AMOR REVELADO

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Ya nos habíamos alejado del lugar donde Derek y yo nos encontrábamos cuando apareció Adrián. Iba al lado suyo en silencio. Estaba muy cabreado. Lo sabía por la forma en que sus nudillos estaban blancos de la fuerza que estaba ejerciendo al apretar el volante. Decidí romper el silencio, estaba muy incómoda.

-Adrián, ¿estás enfadado? -le busqué la mano que posaba sobre el cambio de marcha-

-No contigo -seguía mirando al frente. Parecía que de un momento a otro iba a lanzar rayos x por los ojos-

-Es un buen chico Adrián -le intenté explicar-

-¡Al que apenas conoces! -golpeó el volante haciendo que me sobresaltara-

-¿Y? A ti al día siguiente de conocerte estaba jugando en el parque contigo.

-Karen, no compares -hice mal en decir eso, lo enfadé más todavía- Estabas con un tío desconocido en un bosque -desvió su mirada de la carretera para poder verme-

-No sabes nada -respondí groseramente. Adrián pegó un frenazo-

-¿Qué no sé nada? Sólo sé que no quiero que te pase nada malo -se puso a gritar-

-Tu no tienes por qué preocuparte de mí. Es mi vida y hago lo que quiera -le respondí también gritando. Nunca me había peleado por algo tan tonto con Adrián. Me quité el cinturón y salí fuera cerrando la puerta con un portazo-

-¿A dónde vas? -oí corriendo a Adrián detrás de mí. Cuando me alcanzó, me hizo girarme para mirarle-

-No necesito que me lleves a ninguna parte -le pegué un manotazo para que me soltara el brazo- Sé apañarme por mi misma -y comenzé a caminar otra vez. Suerte que Adrián no me insistió más. Por suerte estaba cerca de la ciudad. A los veinticinco minutos, estaba enfrente del portal del edificio de Saray. Toqué al telefonillo.

-¿Si? -oí a Saray responder de una manera melodiosa-

-Saray, soy yo, Karen -dije tristemente-

-¡Karen! ¡Pasa, pasa! -oí un ruido que me marcó que ya podía abrir la puerta. Entré y subí al ascensor. Saray vivía en la sexta planta de un gran edificio, con lo cual tardé en llegar unos minutos a su casa. Cuando salí al rellano donde estaba la puerta de entrada al apartamento de Saray, la ví esperandome en su puerta emocionada ante la idea de que había venido a verla.

-¡Hola guapa! -se tiró a mis brazos. Por complacerla, también hice lo mismo, pero se dió cuenta de que no estaba de humor. Me invitó a entrar, y al llegar al salón, me preguntó por mi estado de ánimo- ¿Qué te pasa Karen? -me colocó la mano en el muslo, en señal de que verdaderamente estaba preocupada por mí-

-Quería pedirte si... me podría quedar a dormir aquí contigo -ella se quedó un poco asombrada por mi petición. No porque no quisiese tenerme pasando la noche con ella, sino por la aparición repentina mía en su casa-

-Claro Karen, no tienes ni por qué preguntarlo -se acercó más a mí- ¿Pero hay alguna razón por la que te quieras quedar?

-No sé si te gustaría saberlo -me pasé la mano por el rostro muerta de vergüenza. Saray y yo siempre compartíamos nuestros secretos y nos conocíamps desde hace cuatro años en los que habíamos enlazada un lazo de amistad enorme. Pero contarle que mi madre se había emborrachado, me había agredido y que había empezado a alucinar con vampiros... Pues como que no sabía si contárselo-

-SI quiero saberlo -me apretó más el muslo- Eres mi amiga y todo lo que te pase me importa. Así que suelta -sabía que tarde o temprano se lo iba a acabar contando. Se lo conté todo, excepto que me encontré a Derek en el cementerio (ella no sabía nada de su aparición en mi vida) y también lo de los vampiros. No veía necesario contarle todo eso.

ESCLAVA DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora