¿PREFERÍAS MORIR?

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¿Os creeríais que volví a despertar? Porque si, lo hice. Pero... ¿Qué pensaríais cuando nada más despertar, segundos después me encontraba con una bolsa llena de un líquido rojo en mis manos, de la cuál bebía?

Si. Era sangre. Estaba bebiendo sangre. Resulta que en verdad si morí, pero Derek me mordió, esta vez para convertirme en una asquerosa chupasangre.

Desperté de un tirón, como si nada hubiera pasado, sólo que lo hice con mucha sed, pero no de agua. Alguien, quien no me fijé ni quien era, me tiró una bolsa de algo que olía muy bien.

La cogí y me la bebí toda, saboreando cada gota de ese tan delicioso líquido. Elevé la cabeza y suspiré de lo gusto que me quedé, pero pronto recapacité.

-¿En qué... en qué me ha convertido? -pregunté atónita mirando a Derek el cual me miraba a los pies de la cama.

Se la había puesto llena de sangre al beberme todo lo de la bolsa. Se acercó a mí y me acarició la pierna, sabiendo que eso me tranquilizaba.

-Tranquilízate -me susurró. Yo me quejé al sentir algo puntiagudo en mis labios. Me toqué mis largos colmillos y me quedé sin respiración. Pero, ¡sino respiraba!

-¿Qué me tranquilize? Acabo de beberme... ¡una bolsa llena de sangre! -Derek me cogió las manos las cuales no paraba de agitar como una loca.

-Karen, tienes que calmarte -controlé mi furia y me calmé.

-¿Por... Por qué me salvó? -le pregunté al cabo de unos minutos en silencio. Derek se me quedó mirando fijamente. Tensó su mandíbula y salió de la habitación dejándome allí sola. ¿Por qué no me había querido responder?

Tras haber comprobado que podía seguir mirándome en el espejo y que podía exponerme a la luz de cualquir bombilla, salí de la habitación.

Aún no podía creerme en lo que era ahora. Morí y he revivido... Eso es algo que si me lo hubieran dicho unas semanas atrás, no me lo hubiera creído.

Bajé a la planta baja donde podía oír un montón de jaleo en una de las salas contiguas al despacho de Derek. Parecía que había varias personas discutiendo sobre algo. Pegué el oído a la puerta para poder oír mejor, pero aquello no fue buena idea, porque alguien abrió la puerta dispuesto a salir y me pilló infraganti.

La gente de dentro se me quedó mirando sin comprender. Todos tenían los colmillos asomando, algo que no entendí porque no había ningún humano cerca. Lo que no me dí cuenta hasta inspeccionar toda la sala es que Derek estaba allí, esperando a que diera alguna explicación.

Yo, cabreada por lo que me había hecho y por como se había ido sin molestarse en dar una respuesta a mi pregunta, salí de allí sin pedir ni siquiera disculpas.

Pero no me fuí a mi cuarto, sino que salí fuera, al jardí trasero, donde, en verdad, nunca antes había salido. Me senté en el borde la fuente que había y me quedé mirando al horizonte, hasta que me derrumbé y comenzé a llorar.

Sentí una mano en mi espalda y levanté mi rostro, pudiendo ver que era Derek. Me aparté para quitar su mano de ahí. No quería tenerlo cerca. Ahora no.

-Déjeme -le rogué mientras miraba a otro lado para que no me viera llorar.

-Karen, estás exagerando mucho las cosas.

-¿Qué estoy exagerando mucho las cosas? -repetí sin podder creerme lo que había dicho- Me ha convertido en un mounstro -le eché en cara- Yo no pedí esto -me limpié una lágrima y me dí cuenta que era de un color rojo pálido. Genial, lloraba casi sangre.

-¿Preferías morir?

-Si -le respondí cortante- Prefería morir antes que vivir eternamente así -y me fuí de allí, asustada por lo que se me venía encima.





ESCLAVA DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora