CON EL CORAZÓN

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Pasé la noche en una cómoda habitación que me asignaron. Apesar de que estaba allí para ayudarles, la gente procuraba no acercarse a mí. El simplemente hecho de que fuera una vampiresa les repelía, cosa que ví cuando salí al jardín y recibí sus miradas.

Me senté en un banco para entretenerme mirando al cielo, pensando en todo lo que había vivido hasta ese momento.

-Hey -una voz me sacó de mis pensamientos. Ese olor me era nuevo, pero ya lo conocía de la noche anterior.

-Hola -saludé a quién era el líder de los caza vampiros.

-¿Cómo vas? -se sentó a mi lado. Iba algo sudado después de entrenar y su sangre corría muy rápida después del esfuerzo.

Me aparté un poco hacia el lado contrario y controlé mis instintos vampíricos que querían chuparle la sangre a Albert.

-¿Te ocurre algo? -me preguntó extrañado.

-Lo siento. Hace tiempo que no como y... tú... -le miré hambrienta.

-¿Cuánto tiempo exactamente?

-Casi dos días -me relamí por dentro.

-¿Dos días? ¿Siendo recién convertida? Eso no es bueno Karen. Deberías de saberlo -se subió la manga y me mostró la muñeca- Bebe -añadió cuando vió que no reaccionaba.

-No. No pienso morderte -me negué rotundamente- Aún no me controlo muy bien. Podría empezar y no parar.

-Soy caza vampiros. Si no paras, lo haré yo -me sonrió con diversión. Entonces, sin negarme más, le mordí.

Su sangre corrió inundando cada parte de mi boca, de mi garganta. Me encantaba como sabía. A lo que se me hizo cortísimo, Albert me apartó con una fuerza anormal en un simple humano.

-Si que tenías hambre -se frotó la muñeca. Yo se la volví a coger con delicadeza y le inyecté mi ponzoña, curándole la herida rápidamente.

-Eso por dejarme beber de ti -me sonrió y me dió las gracias. Nos quedamos un momento ahí los dos, viendo a los demás pegar patadas a vampiros invisibles.

-Karen, ¿sabes que te has metido en un buen lío? -soltó, sorprendiéndome- Le tienes que tener preocupado. Sin saber qué ha ocurrido ...

-Oh, no, sabe que me he ido. Lo que no sabe es adonde -me reí por lo bajo- Cuando le hizo eso a la niña... Le dije de todo y salí corriendo. Y bueno, aquí estoy -aupé los hombros.

- ¿Se puede saber qué le dijiste?

-Qué no pensaba convertirme en su esposa y que no quería volver a verlo nunca más -contesté apenada.

-Volverás a verlo. Y después de esas palabras, no sé como reaccionará -se rió asombrado.

-Sé que volveré a verlo. Sé que debe de odiarme. Y más aún cuando vea que estamos en bandos distintos -añadí.

-¿Distintos? ¿En serio vas a llevar esto tan lejos? Cualquier chica lista se hubiera quedado con él y no le plantaría cara -dijo Albert.

-Tienes razón, pero yo soy distinta en una cosa. Yo pienso con el corazón, no con la cabeza.



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Hoy he subido tres capítulos, así que no podéis quejaros. Cuatro capítulos y la cosa no mejora...
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ESCLAVA DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora