Y ESO HICE...

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Era ya por la noche. Hacía un par de horas que Derek me había soltado de su agarre y me había dicho que volvería en cuanto pudiese. Me eché a la cama desesperada llorando, no llevaba ni un día allí y ya no podía más. Levanté mi rostro de la almohada y pude ver que estaba anocheciendo. Me sorbí mis lágrimas y me dirigí al baño para darme una ducha.

Unos minutos más tarde, salí liada en una toalla en busca de algo que ponerme. Abrí el armario, pero todo lo que había eran vestidos de noche y ropa muy elegante. Lo cerré y me dirigí a la cama donde al final encontré lo que buscaba. En el primer cajón había ropa interior. Sonreí, cogí un sujetador de encaje rojo precioso y unas bragas a conjunto. Aunque bueno, no eran precisamente bragas, sino un tanga. Sólo había tangas.

De repente la puerta se abrió dando paso a Derek, que me pilló con el tanga en la mano. Se fue acercando a mí con una sonrisa en la cara mientras que yo lo dejaba en su sitio muerta de vergüenza.

-Veo que has descubierto la ropa interior -se colocó al lado mío aún con esa maldita sonrisa tan sexy.

-Muy corta, ¿no? -señalé el cajón.

-Y muy cara -cambió esa sonrisa por una ladeada.

-Quiero mi ropa -exigí poniéndome con los brazos cruzados.

-¿Tienes algún problema con esta? -me imitó. "Tonto", pensé.

-No me gusta ponerme ropa que no es mía. Y menos una en ropa que no tapa casi nada -me restregué con las manos en ambos brazos. Me entró un frío repentino- Quiero la mía -exigí. Derek se lo pensó y se acercó a mi oído rápidamente.

-Me gusta más verte así -miró hacia abajo, hacia mi cuerpo. Entonces caí en la cuenta de que estaba en toalla. Me tapé inmediatemente con las manos, pero no bastaba para taparme entera.

Fue entonces cuando la puerta de la habitación volvió a abrirse por lo que supuse que también era un vampiro. Cuando me vió, abrió los ojos sorprendido y me repaso de arriba a abajo. Derek se dió cuenta y se interpuso entre mí y su mirada.

-¿Qué quieres, Jack? -preguntó serio.

-La señorita, ha llegado -inclinó la cabeza. Ví que Derek se destensó, ¿quién sería la señorita?

-Voy -Jack asintió y desapareció tras la puerta. Derek se giró hacia mí pensativo.

-¿Quién es " la señorita"? -me cruzé de brazos no sabía por qué, estaba... ¿enfadada?

-No es de tu incumbencia -lo veía raro... ¿De que iba? Tras aquella soez respuesta no quise responder. Cogí ropa enfadada y me metí en el baño para cambiarme. Cuando salí, como yo me esperaba, Derek ya no estaba.

Doblé mi única ropa que me pertenecía y la dejé sobre la cómoda. Aburrida y sim saber que hacer, probé a abrir la puerta, la cuál estaba cerrada. Como no. Me quité una horquilla del pelo y la metí en la cerradura, como en las películas. Tras unos minutos de tensión, logré hacerlo. La abrí lentamente, y ví que el pasillo estaba oscuro excepto por unas lámparas adornadas por oro que lo ilumiban, con una luz tenue.

Caminé lentamente para no atraer la atención del algún vampiro. No tenía muchas esperanzas a no ser descubierta, ya que los vampiros tenían un gran sentido del oído. Al fin llegué a lo que era una gran escalera. Miré a cada rincón de los pasillos y a lo que se podía ver del piso inferior. Bien, no había nadie. Bajé de cuclillas por las escaleras y dí con lo que parecía el recibidor. Mi ojos se iluminaron. Allí delante estaba la puerta, la salida. Sonreí ante mi supuesta libertad y me dirigí hacia ella. Abrí la puerta emocionada, pero todo se derrumbó al ver lo que me encontré:

Derek estaba con una chica entre sus brazos mientras que sus labios yacían juntos y sus lenguas jugando entre ellas. No sé la razón, pero oí mi corazón romperse. Yo... ¡no sentía nada por ese chico! ¿O tal vez sí? A los pocos segundos, se dieron cuenta de mi presencia y se separaron. Derek clavó su mirada en mí y yo, sin poder evitarlo, las lágrimas cayeron en mis mejillas.

No me lo pensé. Quería dejar aquel sitio y volver a mi casa. Tiré corriendo hacia el bosque y llorando, notando como mis lágrimas desaparecían en el aire. Oí gritos en la lejanía y como varios pasos de varios vampiros iban tras de mí. Estaba muy oscuro, no veía nada. Muchas veces dí traspiés, pero no me impidieron seguie adelante.

Pude notar como salí de ese tenebroso bosque, estaba en una carretera. Lo podía notar duro, bajo mis pies.

Pero no me dió tiempo a reaccionar cuando unos focos se acercaron a mí a una velocidad muy peligrosa, tirándome por los aires y momentos después, dejándome en el suelo con dolor en cada hueso y músculo de mi cuerpo.

Todo lo que sabía es que tenía sueño y quería dormir. Y eso hice...

ESCLAVA DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora