38. Esos dos no son quien dicen ser, Pitt...

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Dedicaciones: Cuarzosrosa25, mitsuky12 y angela15r.

Helen's POV

-¿Cómo ha ido tu día? –me pregunta Pitt antes de darle un primer mordisco a su cena.

-Bien, bien... -comento algo distraído. -Esta mañana he estado hablando con Leena, ya sabes, sobre lo que te he comentado por teléfono.

-Oh, sí, es verdad. Cuéntame con todo tipo de detalle, si vuelve a suceder esta noche, quiero estar preparado.

Le cuento todo lo que me ha explicado Leena esta mañana, sin escatimar en detalles ni comentarios, y él me mira con los ojos entrecerrados, intentando buscar una respuesta a lo que pasó ayer por la noche, justo como he hecho yo esta mañana.

-(...) Además, he tenido que mentir a Leena cuando me prometí que no volvería a hacerlo... Después de haberte llamado, he vuelto con ella y he tenido que decirle que he hablado con Celestine sobre el chico del séptimo, para que la pobre no tenga que preocuparse por nada más... Ya tiene suficiente con su propia mierda...

-¿Así que me estás diciendo que Mike se volvió loco porque sí? –Se queda pensativo durante unos segundos. -Hay algo aquí que no me cuadra... ¿Enserio crees que puede estar relacionado con-

-Con Nico, sí... Ese chico nunca me dio una buena sensación... Además, ¿no te parece extraño que Celestine no le odie como a los demás vecinos? Esos dos se deben traer algo entre manos, pero sigo sin saber qué...

-Wow, alto ahí, Sherlock. ¿Qué estás insinuando?

-Esos dos no son quien dicen ser, Pitt... Y lo sabes perfectamente. –digo levantando la mirada de mi plato para cruzarla con la suya.

Hay unos segundos de silencio. En los cuales me doy el lujo de sacar a pasear mis pensamientos, que van directos a recordar la otra parte de mi conversación con Leena.

Deberías hablar con él, sí. No podéis dejar lo que tengáis como si nada, se os ve en los ojos que os queréis, ¿por qué no demostrárselo al mundo?

-O-Oye, Pitt... -tartamudeo un poco nervioso y me maldigo a mí mismo por no saber controlarme en una situación como esta.

-Dime, Helly. –dice mientras se levanta para recoger nuestros platos ya vacíos e ir a preparar unas infusiones.

-He estado hablando con Leena sobre... -se gira para mirarme y hace un movimiento con la barbilla, dándome pie a continuar. Suspiro. -Nosotros.

-¿Vosotros dos? –pregunta confundido, frunciendo el ceño.

-No tonto, nosotros dos. –nos señalo con el dedo intermitentemente. Él asiente lentamente hasta que suena un pitido de la máquina, avisando que las bebidas ya están listas. Prepara la mía exactamente como a mí me gusta y se gira con ambas para volver a sentarse en su taburete.

-Ah... ¿Y qué pasa con nosotros? –vuelve a preguntar, pasándome mi bebida y tomando un pequeño sorbo de la suya, haciendo una mueca por la alta temperatura de esta.

-Oh dios mío, Pitt... A veces no sé si de verdad eres tan tonto o te lo haces... -me levanto algo indignado de mi asiento y tomo mi bebida, para después caminar derrotado hasta el sofá. Él me sigue velozmente y se sienta a mi lado, tomando mi bebida de mis manos y dejando ambas en la mesita de café.

-Oye, oye, oye... No te enfades... ¿Qué ocurre? ¿Qué te molesta, Helly? –intenta comprender, tomando mis manos entre las suyas y frotándolas suavemente, dándome cierto cariño en el acto.

-Joder, Pitt... -suspiro algo triste por cómo está acabando la situación. -Me molesta que seas incapaz de hablar de lo nuestro. Llevamos dos días follando como animales, pero no hemos comentado nada más fuera de la cama. Entonces, ¿qué somos? ¿Follamigos? ¿Compañeros con derechos? ¿Pareja?

Se me queda mirando por unos largos segundos que se me hacen horas hasta que sonríe tímidamente y me abraza. No dice ni hace nada más. Un abrazo suyo es suficiente para calmarme y mostrarme un poco el camino de sus pensamientos.

-Tienes razón... Siento haber sido tan tonto para haber ignorado el tema, perdóname... -acaricia suavemente mi espalda y me tira un poco hacia él, obligándome a subirme a su regazo. -Yo, aunque no te lo haya dicho nunca... Yo te quiero, Helly... Mucho... ¡Incluso yo diría que demasiado! –exclama haciéndome reír.

-Yo... Yo también te quiero, Pitt. Aunque seas un poco tonto a veces... -reímos tímidamente ambos y aprovecho para esconder el rostro en la curva de su cuello.

-Si no comenté nada sobre ser pareja fue porque asumí que ya lo éramos. Es decir, en todos los años que llevamos viviendo juntos, ¿alguna vez me has visto traer o hacer algo así con alguien como lo hago contigo?

-No... La verdad es que no... -respondo pensativo, intentando recordar, aunque sea solo una vez en que lo haya hecho.

-Eso es porque veo todo esto de las relaciones sentimentales humanas una cosa muy íntima que solo me dignaría a compartir con alguien a quien quiero de verdad.

-Oh, Pitt... Eso es precioso... -digo con un nudo, intentando no mostrar lo sensible que me siento ahora mismo.

-Lo sé. He tenido que escoger con mucha delicadeza las palabras para crear un recuerdo maravilloso de esta noche.

-¿A qué te refieres con eso? –aparto el rostro del calor de su cuello y lo miro a los ojos, con el ceño fruncido, confundido.

-Me refiero a esto. –Dice apartándome de su regazo para ponerse de rodillas frente a mi.- Queridísimo y amado Helly, ¿serías tan amable de ser mi pareja formal? –sonríe tímido pero orgulloso y espera impaciente mi respuesta, aunque ya la sabe. Asiento con la cabeza y rompo a llorar de alegría, lanzándome a sus brazos y siendo rodeado por un cálido abrazo amoroso del hombre al que quiero.

-¡Claro que sí, Pitt! Me moría de ganas de que me lo pidieses...

No sé en qué momento ocurre, pero el ambiente se carga, se tensa. Hay sentimientos expuestos que hacen del momento algo exquisitamente íntimo.

Pitt me aparta suavemente y me tumba en el sofá, sobre los cojines. Se me queda mirando desde arriba por unos segundos hasta que decide descender y acercar su cuerpo un poco al mío, y moviéndose entre mis piernas hasta llegar a mi cuello, dejando pequeños e inocentes besos en la curvatura. Puedo sentir como sus labios van subiendo hasta llegar a la mejilla, en la cual deja un largo beso. Cruza toda mi cara, dejando pequeños besos como piquitos hasta la otra mejilla, en la cual hace lo mismo que en la primera. Finalmente, sus besos acaban en mis labios, en los cuales se empieza una batalla de sentimientos expuestos.

Sus manos van subiendo hasta que llegan al borde de mi camiseta y, sin llegar a quitarla, se toman el gusto de meterse dentro, acariciando centímetro a centímetro de piel hasta que no queda nada por explorar. Al acabar esta primera expedición, deciden buscar y quedarse en mis pezones, acariciándolos levemente.

Y sus piernas... Sus piernas han ido subiendo con todo el cuerpo, siendo las últimas en tocarme. Una de ellas se encuentra entre mis piernas entreabiertas y, al tener contacto con mi cuerpo, se encuentra con mi zona íntima, ya dura por la excitación del momento. Con aparente timidez, empieza a mover la pierna, haciendo fricción entre mi miembro y su rodilla.

Sus movimientos cada vez son más rápidos y duros, haciendo que poco a poco mis gemidos sean incontrolables. Aunque me muerda la lengua, él seguirá siendo capaz de hacerme gritar esta odisea de emociones.

Me levanto de mi cómoda posición y él me mira confundido. Yo le sonrío y le guiño el ojo antes de empezar a desnudarme. Una vez quedo solo en calzoncillos, me digno a desnudarlo a él, aprovechando para tocarlo justo como ha hecho él conmigo hace unos minutos.

Sé que con solo verme entiende que quiero más, y yo, solo con verlo, sé que él también lo quiere...

Recuérdame en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora