53. Deberías hablar con él sobre... eso.

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Cruzo el pasillo y entro a la habitación indicada. Ahí encuentro una maravilla para mis ojos. En el centro hay una cama de matrimonio enorme, con unas sábanas marrones muy suaves y unas almohadas que tienen pinta de ser demasiado cómodas. Las paredes están pintadas de un color beige claro que le dan a la habitación un toque orgánico pero refinado a la vez. En una de las paredes hay un gran ventanal que da a una pequeña terraza llena de plantas y flores, y en la otra pared hay una puerta abierta que da a un baño. En la habitación también hay dos armarios, ambos del mismo tamaño y del mismo tipo de madera que todos los demás muebles de la habitación. De verdad, es un gusto ver este dormitorio... Y seguro que lo es aún más si puedes dormir aquí cada día.

Me dirijo a uno de los armarios y lo abro, encontrándome con varios trajes negros, todos iguales, y varias corbatas rojas, iguales también. En uno de los cajones hay varios pijamas de colores grisáceos y... Vaya, creo que he encontrado la ropa interior de Slenderman. Cierro los cajones rápidamente y niego con la cabeza, borrándome la imagen de la cabeza mientras camino hacia el otro armario. Aquí encuentro ropa más femenina, hay de todo: vestidos, camisas, camisetas, jerséis, pantalones, faldas, ¿incluso capas? De todos los estilos y todos los colores. Lo mejor es que se supone que todo es mío y me encanta.


Después de jugar a vestir a Barbie e investigar que hay en los cajones de mi armario, me he duchado, aseado y he encontrado unos tejanos oscuros y una camisa negra que me hacen sentir muy cómoda. Me he calzado con unas botas del mismo color y es como si pisara el cielo con cada paso que doy. Salgo de la habitación y veo que la puerta de la habitación de Pitt y Helen vuelve a estar abierta. Miro dentro y me encuentro a Slender cuidando y tratando a Pitt, quien obedece a todas las órdenes del ser sin rechistar, y siempre con una sonrisa en la cara. Llamo suavemente a la puerta y dos pares de ojos se fijan en mí.

-Perdón, ¿sabéis donde está Helen?

-Está abajo, comiendo algo. –responde Slender. –Deberías hablar con él sobre... eso.

-Sí, eso iba a hacer. Gracias.

Bajo las escaleras rápidamente y me encuentro con Helen comiendo en la mesa donde hemos desayunado antes. Me siento a su lado y lo veo comer, pensando en cómo le comento el problema que me ha planteado Mike.

-Estas muy guapa. –comenta tranquilo, señalando mi ropa. Me lo tomaría como un perfecto cumplido si no tuviese la boca llena de comida.

-Gracias. No sabía que tenía tanta ropa.

-Te encanta comprar y te encanta la ropa. A Slender le encantaba hacerte regalos.

-¿Slender? ¿Por qué él? –veo que hace una mueca y esta vez decide tragar la comida que tiene en la boca antes de responder.

-Le gusta hacernos feliz. –se encoge de hombros. Como veo que esto no me llevará a ningún sitio decido cambiar de tema.

-Tengo que volver a Capital Falls. –Helen no se esperaba este comentario, lo que hace que empiece a toser al haberse atragantado con la comida. Le acerco el vaso de agua y él se lo acaba antes de mirarme con los ojos como platos.

-¿Por qué quieres volver?

-Mike ha llamado, está muy preocupado por mí. Me ha dicho que debo volver está noche a casa o llamará a la policía para que venga a buscarme.

-No sabe dónde estás.

-Yo tampoco sé dónde estoy. Por eso necesito que me acompañes.

-No sé Leena, no me da buena espina volver ahí después de lo que pasó con Sonic.exe...

-Lo sé, pero solo será una noche. Volvemos, hablo con Mike, me despido de todo el mundo, recojo mis cosas y volvemos. Tú puedes hacer lo mismo: acabas de recoger vuestras cosas, duermes en casa de Mike con nosotros y al día siguiente nos vamos. Pitt ya se encuentra mucho mejor, Slender y Ben pueden cuidar de él. Por favor... -veo en sus ojos que se lo está pensando. También cree que es un buen plan, pero hay algo que le falla.

-¿Tendrás que ir a El Toronto?

-A presentar mi renuncia, sí. Y a despedirme de todos.

-Y luego volverás a casa.

-Claro.

-No quiero planes de última hora, vuelves directa del bar, con Ed. Sana y salva.

-Sí, papá. –bromeo para aligerar la tensión de ambiente. Helen vuelve a quedarse en silencio, esta vez con una pequeña sonrisa en los labios.

-Está bien. Pero mañana por la noche debemos estar de vuelta.

-Perfecto, pero antes de partir debo hablar con Ben. Quiero que llame a Zack y que cancele toda sesión que tenga conmigo. Ya tengo un nuevo doctor aquí que me comprende... -un nuevo doctor alto y pálido que sabe cómo cuidarme.


Llegamos antes de las siete al bloque, con la intención de arreglarlo todo cuanto antes. Helen aparca el coche y lo apaga, dando por finalizado el viaje. Ninguno de los dos nos movemos. Nos quedamos mirando el edificio, imaginando mil escenarios diferentes sobre cómo acabará todo esto. Me giro para mirarlo y le sonrío, intentando calmarnos a él y a mí. Tengo una mala sensación sobre esta noche...

Bajamos del coche y caminamos en silencio hasta el vestíbulo. Por suerte, Celestine no está por aquí cotilleando. Subimos con el ascensor hasta el noveno piso y llamamos al timbre del apartamento A. Se oyen unos pasos acercarse y el desbloqueo de la puerta con llave. Un Mike cansado y con ojeras aparece detrás de la puerta. Al vernos no reacciona, como si no se lo creyese, así que levanto la mano y saludo tímidamente.

-Hola Mike, ¿nos has echado de menos?

No responde. Al menos, no con palabras. Se lanza sobre mí y me abraza con fuerza, dejando que los actos hablen por si solos. Todo vuelve a ser silencio, y tenerlo tan cerca me permite escuchar unos pequeños sollozos. Al apartarse de mí, veo sus ojos rojos por las lágrimas.

-¿Podemos pasar? –vuelvo a preguntar, esperando poder entrar y así evitar que Celestine o alguna de las otras chismosas nos vean. Mike se aparta y nosotros entramos al salón, viendo como este reluce más que de lo habitual.

-Limpiar me calma, me ayuda cuando estoy estresado... Y estaba muy estresado. –habla por primera vez, justificando sus acciones. Su voz no suena ni feliz ni enfadada, es completamente neutra. Miro a Helen, quien está con el ceño fruncido, y veo que él también se ha dado cuenta.

-¿Estás bien, Mike? –pregunta mi compañero, en busca de alguna respuesta.

-Sí, sí... He dormido poco estos últimos días. –se sienta en el sofá y nos invita a hacer lo mismo. –Entre la "posesión" y vuestra desaparición no he dejado de tener pesadillas que no me dejaban descansar...

Hemos estado hablando un rato más con Mike, intentando calmar sus miedos. Helen ha vuelto a su apartamento a acabar de recoger sus cosas e intentar limpiar el estropicio que se dio durante mi pelea contra Sonic.exe. Yo ahora me encuentro en la que es, o era, mi habitación. He cogido un par de bolsas y las estoy llenando con mi ropa u otros objetos.

-¿De verdad te vas?

Recuérdame en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora