y me aventarían al abismo.

Y después de eso todo desapareció, sé que hice algo y que era lo que habían planeado desde un inicio, pero para cuando desperté estaba en medio del bosque, llovía y mi ropa estaba totalmente empapada y pesada. Era de noche y lo único que se veían eran sombras, tanto en mi mente como entre los árboles.

Escuchaba pasos acercarse y mi corazón se aceleraba con ellos, sabía que no me dejarían tan sólo así y que debía escapar tan pronto como pudiera. Mis pies comenzaron a moverse, pero mi cuerpo no cogió calor. Simplemente era una niña corriendo entre los charcos de lodo, la diferencia es que me perseguían e incluso el bosque quería deshacerse de mi...

Estaba frío y el viento soplaba, tenía miedo, más del que alguna vez tuve y supe que debía ocultar quien era, que esa sería en realidad mi salvación y que tal vez, sólo tal vez, algún día volvería al bosque sin temor o por lo menos con alguien que me ayudara a perderlo.

Abrí los ojos algo agitada, las ultimas palabras seguían repitiéndose en mi mente como una grabación. Me removí en mi lugar notando que estaba recostada contra el frío cristal y de inmediato la chaqueta que usaba Ryan el día anterior, y que segundos antes me cubría, cayó al suelo.

Mandé mi mano rápidamente recogiéndola y notando que un frío aire entraba por la puerta entreabierta del conductor.

Ya era de día y podía escuchar algunos ruidos fuera.
Solté mi cinturón sin recordar como exactamente había terminado en esa posición y miré a mi alrededor con sigilo, de repente la puerta del conductor se abrió de un sólo jalón y Evans entró tomando un poco de Café.

— Veo que estas despierta.

— No, tan sólo duermo con los ojos abiertos— le contesté viendo el frío que hacia afuera después de la lluvia.

Puso los ojos en blanco y de inmediato entró cerrando tras de si, llevaba la misma ropa del día anterior pero los brazos descubiertos gracias a que yo poseía su chaqueta.

— ¿Donde estamos?

— Como a cinco o seis horas del bosque — Fruncí el ceño de inmediato.

—¿ Manejaste de noche?— Se encogió de hombros tomando otro buen sorbo de su vaso.

— No tenía sueño— Agregó como si no fuese de gran importancia.

— ¿Y como es que yo si me dormí?