23. No te pido que lo entiendas, solo quería que lo supieras.

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-¿El qué duele? –pregunto preocupada, sin levantar mucho la voz para no ponerlo nervioso.

-Mi corazón, duele mucho... ¿Por qué? –su voz queda casi inentendible por la almohada. Me quedo en silencio unos segundos y reposo la mano en su hombro, en un intento de calmarlo.

-Porque lo quieres... Y crees que no eres correspondido, por eso te duele... -digo lo más sensible que puedo.

-¿Has hablado con él? –murmura triste mientras gira sobre sí mismo y me mira con los ojos rojos e hinchados de llorar.

-Sí, bueno, no, él ha sido quien ha hablado conmigo... Él ha sacado el tema...

-¿Él?

-Sí, me ha preguntado si era normal que estuviera celoso porque habías escogido a Mike y no a él para ayudarte con la mesa.

-¿Estaba celoso? –pregunta sentándose como los indios, entre las sábanas revueltas, con una pequeña chispa de vida en sus ojos.

-Él me lo ha dicho. Yo le he explicado que a lo mejor sentía cierta dependencia de ti, pero no ha querido relacionarlo con "enamorarse". Después has llegado tú y bueno... Aquí estamos. –digo con una pequeña y triste sonrisa. Él intenta limpiarse las lágrimas ya secas con la manga de la camisa sin mucho éxito, con una sonrisa rota en sus labios. Cuando veo que ya está más calmado, llaman a la puerta y oímos la voz de Pitt.

-Helly, ¿puedo pasar? –pregunta preocupado. Helen me mira sin saber qué hacer, yo solo asiento con la cabeza.

-Debes hablar con él, llorando en silencio y a escondidas no arreglarás nunca nada... -susurro como respuesta.

-Tienes razón... -respira profundamente y mira hacia la puerta- Sí, entra. –dice con la voz alzada para que su compañero le escuche. Pitt entra lentamente y nos mira a los dos con curiosidad.

-Leena, Mike se ha ido ya a casa, dice que cuando vayas llames. –asiento con la cabeza y esta vez mira a Helen.- Helly, ¿qué te pasa? –El menor me toma la mano con fuerza, y le devuelvo el apretón, apoyándolo.

-Lo que le has dicho a Leena... Me ha afectado, solo es eso... -murmura y veo como sus ojos vuelven a brillar por las lágrimas.

-¿Te ha afectado? No lo entiendo... -ladea la cabeza, mirándonos a los dos, esperando una respuesta.

-No te pido que lo entiendas, solo quería que lo supieras. –dice soltando mi mano y volviendo a tumbarse y dándonos la espalda a los dos. Me levanto, sabiendo que ya no me necesitan aquí y salgo de la habitación, seguida de un Pitt algo desconcertado. Camino hacia la puerta de salida y antes de que pueda salir, la mano del pelinegro me detiene y me gira para que le mire. Espero a que diga algo, pero en vez de eso me besa con fuerza en los labios. Es un beso forzado, lo puedo notar. Antes de que pueda reaccionar, se aparta de mí, buscando una reacción, ya no sé si en él mismo o en mí.

-Lo siento... Buenas noches. –y me cierra la puerta en las narices. Parpadeo un par de veces antes de poder hablar de nuevo.

-¿Pero qué coño...? –pregunto para mí misma antes de girarme y volver al apartamento de Mike, desconcertada.


Me despiertan de madrugada unos gritos que vienen del apartamento de los chicos. Me incorporo de donde me había quedado dormida y veo que estoy en el sofá, aún con el vestido rojo. Al no oír más gritos, me levanto como puedo del mueble y camino hacia la cocina, en busca de un poco de agua. Los gritos reaparecen cuando estoy yendo de vuelta al salón.

-¡Ya no aguanto más!

-¡Helly no te vayas, por favor! ¡Puedes aguantar!

-¡No! ¡Llevo mucho tiempo sin salir, necesito volver a hacerlo! -¿Hacerlo? ¿De qué hablan? Miro el reloj que hay en una de las paredes y veo que son las dos de la madrugada. ¿Dónde va a ir Helen a estas horas?

Recuérdame en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora