Después de estar varios minutos corriendo, intentando encontrar algún lugar donde poder estar sola, he terminado en uno de los jardines del hospital adaptado para fumadores. No creo que me busquen aquí.
Respiro profundamente esperando encontrarme con aire limpio y puro... Ahora que lo pienso... Me doy cuenta de la idiotez que he hecho demasiado tarde, empiezo a toser por el humo de los cigarrillos que hay a mi alrededor. Mierda, que tonta soy. Suspiro cansada y camino hacia uno de los bancos vacíos que hay por aquí, repartidos por toda la zona. Me siento y cierro los ojos, pensando en lo que acaba de pasar: Tengo los ojos cerrados y las manos tapándolos, viene Sven, me quita las manos y me pide que abra los ojos. Exactamente igual que en mi sueño con Slender...
-Joder... -murmuro para mí misma mientras me froto la cara con las manos con fuerza. Me quedo en silencio un buen rato, sin pensar en nada, solo intentando mantenerme relajada.
-Oye, ¿tú no eres la chica que desapareció el otro día? –dice una voz femenina cerca de mí.
-Puede ser. Ahora, vete. –digo fría sin mirarla, no quiero hablar con nadie.
-Uy, tranquila mujer. No quiero problemas.
-Entonces vete.
-Pero...
-¡He dicho que te vayas! –digo gritándole a la mujer mientras me levanto para encararla.- ¿Qué es lo que no entiendes? –cierro las manos en forma de puños.
-Necesito hablar contigo.
-Pero yo contigo no... -me giro y camino hacia la puerta para entrar al hospital de nuevo.
-Pero puedo ayudarte con tu amnesia y tus marcas, ¡sé quién eres! –sigo caminando y abro la puerta.
-No me importa... -digo no muy segura de mis palabras.
-A mí no me mientes, Leena Bronx. –me paro en seco y me giro a mirarla, ¿cómo sabe quién soy?
Tiene una sonrisa triunfante en el rostro y camina hacia mí. Va con un vestido negro muy ajustado a su cuerpo, marcando las pocas curvas que tiene. Es una mujer bastante mayor, con alguna arruga ya presente en su rostro. Su pelo está teñido de pelirrojo, pero es un pelirrojo parecido al color de la sangre. Un escalofrío recorre mi espalda pero no le hago mucho caso. Sus labios son finos y pálidos, con alguna herida por el frío viento de esta zona. Bajo la vista hacia sus piernas. El vestido le termina por encima de las rodillas, mostrando sus largas y delgadas piernas. Sus pies llevan unos zapatos negros con tacón de aguja que tienen pinta de ser muy caros, como todo lo que lleva puesto. Suspiro y me acerco unos pasos.
-¿Has cambiado de opinión?
-No me fío de ti, pero ya no tengo nada que perder, así que... ¿Por qué me buscas? ¿Qué quieres de mí?
-Solo quiero ayudarte a recordar, pero necesito que creas en todo lo que te digo, soy de los buenos, lo juro. –al ver que sigo sin fiarme, rebusca en uno de sus bolsillos y saca una tarjeta con un número de teléfono.- Es el mío, llámame cuando estés preparada para saber sobre ti. Cada vez que me llames te diré algo sobre ti, pero solo podrás llamarme una vez al día. ¿Qué te parece?
-Parece a un jodido juego de niños, es estúpido.
-Sí, bueno, pero este "jodido juego de niños", como lo has llamado tú, puede ayudarte a recuperar la memoria y, lo más importante, puede ayudarte a salir de aquí. –ahora si que abro los ojos. Quiero salir de aquí y vivir mi vida ya mismo. Haré lo que haga falta.
-¿Puedes decirme algo sobre mí ahora? En menos de una hora tengo sesión con Mike. –su sonrisa se agranda y nos apartamos un poco de la puerta ya que la estábamos bloqueando.
-Lo siento, ahora mismo no puedo. –se encoge de hombros y levanta la vista por encima de mí. Sus ojos se agrandan y su rostro empalidece, mostrando lo sorprendida que está al ver eso detrás de mí. Giro la cabeza y me encuentro a Sven corriendo en dirección a nosotras. Pero no nos ve, está mirando al fondo del pasillo, buscando algo o alguien.
-Oh dios, es Sven... -murmuro en voz baja sin dejar de mirar al hombre que no deja de correr. Creo que me oye porque sus ojos se clavan rápidamente en mí y para de correr, quedándose en medio del pasillo, a unos metros de nosotras.
-¿Lo conoces? –me pregunta la mujer.
-Sí, algo así. ¿Por qué? –giro la cabeza un segundo hacia ella y la vuelvo a Sven, quien ya no me mira a mí, si no a ella.
-Debes alejarte de él. Él es el malo en esta historia. –murmura cerca de mi oreja, creando otro escalofrío.
-¿Qué estás diciendo?
-Confía en mí. Ahora debo irme. Acuérdate de llamarme.
-E-Está bien... Pero, ¿cómo te llamas?
-Oh, lo siento querida, soy Brenda. –y se va, dejándome sola en el pasillo. Me quedo mirando por donde se ha ido. ¿Quién es esa mujer? ¿De qué la conocía? La verdad, me da un poco de mal rollo...
-¡Madre mía, por fin te encuentro! –me rodean los mismos brazos que me abrazaron ayer para protegerme y hunde la cabeza en el hueco de mi cuello.
-Sven, estoy bien... -giro un poco la cabeza para murmurarle en la oreja y que solo él lo escuche.
-Lo siento mucho, enserio. No quería incomodarte antes, sólo estábamos jugando y de repente te has ido, dejándome ahí solo y... -murmura contra la piel de mi cuello, dejando una dulce sensación ahí.
-Shh, Sven... Solo he tenido un bloqueo mental y necesitaba estar sola. Ahora ya está...
Me baja al suelo con suavidad y me giro para mirarlo a la cara. Me sonríe y yo le sonrío de vuelta, pero mi sonrisa desaparece al recordar lo que me ha dicho Brenda.
Debes alejarte de él. Él es el malo en esta historia.
Y eso es lo que hago. Doy unos pasos hacia atrás y suspiro.
-Debo ir a mi sesión con Mike... -digo en un susurro, excusándome de nuestro pequeño encuentro.
-Oh, de acuerdo, yo voy a ver cómo está Ben. Nos vemos luego.
-Sí, sí, luego nos vemos... -repito como un robot y me giro para caminar hacia el despacho de Mike. No me doy cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas hasta que una de ella resbala por mi mejilla.
¿Debería alejarme de él? ¿De verdad quiero hacerlo?
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Recuérdame en Invierno
FanficLuces y sirenas de coches policía, disparos, una casa en llamas, mi cuerpo quemándose en las cenizas, unos brazos arrastrándome hacia el exterior de la casa y un grito desgarrador que resuena en mi cabeza. Eso es todo lo que recuerdo de la noche en...