33. No es un reloj

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Dedicaciones: sakuraNatsue, Marvadaz4 y helenakiller.

-Ya veo... Gracias.

Me levanto y camino de vuelta al apartamento A en silencio, dejando a todo el mundo preocupado. Por suerte, Mike se ha dejado la puerta abierta al perseguirme así que puedo entrar sin problema. Me dirijo hacia la cocina y empiezo a prepararme un té.

Necesito calmarme.

Unos pasos se acercan a mí, seguidos por la voz de mi compañero de piso.

-Leena, ¿estás bien?

-Sí, perfectamente...

-Escucha Leena. Soy psiquiatra así que no intentes mentirme. Sé que ahora mismo estas en estado de shock, pero intenta calmarte y-

-¿¡Calmarme!? ¡Mis primos están desaparecidos desde hace meses y no sé qué debo hacer! Debo encontrarlos cuanto antes, dios...

-Ahora es tarde. –Mira su reloj y hace una mueca.- No, mentira. Es muy tarde. Deberías irte a dormir.

-No. Quiero recordar más cosas. Quiero recordarlo todo.

-Estás cansada y nerviosa, no es buena idea... -ruedo los ojos.

-Oh, vamos. Solo un poco más... Por favor... -suplico.

-Ah... Está bien. Pero solo una cosa más. Si quieres ya intentarás recordar algo más en la cama. –Nos sentamos de nuevo en el sofá, ya con mi té listo.- Antes hemos estado hablando de tus dos familias, ¿recuerdas a algún otro miembro de estas?

Me quedo en silencio varios segundos, pensando en mi familia mientras tomo un sorbo de mi bebida.

-No. Ahora mismo no recuerdo a nadie más. Solo a mis dos primos.

-Vale, no pasa nada. Prosigamos. –Se queda un segundo con una mueca en los labios antes de continuar.- Esto puede ser un poco fuerte para ti pero, ¿podrías intentar recordar que pasó en el accidente? Ya sabes, describir con máximo detalle todo lo que recuerdes...

Suspiro nerviosa y asiento lentamente mientras me levanto. Dejo la taza en la mesilla delante del sofá y camino al centro de la sala. Cierro los ojos e intento recordar.

Estoy en la cocina, preparando una cena muy especial ya que hoy tenemos invitados. Estoy muy feliz porque por fin he conseguido que mis primos vengan a vivir conmigo y la familia de mi pareja. Desde aquí puedo escuchar como un coche llega por el camino de tierra, llamando a los que estamos dentro de la casa con varios toques de claxon.

-¡Ahora salgo! –grito animada mientras termino de cocinar y apago todos los fogones que estaba usando. Me lavo las manos y cuando me giro para salir de la habitación a recibir a los recién llegados, dos niños cargados con maletas ya corren a abrazarse a mis piernas con emoción.

-¡Leena! –gritan ambos a la vez.- Te echábamos mucho de menos.

-Yo también a vosotros, pequeñines. –Digo intentando contener las lágrimas de felicidad.- ¿Queréis ir a ver la casa y vuestras habitaciones?

-¡Sí!

Hacemos el tour de toda la casa, presentando los niños a toda la gente que nos encontramos por el camino y finalmente dejamos sus cosas en sus habitaciones. Salimos al jardín, donde los chicos ya están preparando la mesa para la cena.

-¡Leena! ¡Leena! –exclama la pequeña de la casa mientras se acerca a nosotros.

-¡Oh, Sally! Por fin llegas. Te presento a mis primos, Nick y Casey. ¿Por qué no te los llevas a dar una vuelta por el bosque, así les muestras los alrededores?

-¡Sííí! –exclaman los tres niños a la vez, empezando a caminar hacia la profundidad de los árboles. Cojo a Sally del brazo antes de que se alejen aún más y me arrodillo para quedar a su altura.

-Sobretodo Sally, cuídalos. A los dos. No quiero que les pase nada de nada. Si estáis en peligro quiero que nos grites o a mi o a papá o a cualquiera de la casa. Confío en ti.

-Tranquila, los cuidaré bien. Lo prometo. –dice dándome un beso en la mejilla y marchándose con los niños.

Me levanto y entro a la casa, volviendo a la cocina para acabar de arreglar los preparativos.

Cuando por fin acabo, limpio la cocina y me voy al baño para darme una ducha rápida y vestirme adecuadamente para la ocasión. Conecto la radio y me doy unos minutos de tranquilidad bajo el agua.

Al salir de la habitación no oigo ni un solo ruido. Ni la música que antes estaba sonando en el jardín, ni las conversaciones de los chicos, ni la televisión... Nada. Camino hacia mi dormitorio para dejar la ropa sucia en una cesta llena de ropa mía y de mi pareja. Aprovecho para mirar por la ventana, que da al gran jardín que tiene la casa y veo a todo el mundo parado, mirando a un punto fijo entre la maleza. Cuando giro la vista en esa dirección puedo ver algo oscuro, con una sonrisa malvada y los ojos rojos. Está moviendo los labios sin parar y justo en este momento escucho un "Tic, tac, tic, tac..." El desconocido mueve los labios, como si fuera él quien hace el ruido, pero este resuena en mi cabeza como si el ruido proveniese de dentro de mí.

Bajo corriendo las escaleras y salgo de la casa, acercándome con velocidad hasta el desconocido.

-¿Qué eres? ¿Qué quieres?

"Tic, tac, tic, tac..."

-¡Para con esto ahora mismo!

Y lo hace. Deja de hablar y puedo oír como los chicos vuelven a la normalidad detrás de mí. Protestan enfadados por lo que les ha ocurrido y al ver al ser delante de mí intentan acercarse para defenderme.

"No, no, no... Moveos y estáis muertos."

-¿Qué demonios estás diciendo? –dice esa voz tan conocida para mí, empezando a caminar para protegerme. La cosa de ojos rojos me mira con una gran sonrisa y sé que esto va a acabar muy mal.

"Os avisé... Tic, tac, tic, tac"

Vuelve a empezar con el tic-taqueo y empiezo a retroceder por instinto.

No es un reloj.

No es un reloj.

No es un reloj.

¡Es una bomba!

"Tic, tac, tic, tac, tic, tac... Boom."

Desaparece antes de que podamos reaccionar o correr y una gran explosión aparece delante de nosotros. Caigo lejos de todo el mundo, golpeándome con una de las paredes de la casa. Aún débil por el golpe, puedo girarme y ver que todos se están ayudando entre ellos, pero nadie parece encontrarme. Las llamas lo devoran todo, alcanzando rápidamente la casa y quemando la pared más cercana a mí, haciendo que se rompa en pedazos y me caiga encima.

-¿¡Y Leena!? ¿¡Dónde está Leena!?

Empiezo a toser con fuerza por el humo, mi piel empieza a arder por el cercano contacto con el fuego y mi cuerpo se debilita por los golpes y por la gran pared que tiene encima. No puedo moverme, no puedo hacer nada. Poco a poco voy cerrando los ojos, buscando algo de paz.

Cuando estoy a punto de dormirme, unas luces y sirenas se acercan a la casa. Supongo que alguien habrá llamado a la polícia y a los bomberos. Oigo unos pasos que se acercan corriendo a mí e intentan sacarme de debajo los restos. Otros pasos se alejan y corren hacia la maleza, disparando a lo que creen que es mi agresor. Estoy medio dormida cuando consiguen arrastrar mi cuerpo magullado fuera de los escombros de la casa. Lo último que oigo antes de dormirme es un grito desgarrador que consigue poner mis pelos de punta.

-¿Leena? ¿Estás bien? –pregunta Mike preocupado.- Te has puesto a murmurar y no había forma de sacarte del shock. ¿Qué ha pasado?

-Me acuerdo... Lo que paso el día del accidente, lo recuerdo...

Recuérdame en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora